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Venta selectiva de MLC a una nueva tasa de cambio ficticia

Para Gil, la inflación es importada, el mercado negro cambiario no es significativo y la economía va mejorando. Díaz-Canel se estira, relajado, en su silla. Frente a la Asamblea Nacional no suda.

Casa de Cambio en Aeropuerto en Cuba (Imagen de referencia) © CiberCuba
Casa de Cambio en Aeropuerto en Cuba (Imagen de referencia) Foto © CiberCuba

Este artículo es de hace 1 año
  • Venta selectiva de MLC a una nueva tasa de cambio ficticia.
  • Eliminación del cambio USD -> MLC.
  • Tiendas MLC.
  • MLC.
  • Eliminación del CUC.
  • Eliminación del gravamen.
  • Gravamen.
  • Tiendas CUC.
  • CUC.
  • Eliminación de los certificados y la moneda INTUR.
  • Venta selectiva de certificados y moneda INTUR.
  • Diplotiendas.
  • Moneda INTUR.
  • Certificados A,B y C.
  • Penalización del dólar.
  • ¿No entienden? No, claro, porque está al revés. Es el recuento, desde hoy hasta el principio, hasta el momento en que alguien entendió que no podían hacer lo que querían hacer, sin antes cortar todo vínculo con la realidad.

    Esta vez, Gil no maldice al pueblo cuya economía fue convocado a demoler. Esta vez se muestra sobrio. Se contiene y habla correctamente, durante un largo discurso que no dice nada. Sólo al final devela su creativa estrategia. En cinco minutos hubiera dicho todo lo importante.

    No puede evitar, no obstante, hacer un gesto de desagrado. En ciertos pasajes del texto, alza las cejas, y contrae la nariz y el labio superior, dejando ver los dientes frontales.

    ¿Cuánto valgo? ¿Cuánto se puede pagar por un hombre blanco de 42 años, con problemas físicos pero con una carrera universitaria? ¿En cuánto compro mi libertad?

    Ya quedamos claros de que la pagamos, de darnos la oportunidad. Se pueden ir, y se pueden llevar el dinero. Todo el dinero. Pueden arrancar los hoteles, desde los mismos cimientos, y llevárselos también. Nadie los va a detener. Y en la partida, que se lleven también sus decretos, sus códigos, sus planes y sus estrategias, y sobre todo, sus medidas.

    Pero como decía el emperador romano Tiberius, tienen al lobo por las orejas. El lobo no puede morder, pero tampoco lo pueden soltar.

    150 nuevas medidas anuncia Gil. Ninguna tiene cuerpo sólido. Todas van de la autocomplacencia abstracta de un deseo enfermizo de control. Lo único concreto es la venta de MLC a los elegidos, ni a 24 ni a 125, sino al número oculto, que en su momento será develado.

    ¿Para qué?

    Escuchen bien, porque aquellos que entiendan se salvarán. En el próximo párrafo, Yo soy Gil. Total, si Yo soy Fidel, ¿no será inconmesurablemente más fácil ser Gil?

    "Te voy a cambiar la divisa por MLC a 1 x 1, y ese MLC te lo voy a vender -si me caes bien-, en CUP, a medio camino entre 24 y 125, para que después, ese MLC que te estoy vendiendo, tú me lo pagues para importar materias primas, que yo voy a comprar allá con la divisa que te cambié por MLC anteriormente -mientras te cobro por las materias primas, pero también te cobro por el solo hecho de venderte las materias primas que yo mismo no te dejo comprar con las divisas que tenías al principio-, que vas a usar para producir cosas que después tú me vas a vender a mi en CUP a un precio que yo voy a acordar -y tú vas a aceptar sin quejarte-, para después yo vendérselas al pueblo en las tiendas CUP -al que también le voy a cobrar las cosas, y además el hecho de venderles algo, en cuya producción yo participé entorpeciendo todo lo que pude."

    Y esta genuina y novedosa estrategia, por supuesto, no es suya. Tampoco de Fidel, ni remotamente. Ni de Gorbachov, ni de Brezhnev, ni de Honecker. Todos fueron usuarios de una idea original de Stalin. Sí, Stalin inventó la doble moneda, los certificados de divisas y todo lo demás, por supuesto.

    ¿Por qué?

    Lenin vio que el camino era intermedio. Que necesitaba pequeña y mediana empresa privada y cooperativas independientes, y un mercado libre, aunque fuera supervisado por el Estado. Todavía estaba caliente el cadáver de Lenin, cuando Stalin desmanteló su plan. Después de instaurar el Plan Quinquenal -el cual también inventó-, y la colectivización forzada de la agricultura -que no inventó, pero sí llevó al extremo-, vio que controlar directamente una economía que estaba en contacto con la realidad, era imposible.

    Así que la desconectó. Simple. Agarró el mazo de cables, y haló. El único contacto con el exterior sería el Estado. El control sería absoluto.

    Aquí, aspiran también al control absoluto. Sueñan con él, y se mojan. Vuelven continuamente sobre aquella idea genial de Stalin, de hace ya un siglo, en un país radicalmente diferente al nuestro, esperando que funcione. Asumo que estén preparados para el tsunami de desigualdad, frustración, desidia, corrupción e ilegalidades que viene rugiendo tras estas nuevas medidas.

    O bueno, para eso habemus codice, new package.

    Pero tienen un lobo agarrado por las orejas, un lobo cada vez más hambriento. Para Gil, la inflación es importada, el mercado negro cambiario no es significativo y la economía va mejorando. Díaz-Canel se estira, relajado, en su silla. Frente a la Asamblea Nacional no suda. La Asamblea Nacional agradece y canta alabanzas -a través de miembros selectos- a lo que baje de arriba. Gil y DC no son los que aguantan al lobo. No sienten su aliento en la cara. Sólo dan las órdenes.

    El turismo, sin llegar a lo que se esperaba, está volviendo. Sólo hay 411 empresas estatales en pérdida. No estamos retrocediendo ni estamos estáticos. Maravilla de la retórica. La solución está en nuestras manos. Háganse una MiPYME, trabajen como en Burundi, obedezcan como en Corea del Norte, paguen un impuesto como en Noruega mientras los turistas se sienten como en Mónaco, y verán que todo va a ir bien en un futuro lejano.

    Y ustedes, olvídense de lo que leyeron. Yo no puedo estar diciendo nada de eso, que me voy a buscar un problema. Yo estoy permeado por las matrices de opinión del enemigo debido a mi exposición a las redes, y tengo que hacer análisis más profundos, donde tenga en cuenta las restricciones a las que está sometida nuestra nación.

    Si alguien les pregunta, le dicen que digo yo, que Gil lo tiene todo bajo control.

    P.D. También se mencionó la criptomoneda -igual que en Rusia-, pero no les va a gustar, porque no hay forma de controlarla absolutamente.

    P.P.D. Acaban de decir en la película india del domingo: "El poder es la peor de las adicciones”.

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Artículo de opinión: Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de CiberCuba.

Javier Bobadilla

Javier Alejandro Bobadilla Díaz, La Habana, 1979. Estudió ciencias de la computación, artes marciales japonesas y fotografía, sucesivamente. Relee las obras completas de Borges, periódicamente. Usa todo lo anterior -a falta de talento real- para escribir de política y sociedad


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