Hijo de pueblo de pescadores, Gabriel Wood creció con el salitre pegado al cuerpo. Andar descalzo y nadar en la costa de Cojímar fue el placer divino que se regaló casi todos los días durante muchos años.
Aunque no ha olvidado lo que aprendió de percusión o en la primera base y los jardines de un terreno de béisbol, el primogénito del actor Patricio Wood terminó siguiendo los pasos de su padre y de su abuelo Salvador, después de querer convertirse primero en músico, físico y pelotero.
A poco más de un año de egresar del Instituto Superior de Arte (ISA), ya ha hecho teatro, televisión y cine con bastantes puntos a su favor. Este actor, de 26 años, de ojos verdes y zurdo, hará su debut como protagonista de la telenovela “Tú” -próxima a estrenarse-, pero sin pretensiones de ser un galán.
Padre y esposo devoto, el joven Wood, que encarna a Julio Sanguily en el filme “El Mayor” que actualmente se exhibe en cines, confiesa a CiberCuba que su familia es el bien más importante que posee, "lo más sagrado y sublime”. Su hija y su esposa salen a relucir una y otra vez en la conversación.
Estudia de madrugada y duerme lo más que puede. Se las arregla incluso para sacar notas altas en la cocina, especialmente si de ropa vieja se trata. Así reparte las responsabilidades del hogar y de una profesión en la que empieza a escribir su propia historia.
Agradecido por haber nacido en una familia relevante para la cultura nacional, espera que el público lo aprecie y lo respete por lo que él mismo está siendo capaz de hacer como actor.
Si te menciono al Gabriel niño, ¿qué es lo primero que viene a tu mente?
Que siempre fui un soñador, un apasionado y muy hablador. Me encantaba conversar con los adultos porque lo que decían me resultaba interesante. Pero lo primero que me viene a la mente es el mar, no concibo mi infancia sin él presente. Cojímar representa un amor muy grande por mis raíces y mi identidad.
¿De qué acostumbra a hablarse en una casa donde casi todos son artistas?
Contrario a lo que muchos puedan pensar, en mi casa de lo que menos se habla es de arte (ríe). Aunque mi esposa es artista visual, vivo también con mis suegros y mi cuñado, que son doctores, así que hablamos de muchísimos temas científicos, históricos y de la actualidad del país, pero raras veces de arte, a no ser que analicemos algo muy circunstancial o necesite algún consejo. Y lo mismo ocurría cuando vivía con mis padres y mis abuelos.
¿Cuánto influyeron tu papá y tu abuelo en tu decisión de convertirte en actor?
Pienso que me motivaron de una forma indirecta. Ninguno de los dos ejerció presión sobre mí para que yo tomara ninguna decisión. Yo quise ser percusionista, después me interesó la Física, pero creo que al final la gran admiración que siento por ambos y el constante contacto con el medio me fueron encaminando hacia la actuación.
¿Cuándo tuviste claro que era lo que querías hacer?
De alguna manera yo traté en todo momento de tener claro lo que quería. Si era percusionista, lo intentaba hasta que entendía que no era lo mío. Con la Física me pasó parecido. También con el deporte, porque fui pelotero muchos años, hasta que entré en la secundaria y descubrí que tampoco era lo mío. Pero siempre procuraba hacer algo y ese algo era mí todo en ese momento.
La primera vez que pisé un escenario, con unos 14 años, tuve una sensación que se me quedó tatuada. Fue en el grupo de teatro aficionado “Olga Alonso” en la casa de la cultura de Plaza de la Revolución, dirigido por Humberto Rodríguez, mi primer profesor y el de tantas generaciones de excelentes actores y actrices. Sus enseñanzas me hicieron enamorarme por completo de la actuación.
¿Hasta qué punto ha sido una presión formarte como actor viniendo de una familia como la tuya?
Presión, ninguna. Creo que ha sido una responsabilidad descender de este linaje que tanto le ha aportado a la actuación de nuestro país. Considero que es un honor pertenecer a esta familia, que fue la que me tocó. Continuar con esta tradición y labrar mi propio camino es parte de mi día a día.
¿Qué es lo mejor que has heredado de tus padres?
Ambos han estado presentes en todo momento de mi vida y han conformado el sistema ético y de conceptos que formó mi carácter. Ambos me inculcaron el respeto, el amor hacia la familia y a la profesión, los buenos valores y los modales, y defender mis pensamientos, mi libertad y mi felicidad.
