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Omar Ravelo, chofer de una pipa de agua gravemente herido durante el incendio en la Base de Supertanqueros de Matanzas, falleció este domingo en el Hospital Calixto García de La Habana.
En un sentido post de Facebook su yerno, Henry Leyva, contó que Ravelo, de 63 años, conducía una pipa de agua y que acudió “sin pensarlo” a sofocar el fuego en las calderas de petróleo.
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“Nunca estuve de acuerdo con esos que te mandaron para allá”, dijo Leyva quien rememoró con nostalgia momentos junto a su suegro y planes que habían pensado compartir en el futuro.
"Tuve el placer de tenerte como parte de mi familia, mi suegro por muchos años, siempre te desvivías cuando íbamos a verte y compartir contigo para mí en uno de los mejores lugares donde me he sentido. Te quiero con el corazón y te querré por siempre", expresó con cariño Leyva.
De acuerdo con otras fuentes que dejaron constancia del fallecimiento, Ravelo nunca salió del hospital a causa de la gravedad de sus quemaduras y tuvo problemas para cobrar su salario completo mientras permanecía ingresado.
El occiso, además, presentaba una falla considerable en varios órganos, incluyendo riñón, sistema digestivo y respuesta inmune, informó el sitio de noticias independiente 14 y medio.
Según la información ofrecida a 14 y medio por un trabajador de salud del Hospital Calixto García, Ravelo sufrió un paro cardíaco del cual no pudieron sacarlo los médicos.
En el parte diario publicado este lunes, el Ministerio de Salud Pública de Cuba actualizó a 17 los fallecidos por la explosión en la Base de Supertanqueros de Matanzas.
Mientras, mantiene el reporte 146 personas lesionadas, de ellas 6 se encuentran hospitalizadas y 123 pacientes se encuentran de alta médica.
Otro conductor de pipa, Yasmani Villalonga, recibió en fechas recientes injertos de piel a raíz de la gravedad de las quemaduras tras la explosión de uno de los depósitos de combustible en la zona industrial de Matanzas.
A finales de septiembre, la esposa denunció que las autoridades de Matanzas y los compañeros de Villalonga se habían olvidado de él. "Se nota la ausencia de esas llamadas sanadoras, del detalle y de la acción de quienes deberían estar más atentos por su evolución y de la situación de su familia", dijo la mujer a Radio 26.
A otro de los piperos, Floro Rodríguez, de 71 años, se le premió con una planta generadora de electricidad -"que mete un ruido del cara...", según Rodríguez- luego de recibir el alta médica del hospital Faustino Pérez, donde también fue sometido a injertos de piel por las quemaduras profundas en su espalda, cuello y brazos.
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