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Radu Martin, prisionero canadiense en la cárcel para extranjeros La Condesa, en Mayabeque, considera la escasez de comida y de medicamentos, así como los apagones una forma de tortura contra la población penal.
“El segundo jefe de la prisión salió en la televisión diciendo mentiras a la gente en Internet de que en Cuba no hay tortura en la cárcel. Sin embargo, tienen poca comida para dar a la gente, ningún medicamento y encima cortan la luz cuatro o cinco horas al día”, dijo el reo a CiberCuba y agregó: “Si esto no es una forma de tortura, no sé cómo llamarlo”.
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En las últimas semanas, un déficit sostenido de capacidad de generación, averías, y hasta un accidente en centrales termoeléctricas cubanas han provocado apagones prolongados a lo largo del territorio nacional que se mantuvieron hasta el 9 de julio. Tras un impasse estratégico previo al aniversario primero de las protestas antigubernamentales del 11 de julio, este martes varios usuarios de redes sociales reportaron cortes de electricidad.
A ello se suma la inflación, la escasez de comida y medicinas que también sufren los reos de La Condesa, quienes deben adquirir costosos alimentos para reforzar la cuestionable dieta del comedor en el centro penitenciario.
La situación con el suministro y la calidad del agua también es un problema y, en consecuencia, la higiene del penal y de los inquilinos de la prisión para extranjeros. De acuerdo con Martin, “17 personas en un dormitorio hacen colas para tres duchas y tres inodoros” que hay que descargar con cubos.
Las pésimas condiciones de la cárcel de Mayabeque es una denuncia recurrente por parte de los presos que la habitan. Recientemente, el ciudadano estadounidense Curtis Snyder narró a este medio cómo el agua, almacenada en "un bidón de 55 galones" de uso constante por los presos, está llena de impurezas. También, a finales de julio del año pasado, un grupo de presos hispanos del penal para extranjeros en huelga de hambre denunciaban problemas en la alimentación, servida en raciones reducidas y con falta de nutrientes.
Según Martin, a pesar de que muchos prisioneros extranjeros en el centro penitenciario de Mayabeque “ya cumplieron más de media condena”, las autoridades no les dan derecho a la libertad condicional. Sin embargo, “cuando los cubanos llegan al 30 o 40 por ciento [de las penas imputadas] se van a casa”, compara. Lo mismo han denunciado sus paisanos Benjamin Tomlin y Vimalanathan Nadesu, este último recientemente excarcelado.
“Entonces, básicamente, la ley se aplica de manera diferente para los cubanos y los extranjeros. En un país normal, esto se llamaría discriminación”, agregó, y precisó que el régimen penitenciario bajo el que se encuentra no es el que le imputaron.
“Estoy en la prisión con seguridad mínima desde 2019, pero me han mantenido en seguridad máxima. Con la mínima las personas se van a casa de 6:00 p.m. a 6:00 a.m.”, dijo, y cuestionó su futuro inmediato con la entrada en vigor del nuevo Código Penal: “¿Qué pasará en lo adelante con las personas como yo, que han sido sentenciadas antes?”.
No puede saberlo. Su abogado Francisco Javier Tapia Pacheco, el tercero que contrata desde que fuera apresado, recién interpuso un nuevo recurso judicial para solicitar la libertad condicional (que ya una vez le negaron). En declaraciones a CiberCuba el letrado aclaró que la condicional no es un derecho, sino un beneficio que depende del tiempo de cumplida la condena, la conducta del reo y el régimen en que se encuentra.
En busca de respuestas sobre los regímenes mínimo y máximo en el caso del canadiense, CiberCuba contactó con el abogado de Cubalex, Alain Espinosa, quien declaró que “la mínima”, como popularmente se le llama, es “el paso anterior a la liberación”, aunque en privación de libertad.
Espinosa aclaró que, incluso en las granjas abiertas con severidad mínima, los reos permanecen allí por días, lo cual estipula el reglamento de prisiones en sus artículos 24 y 25. De cualquier manera, si un reo considera que se le está sometiendo a un régimen diferente al que le fue impuesto, debe “notificarlo al juez de ejecución para que conozca la situación y resuelva como legalmente corresponde”, sugirió el abogado de Cubalex.
Martin admitió que su situación es precaria, y no cuenta con recursos ni apoyo para lidiar con las pésimas condiciones del penal. “He tenido que sacrificar todas mis inversiones de mi trabajo en Canadá. No tengo ayuda del gobierno canadiense, la embajada o ninguna organización”, aclaró el reo, cuyos hijos y esposa cubanos también han sufrido la separación, en especial, sus dos niños pequeños.
“Mi familia me necesita y Cuba nos está castigando a mí y a mi familia durante demasiado tiempo”, sentenció.
El canadiense, de 48 años, fue acusado de lo que él llama “un fraude” por valor de $1,400 dólares y sentenciado a 10 años de privación de libertad. Lleva preso desde enero de 2017 lo que, hasta mayo del presente año, y sumando las rebajas por buen comportamiento y aplicación del régimen mínimo, equivalía a seis años y ocho meses de prisión, según cálculos del propio reo.
CiberCuba no ha tenido acceso a la sentencia de Martin y, por tanto, desconoce exactamente cuáles delitos le fueron imputados bajo el Código Penal de 1987, vigente en el momento de su condena.
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