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Comunidades rurales de Ciego de Ávila vuelven a tener servicio ferroviario hasta la capital de esa provincia cubana, tras más de seis años de espera para que se reanudara el servicio.
Según un reporte de este miércoles de la agencia oficialista ACN, se reactivó la ruta desde la comunidad rural Limones Palmero, en el municipio de Majagua, hasta la ciudad capital avileña.
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Ese recorrido beneficia también a los residentes en las comunidades rurales de Orlando González, Guayacanes y Caguazal, muchos de los cuales trabajan o estudian en la capital provincial o necesitan viajar hasta allí para sus gestiones personales.
La comunidad Limones Palmero se ubica a 25 kilómetros de Majagua y a unos 50 kilómetros de la ciudad de Ciego de Ávila, y el servicio de transporte ferroviario ha sido siempre el principal medio de transportación para conectarlos con otras localidades de ese territorio.
De acuerdo con declaraciones de la directora de Ferrocarriles en esa provincia al citado medio, Tania González Sosa, el itinerario Limones Palmero-Ciego de Ávila, de lunes a viernes, cuenta con un viaje de ida y vuelta, con salida a las 5.50 a.m. y llegada a las 8:00 a.m. a la ciudad avileña.
El retorno se previó para las 4:30 p.m. desde Ciego de Ávila para llegar a Limones Palmero alrededor de las 7:15 de la noche.
También puntualizó que para aprovechar la tripulación, la locomotora y los cuatro coches de ese recorrido, se determinó abrir la ruta Ciego de Ávila-Majagua, por la vía central del ferrocarril.
A la una de la tarde el tren parte del andén provincial, hace paradas en las comunidades Caguazal y Guayacanes para llegar a la estación de Majagua después de 45 minutos, y estar en condiciones de retornar a las 2:30.
De acuerdo con la información, se restablecieron los servicios ferroviarios Baraguá- Ciego de Ávila, también por la vía Central del Ferrocarril de Cuba, con dos viajes diarios; el de Ciego de Ávila-Júcaro, con tres vueltas al día hasta esa comunidad costera; y el tren Ciego de Ávila-Morón.
Este último recorrido es considerado de alta demanda es el mismo para los residentes en zonas rurales que están en ese trayecto y en el municipio de Ciro Redondo.
Antes del reinicio de estas operaciones, el ramal ferroviario Guayacanes-Limones Palmero, de unos 24.2 kilómetros, fue reparado en varios tramos, algunos de estos de forma capital, con un valor total de esa inversión de unos 15 millones de pesos.
Para poner en condiciones ese ramal se tuvo que construir varios kilómetros de pedraplén para garatizar la seguridad en los movimientos del tren, aseguró al citado medio Orelvis Ramírez Rojas, director de la Unidad Empresarial de Base avileña Vías y Puentes, encargada de realizar estos trabajos.
También el mantenimiento de las vías incluyó desbrozar marabú a ambos lados de la línea, alinear la vía, chapear la faja, desyerbar con piocha, colocar nuevas traviesas, y rellenar con piedra varios puntos entre la localidad de Orlando González y Limones Palmero.
La transportación ferroviaria en las comunidades rurales de la isla suele ser la única vía para poder salir de estas localidades y la falta de mantenimiento y de recursos para que estén en óptimas condiciones es uno de los más recurrentes factores para que este servicio deje de funcionar.
A finales de 2021, trascendió que una importante línea férrea de Sancti Spíritus estaba a punto de colapsar por las aguas albañales y los residuos de un matadero cercano que hasta allí llegaban, que habían provocado el reblandecimiento del terreno y de la vía.
Un reportaje del semanario oficialista Escambray mostró la grave situación de la línea por donde pasan los trenes que entran y salen de esa ciudad del centro de la isla para trasladar productos de la canasta familiar y la producción de compota que se envía a otras provincias, así como los que mueven a pasajeros entre Zaza del Medio y Tunas de Zaza, y a los espirituanos que van o vienen de La Habana.
El tramo afectado se encuentra cerca del matadero Víctor Ibarra, el cual expulsa sus desechos junto a un agua sanguinolenta que se acumula entre los rieles del ferrocarril, en la zona conocida como El Rastro, marcada por la fetidez y el alto grado de contaminación.
Pese a las múltiples quejas de los vecinos del barrio durante años, nadie se ha comprometido a dar la cara para solucionar el problema, que necesita una respuesta conjunta de varios organismos.
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