La doctora cubana Yanelys Mantilla González, de la provincia de Ciego de Ávila, llamó la vida del médico en Cuba “una película de terror” en respuesta a la periodista oficialista Cristina Escobar.
De acuerdo con el texto de la sanitaria en Facebook, Escobar lamentaba la preferencia del público de la isla por los médicos de la serie televisiva estadounidense Anatomía de Grey, en lugar de los galenos de Cuba, y los héroes del país del norte en vez de los cinco espías cubanos.
La doctora razona que, de versionarse en Cuba la popular serie de TV que trata sobre la vida de los galenos, habría que incluir las vicisitudes que pasan los profesionales de la salud cubanos como ella en sus vidas diarias.
La pésima situación de la salud pública en Cuba, la falta de recursos y medicamentos, así como el exiguo salario que ganan, la imposibilidad de comprar en las tiendas MLC, están entre los argumentos de la doctora para explicar por qué su cotidianidad no resultaría atractiva para los televidentes cubanos.
Lo anterior, unido a la odisea del transporte, fluido eléctrico y alimentación, además del éxodo masivo, hacen que tampoco al discurso oficial le interese mostrar en TV cómo viven y trabajan los médicos porque “esa imagen de potencia no se puede empañar”, señaló con ironía.
A continuación, CiberCuba reproduce íntegramente el texto de la sanitaria:
Hace unos días vi en la TV por la mañana un reportaje sobre los famosos paquetes y el comentario de una periodista entrevistada, Cristina Escobar, me hizo detenerme en mi apuro mañanero.
Ella se refirió al por qué los cubanos se tienen que enamorar de médicos como la doctora Grey y no de nuestros maravillosos médicos los cuales son una potencia o por qué enamorarse de héroes extranjeros cuando tenemos nuestros héroes. Ella misma dice que no cuentan nuestras historias y yo en un segundo supe el por qué.
Querida periodista, gracias por amar nuestro trabajo. Sí, somos muy valiosos y creo que con nosotros se puede hacer tres series de 16 temporadas porque, al igual que esos profesionales, no dormimos y salvamos muchísimas vidas y sin recursos: haciendo procederes sin condiciones con la adrenalina a flor de piel todo el tiempo; usando más la clínica que la tecnología porque no nos queda de otra.
Hacemos cirugías, consultas con el móvil en alta voz porque estamos pendientes del paciente. Pero el esposo se quedó en casa con los niños, se fue la corriente, no hay gas licuado y queremos saber si comieron el alimento frío, si se bañaron con el agua helada o dio tiempo calentar, si le alcanzó el dinero para comprar la merienda escolar o si vendieron el aceite por los CDR.
Al terminar el día, no vamos al parqueo a montarnos en el auto, no. Agarramos la bicicleta, el coche o caminamos muchísimas cuadras porque el salario no nos alcanza, pues son 30 pesos diarios en transporte y la cuenta no nos da.
Recogemos al pequeño en la escuela y ¿sabe qué?, con un dolor tremendo vamos por la acera del sol, la de los bobos, porque en la de la sombra es la de los portales de las tiendas en MLC, las confituras se ven por los cristales y no se la podemos comprar.
Los niños no saben que sus padres profesionales ganan en una moneda que solo sirve para comprar a los revendedores, los mandados y lo poco que venden por los CDR, organización que es dirigida por uno de esos Héroes que usted quiere que admiren.
En fin, llegamos a casa agotados, destilando sudor y ¿sabe qué?, no hay corriente, con el poco gas que queda le freímos un huevito y se lo damos con el pan de la bodega, el de papá o mamá porque el de ellos es para su desayuno.
Hacemos tareas mientras pensamos qué inventamos de comida y, a la vez, se revisa un libro porque nos queda la duda si lo que dijimos en el pase de visita o en la reunión es del año 2012 o 2022.
También comentamos con nuestras parejas que cinco profesionales más pidieron liberación para irse del país, mientras, además, revisamos el WhatsApp porque tenemos familiares viendo los volcanes y queremos saber si lo lograron, para llorar de alegría y luego de tristeza porque no sabemos cuándo los volveremos a ver.
El teléfono fijo da un timbre, es mamá o papá, hermanos, para saber si ya tengo el medicamento que necesitan. Llega la noche y agotados le pedimos a Dios por nuestros seres queridos y que nos de fuerza para continuar.
El más grande de los hijos nos dice que se fueron tres socios cruzando, no tiene con quién jugar o conversar. También pregunta que cuándo nos iremos nosotros. Y yo le pregunto, querida periodista, ¿esta historia la contarán en los medios televisivos? Le respondo: claro que no. ¿Alguien se enamora de esta serie? Claro que no.
Esto es una película de terror y a nuestros niños no le podemos mostrar eso. Esa imagen de potencia no se puede empañar. Mis saludos.
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