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La cancelación de muchos de los invitados internacionales al Festival San Remo Music Awards (SRMA) que se celebra este año en La Habana ha supuesto otro disgusto para la dictadura cubana y para Lis Cuesta, primera dama de Cuba por obra y gracia de su marido, el hombre de paja Miguel Díaz-Canel, al que cada mañana el pueblo saluda con pintadas en las calles.
¿Pero qué es exactamente el SRMA? ¿Es lo mismo que el famoso festival de la canción italiana o Festival di Sanremo? A estas y otras preguntas se enfrentó un artículo publicado este viernes por Magazine AM:PM, una revista digital cubana especializada en música.
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Más allá del evidente mazazo propinado a la primera dama y su entorno, y la comprobación de la fortaleza que van ganando los activistas de la sociedad civil cubana -quienes ya influyen a nivel global en el relato de Cuba-, el artículo del citado medio se propuso desvelar la historia de un evento, el SRMA, crecido a la sombra publicitaria del verdadero festival de la canción italiana, y manejado por curiosos personajes que encontraron en Lis Cuesta la mejor disposición para ser el “rostro visible” de una operación publicitaria que conjuga los intereses de productores musicales con los de la tiranía en sus horas más bajas.
El Festival de la Canción de Sanremo, como indica Wikipedia, es un certamen musical anual que se celebra desde 1951 y constituye uno de los principales eventos mediáticos de la televisión italiana. El SRMA es una “especie de franquicia” de este festival. Alejándose del “revuelo” generado por la polémica en redes sociales, la revista subrayó una serie de cuestionamientos alrededor de este evento, "partiendo de la opacidad con que, en nuestra opinión, ha sido manejada su organización y gestión".
A pesar del parecido en el nombre, el “SRMA y el Festival di Sanremo no son la misma cosa”, aclaró la publicación. Según el artículo, Jorge Luis Robaina (director artístico) y Nicola Convertino, (“patrón” del SRMA), afirman que el evento “tiene algún tipo de relación con el Festival di Sanremo”, algo que “repiten sin cesar los medios oficiales cubanos”.
Pero, “más allá de estas declaraciones, no es posible encontrar explicitada esta conexión ni en los canales oficiales del evento que organiza la Radiotelevisione Italiana, ni en ningún medio italiano de relevancia”, indicó la revista especializada, haciendo recaer en Jorge Luis Robaina (director artístico del evento) la responsabilidad de la elección del cartel que ahora se ha desdibujado. Sobre la implicación del “Estado cubano” en el evento, la revista consideró que forma parte del funcionamiento “normalizado” de grandes eventos culturales en la isla.
El SRMA se vende como “un festival de mucho prestigio”, pero las ediciones internacionales que dice haber celebrado no han dejado huella en la prensa internacional y sus redes sociales “tienen un reducidísimo alcance”.
Ahora bien, ¿quién es Nicola Convertino, al que la prensa cubana identifica como “patrón del evento”? Según AM:PM, en la página oficial de Facebook del Festival di Sanremo no existe ni una sola referencia al empresario ni de su evento estrella.
Convertino, un “hombre renacentista” según el currículo que le redactó una gárgola, no es más que un empresario “aventurero”, como aquellos que surcaban los mares bajo pabellón negro y que todavía hoy día suelen encontrar puerto franco en La Habana.
La revista especializada dio cuenta de las compañías de Convertino que han dejado huella en internet: entidades sin actividad o con muy poca e insignificante; con pagos atrasados y sujetas a liquidación; y una pequeña estela de empresas con las que, según AM:PM, parece haber estado intentando vender el formato de SRMA en América.
Llegados a este punto, el artículo preguntó por la financiación del evento, cuestión medular en un país que requiere inversiones y ayudas para tantas problemáticas sociales y económicas que afectan a su población.
“Aunque no quede del todo claro, a partir de la poca información disponible es razonable asumir que son las instituciones estatales cubanas quienes están corriendo con los gastos de este festival, al menos de las acciones de preproducción realizadas hasta el momento”, señaló.
“Donde quiera que aparece asociado al evento el nombre de Nicola Convertino, se le da la ambigua categoría de ‘patrón’, sin que hayamos podido precisar si en este caso es sinónimo de mecenas y en qué medida lo es de la edición cubana”, añadieron.
Considerando que Cuba inicia 2022 “en el peor momento del pasado reciente del país, económica, política y socialmente”, la publicación especializada en música se preguntó finalmente por la necesidad que tienen las instituciones cubanas de acoger un festival opaco y rodeado de sospechas, en vez de promocionar el calendario de eventos culturales del país.
“Una revisión exhaustiva de la utilidad [de los eventos culturales], conceptos, calendarización, públicos a alcanzar, enlace con el sector del turismo y modos de financiamiento, es absolutamente urgente, dados los recursos limitados con los que el país cuenta”, concluyó un artículo en el que el nombre de Lis Cuesta, primera dama de Cuba y rostro visible del SRMA, solo se mencionó en un pie de foto.
Teniendo en cuenta su gestión del evento y el resultado del mismo solo caben dos posibilidades: que su nombre se inscriba en la enciclopedia del ridículo, o quede relegado a un ridiculísimo pie de foto en la historia de la cultura cubana.
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