El castrismo es mucho más viejo que Luis Manuel Otero Alcántara, que este jueves cumplió 34 años, en la cárcel de Guanajay, una de tantas en Cuba, donde hay más prisiones que universidades.
El castrismo devino en plaga y -tras años de propaganda y embustes- quedó al desnudo ante la mayoría de los cubanos y el mundo, gracias el coraje democrático de un joven artista, que tiene la osadía de pintar el derrumbe provocado y la maldición del empobrecimiento por todas partes.
Luisma desafía a la dictadura más antigua de Occidente siendo un cubano talentoso y mestizo, pese a que la prédica castrista sostiene que los empobrecidos, especialmente negros y mulatos, deben vivir agradecidos por los siglos de los siglos, en anticuada liturgia post Barack Obama.
Otero Alcántara simboliza la rabia de los cubanos lapidados por un sistema político elitista, liberticida y represor, que encontró en la bronca perenne con Estados Unidos la excusa perfecta para ser dictadura, según el trovador Silvio Rodríguez, en otro ataque de amnesia interesada.
El valor del gesto cívico de Luisma radica en su capacidad de articular San Isidro, un movimiento ciudadano reivindicador ante las injusticias sociales del comunismo, creativo, horizontal y desinhibido, convertido en político por el tardocastrismo, que solo concibe la vida en blanco y negro: conmigo o contra mí.
Otero Alcántara dejó al castrismo sin el argumento de estar legitimado por los pobres de la tierra y confirmó que se trata de un poder blanco y excluyente, pese a los simulacros que perpetra para colorear la cúpula y sus guaras adyacente, incluida la televisión estatal y el turismo, donde negros y mestizos tienen escasa cabida.
El manual de tras estos hechos, está la CIA, cayó por su propio peso ante las posturas cívicas de Denis Solís y Yunior García Aguilera -ambos desterrados- y de Maykel Osorbo y Otero Alcántara, los dos en prisión, por el miedo que corroe al régimen desde el 11J, cuando arrestó también a José Daniel Ferrer y Félix Navarro, y mantiene cercados a Carolina Barrero, Coco Fariñas y Camila Acosta, junto a miles de cubanos descontentos y; este martes, ordenó el reingreso en prisión de Silverio Portal, obrero y enfermo.
Cuando un pueblo enérgico y viril llora, la injusticia tiembla, proclamó Fidel Castro once años antes que Luisma naciera en La Habana escasa de justicia, panes y peces; desde entonces y ahora, muchos cubanos lloran la frustración de haberse creído camino del cielo, mientras avanzaban resueltamente hacia el infierno, pero apareció un artista vapuleado y sincero que agujereó la noche con colores de futuro.
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