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La explosión del Saratoga, con saldo provisional de 46 muertos y 99 heridos, confirma que los guardias no saben administrar hoteles, que GAESA es un suprapoder en Cuba, y la cobardía del Buró Político del Partido Comunista y el gobierno, incapaces de asumir la imprescindible desmilitarización de la economía en bancarrota y obligar a las charreteras de tres y dos estrellas, con laurel, a asumir sus responsabilidades en la tragedia.
Cuba vive peor desde que GAESA actúa como monopolio, con derecho de pernada y sin tener que rendir cuentas de su gestión: imposición nefasta del anciano Raúl Castro Ruz, que vendió la mula aspiada de que no había mejores administradores de la economía que sus guardias; y así de maltrecha andan la nación.
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¿Cómo es posible que a tan excelso imperio le haya explotado un hotel en el corazón de La Habana, en medio de la Feria Internacional de Turismo? ¿Por qué el general López-Calleja sigue sin dar la cara en la mayor tragedia ocurrida en una instalación turística de Cuba, que es de su entera propiedad? ¿Cuántas veces ha rendido cuentas GAESA ante la Asamblea Nacional del Poder Popular, el MINFAR y el Ministerio de Economía; dónde están sus balances anuales; a qué obedece tanta opacidad?
¿Qué cambios implicó la sustitución del general Leopoldo Cintra Frías por Álvaro López Miera al frente de las FAR y -reglamentariamente- superior jerárquico del presidente de Gaesa? ¿Cuál fue el verdadero motivo del relevo? ¿Por qué López Miera no impidió que el grupo financiero-empresarial-militar siguiera gastando el dinero de todos los cubanos, en hoteles de lujos, mientras morían cientos de persona sin medicamentos y oxígeno?
López Miera está quemado políticamente desde que ordenó a Tropas Especiales bajo su mando reprimir violentamente a los manifestantes del 11J; esta fechoría y problemas de salud podrían ser las claves para la vuelta de Espinosa Martín al Buró Político; aunque en la visita del presidente mexicano López-Obrador tuvo protagonismo y quien brilló por su ausencia fue el magnate hotelero, carente de sensibilidad para acercarse al hotel Saratoga y los hospitales, y en paradero desconocido, desde la explosión, hasta su aparición en Venezuela con su valido (no confundir con válido) Marrero Cruz.
El desembarco del general de división Luis A. Rodríguez López-Calleja, en el Buró Político, su designación como vigilante de la playa del presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez y ascender al mentecato y corrupto Manuel Marrero Cruz a primer ministro forman parte del legado nefasto de Raúl Castro a Cuba, provocando una subordinación absurda y extemporánea del poder civil a estos dos individuos, que produce esperpentos como esa diplomática negando que el servicio militar sea obligatorio, cuando hasta los pioneros saben que, en una dictadura, lo que no está prohibido, es obligatorio (Enrique Jardiel Poncela dixit).
Todos los miembros civiles del Buró Político, del estado y gobierno son cómplices de los destrozos de Gaesa y que ninguno se escude en la disciplina o lealtad mal entendida y peor aplicada, porque José Soberón le dimitió a Raúl de la presidencia del banco, del comité central y como diputado; cuando se olió la tostada verde oliva que se adueñaría de la economía y las finanzas cubanas.
Díaz-Canel es otro regalo envenenado de Raúl Castro a Cuba, diciendo que era el más capaz y mejor preparado para la nada, como viene demostrando desde que gobierna, saltando de una ocurrencia a otra, sin concluir la anterior; y con muy mal manejo de los tiempos políticos, como demostró este jueves con la tardía declaración de Duelo Oficial, clamor en la isla, o con esa visitadera absurda, que le ha entrado desde el 11J a barrios empobrecidos; promoviendo escenarios de mentiras porque los cubanos no creen en el tardocastrismo, que los abandonó a su suerte y apalea sin contemplaciones.
Cuba democrática deberá juzgar, con todas las garantías jurídicas que ellos niegan a sus víctimas, a los responsables del naufragio de la nación, incluida su responsabilidad en la muerte de cubanos por coronavirus, accidentes por negligencias y en los caminos de la dolorosa emigración, con miles de desaparecidos en el Estrecho de La Florida.
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