El atleta Osvaldo Lara, uno de los mejores corredores de velocidad que ha dado Cuba, denunció el abandono al que lo han relegado las autoridades del deporte en la Isla.
Lara fue uno de los principales velocistas que dio la Isla en las décadas del 70 y 80, con resultados en la prueba de los cien metros planos que lo llevaron a competir en Juegos Centroamericanos, Panamericanos y Olímpicos.
A sus 66 años, sobrevive en un apartamento de un tercer piso cerca del Malecón habanero junto a su esposa Cary, y asegura con tristeza que ya nadie se acuerda de él.
"Se olvidaron de mí, con tantos años en el equipo nacional", expresó en una entrevista al semanario Trabajadores.
Lara padece de hipertensión y diabetes, y hace siete años sufrió un infarto cerebral que le dejó lagunas mentales, según su esposa.
"La verdad es que no vienen a verlo. Fui a la dirección municipal de atención a atletas y se quedó en nada. Jamás han venido del INDER. Ni de la Comisión Nacional de Atletismo. ¡Eeeeeeh!, esos nunca", recalcó la mujer.
El anciano sobrevive con 700 pesos que el gobierno le da por una de sus medallas.
"No tiene retiro porque cuando empezó con lo de la hipertensión se asustó. Se desesperó y pidió la baja del trabajo. Después tuvo el infarto cerebral y ya usted ve", precisó Cary.
Nacido en La Habana en 1955, este velocista empezó a competir en 1977 y se mantuvo en los primeros puestos de las carreras de velocidad hasta 1986, cuando se retiró.
Su mejor resultado fue en los Juegos de la Amistad de 1984, año en que el gobierno cubano renunció a participar en las Olimpiadas de Los Ángeles, Estados Unidos. Esa decisión frustró las aspiraciones de atletas como Lara, que estuvo cuatro años preparándose con esfuerzo y disciplina, y no pudo cumplir el sueño de lograr una medalla olímpica, estando en la cima de su vida deportiva.
"Ese año solo el americano Carl Lewis estuvo por delante de mí. Podría haber cogido una medalla en los Olímpicos de los Ángeles 84. No fuimos", lamentó.
Los Juegos de la Amistad fueron un evento deportivo internacional que organizaron la extinta Unión Soviética y otros países socialistas que no acudieron a la cita de Los Ángeles, como alternativa a las verdaderas Olimpiadas.
Al regresar a Cuba, Osvaldo Lara recibió de regalo un auto Lada, una especie de premio de consolación.
"El salitre acabó con el carro, prosigue. Nos mandaron a un taller por Carlos III. Nos pelotearon. No teníamos ni un medio. La gente quiere dinero. No lo vendimos, se desbarató", afirmó.
Tras dejar el deporte activo, empezó a trabajar como entrenador. Cumplió dos misiones en el extranjero, en 1995 en Perú, y en 2002, en Venezuela.
"Hay quien piensa que eso lo resuelve todo. No es así. De Venezuela pudo traer tres cajas. No un contenedor", aclaró su esposa.
Veinte años después, olvidado, triste y enfermo, quien fuera una gloria del atletismo cubano asegura que solo sale a la calle a buscar el pan.
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