Por ejemplo, de mi papá, heredé el juego de palabras, que no es más que una forma de darle humor a nuestras vidas reconstruyendo frases y dándoles nuevos significados. También saqué de él que no sé bailar muy bien y por eso nos inventamos un sistema de baile que solo entendemos nosotros. Mi mamá me legó las ganas de luchar por mis objetivos, la risa, la cocina, la paciencia y la diversión.
¿Cuál es el consejo más importante que te ha dado tu papá como artista?
Me enseñó a tener ética profesional, a respetar a mis colegas y que nunca se espere por mí en ninguna circunstancia. Lo demás ya uno lo va modulando, pero sin esas cosas es muy difícil abrirse paso en esta carrera.
¿Qué has descubierto en cada medio en el que has trabajado?
Confieso que me considero dichoso de haber transitado por teatro, cine y televisión. De todos tomo siempre lo mejor para poder adaptarme de una manera adecuada. Para mí el teatro es la base y el verdadero lugar donde el actor debe demostrar sus dotes. Si uno es capaz de hacerse de una técnica actoral basada en los principios teatrales, cuando salta hacia la pantalla es capaz de modularse y adecuar la energía en función de esos medios.
Por otra parte, creo que los procesos en el cine y la TV son más cortos y debes prepararte con mucha más inmediatez para lograr el resultado esperado y para en cualquier momento violentar ese proceso en función del resultado que se espera en escena. En el teatro los tiempos de preparación y ensayo son más prolongados y le permiten al actor adueñarse más de su caracterización y lograr madurar, aún más, el personaje.
Si comparamos tu formación con una mochila, ¿qué dirías que has estado echando en ella?
La he estado llenando de aprendizaje, de estudio, de sueños, de experiencias y de consejos.
Tu transformación física de un personaje a otro es impresionante. ¿Qué es lo más fácil de meterse en la piel de alguien que no eres tú?
Lo más fácil de encarnar un personaje es aprenderse su nombre cuando lees el guion. De ahí para allá todo lo demás es complicado. Estudio mucho, leo, escucho música, me voy dotando de una atmósfera que esté a tono con las circunstancias del personaje y luego busco qué aportarle.
En esto juega un gran papel el director que sin duda es quien tiene la última palabra sobre tu propuesta. Siempre trato que los personajes que encarno ofrezcan la mayor naturalidad y verdad posibles para que el público se identifique con ellos.
¿Qué representa para ti estrenarte como protagonista en “Tú”?
Para mí ser uno de los protagonistas de esta novela tan esperada supuso un gran reto en todos los sentidos, una responsabilidad que le agradezco infinitamente a Lester (Hamlet) por depositar en mí tamaña confianza. Ha sido un proyecto entrañable, lleno de cariño, de vida, de compromiso, en el que me he sentido muy dichoso de participar y compartir escena con grandes actores y actrices que admiro tanto y que son mis amigos en lo personal.
La magia de “Tú” se quedará por varios años en el imaginario popular precisamente por el amor que se le puso a la obra.
¿Cuánto puedes adelantar de Yoan Luis, el personaje que interpretas?
No puedo decir mucho porque si no, me matan (vuelve a reír). Solo puedo adelantar que atravesará momentos durísimos, situaciones límites provocadas por sus propios errores y su ego, que lo harán madurar y crecer.
¿Qué quisieras que pensara el público al hablar de Gabriel Wood?
Que mi trabajo es único y exclusivo para ellos. Quiero que cuando me vean actuar se logren identificar con mis personajes y los hagan reflexionar. Y si es posible, que me quieran un poquito (sonríe).
¿Qué sabes que no harías nunca porque lo detestas demasiado?
Lo que no haría bajo ninguna circunstancia es traicionar.
¿Qué cambia en uno cuando hace su propia familia?
Conocí a mi esposa Darian Ovies hace 7 años en el ISA y quedé flechado totalmente por su belleza y sobre todo por su pelo, que me fascina.
En el 2017 nos casamos frente al mar (para que veas lo importante que es el mar para mí), y en diciembre del año siguiente tuvimos a nuestra pequeña Greta, que es mi todo, mi amor entero. Crear nuestra propia célula familiar ha sido el proyecto y la responsabilidad más hermosa que he tenido y tendré. Cambios, hay muchos. Desde los hábitos hasta el carácter, todo puesto en función de la educación y el bienestar de mi princesa. Yo giro en torno a ellas, que son mi más sano resguardo, mi felicidad.
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