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Yoanka Díaz Echevarría, una madre cubana residente en el habanero municipio Arroyo Naranjo, vive cercada por la escasez de recursos con que debe hacer frente a la crianza de sus tres hijos, uno de ellos aquejado de varios problemas de salud, unidos a la amenaza permanente de un techo que amenaza con derrumbarse sobre sus cabezas.
“Hace mucho tiempo que no sé lo que es decirle a mis hijos, ‘cómanse un paquete de galletas’, porque no lo puedo comprar. Ahora mismo yo no tengo aceite para cocinar. Los huevos me los estoy comiendo salcochados y mil cosas más...Da grima, ¿me entiende?”, dijo la joven en conmovedoras declaraciones a Cubanet en las que describió la magnitud de su drama.
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“El techo de mi casa ya está cayéndose. Con otro poquito más de agua creo que termina de caerse”, dijo la joven, quien precisó que en la vivienda viven 15 personas, incluida su hermana con otros cuatro niños.
En lo que respecta a la vivienda, el reporte escrito del citado medio argumenta que en marzo de 2022 las autoridades de Vivienda instaron a Yoanka Díaz hacer una serie de trámites para ofrecerle un local donde pudieran instalarse, pero todavía sigue esperando.
De sus tres hijos cuenta que uno “ha hecho depresiones seguidas”, lo que ha dificultado que pueda progresar en la escuela. Sin embargo, es el menor de sus niños, de apenas tres años, el que más problemas tiene.
La entrevistada indica que su hijo padece el Síndrome de West (encefalopatía epiléptica) y que además presenta una enfermedad neurometabólica. No camina ni habla y tiene problemas para alimentarse porque es intolerante a la lactosa.
“He ido varias veces al órgano del trabajo, al gobierno…Todo el mundo me dice que me va a resolver, pero nada…Lo tuve a él casi un mes tomando agua con azúcar porque la leche no la podía tomar”, dice en referencia a su pequeño hijo, al que que quisiera comprarle yogures u otros alimentos especiales que necesita, pero no tiene recursos para hacerlo.
Explica que no tiene carnet para comprar por impedidos en la tienda, lo que dificulta que pueda disponer de una atención preferencial teniendo en cuenta su drama familiar.
“Yo no tengo nada que diga que él es un niño impedido. Allí [la tienda] el trato es malísimo, las dos veces que he ido me han tratado supermal. Yo no lo puedo llevar a él porque no tiene puesta ninguna vacuna. Nada más la de los dos meses, yo no puedo someterlo a él a ninguna cola”, dice la mujer en referencia al reclamo de que lleve a su hijo como constancia de que tiene una discapacidad.
“Yo a 1,500 pesos no puedo pagar por el pollo, así que él come pollo cuando viene a la carnicería. Cuando no viene, no come pollo. Yo no lo puedo comprar”, lamenta la joven, quien subraya que cada pequeña cosa que ha resuelto para su hijo ha sido “peleando”; "discutiendo con el PAMI, con la directora del policíclico, con el municipio y al principio todo el mundo viene, pero después todo queda en nada”.
En el segmento de final de la entrevista vuelve a mirar a su pequeño hijo, muy delgadito, y concluye resignada: “No tiene el peso de un niño de tres años, pero qué le voy a hacer?”.
En los últimos años -y de forma acrecentada en los últimos meses- son cada vez más frecuentes los casos de mujeres con varios hijos que subsisten en condiciones de extrema vulnerabilidad, que exigen al gobierno un mayor apoyo y critican la deficiente atención del Estado ante sus casos.
A comienzos de junio, durante una visita a la provincia de Ciego de Ávila, el gobernante cubano Miguel Díaz-Canel admitió estar preocupado por la pérdida de credibilidad de su gestión, concretamente en los casos de madres con hijos menores que no tienen dónde vivir, al tiempo que llamó a reforzar la política de atención hacia las mujeres con tres o más hijos.
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