El lanzador cubano José Ariel Contreras, estrella del equipo Cuba y campeón de las Grandes Ligas con los Medias Blancas de Chicago, confesó que si le hubieran dado en su momento una casa digna en Pinar del Río, estaría hoy día trabajando en la EIDE (Escuela de Iniciación Deportiva Escolar).
“Todas las personas son religiosas a su manera. Estas son cosas de Dios. Si a mí me dan la casa en Pinar del Río, yo estuviera trabajando en la EIDE. A mí no me dieron la casa en Cuba para que yo viniera y picheara en las Grandes Ligas”, expresó Contreras en exclusiva para CiberCuba, entrevistado para el programa El Francotirador.
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En una extensa y jugosa entrevista concedida al periodista Michel Contreras, el lanzador contó anécdotas de su tiempo de jugador en el mítico Pinar del Río de El Niño Linares, Pedro Luis Lazo, Yobal Dueñas, Daniel Lazo, Faustino Corrales y otros grandes que llevaron al equipo a conquistar los dos primeros títulos nacionales desde que volvieron a usar el nombre de la provincia.
“Uno de los dos mejores pitchers que tenía la provincia… Después de 10 series nacionales nunca pudiste tener casa y al carro no te le daban mantenimiento. Después te marchaste en 2002 y 3 meses después ya eras millonario. ¿Cómo fue tu calvario para tener una casa decente en tu provincia?”, le preguntó el periodista a José Ariel Contreras.
“Imagínate, éramos vecinos Pedro Luis Lazo, al que considero mi hermano, y yo. Él vivía arriba y yo abajo. Es como decir Lázaro Hernández y El Duque viviendo en Murgoa. En mi casa de Las Martinas no había ni corriente [eléctrica]”, relató el jugador.
“Fue difícil tomar la decisión. Yo me pude haber quedado en el 99 cuando le pitchée a Baltimore, o en el 96 cuando las Olimpiadas [de Atlanta], y no. Estas son cosas que pasan, cosas del destino”, continuó.
Explicando lo difícil de tener que tomar una decisión así, de dejar atrás familia, amigos y una historia personal, José Ariel afirmó que provenía de una “familia revolucionaria” y que a su padre le costó mucho entender su decisión.
“Todo el que llega aquí dice que ‘yo no’, pero en Cuba todo el mundo es ‘comunista’. Mi papá era campesino y le dieron tierra. Ahora todo el que está aquí dice que estaba en contra de aquello… Mentira. Todo el mundo tenía que ponerse una pañoleta y cantar el himno”, señaló el diestro.
“Ojalá no le hubiesen dado la casa a [Pedro Luis] Lazo, una mansión que le dieron en Pinar del Río. Tal vez hubiéramos estado juntos”, imaginó el que fuera estrella de los White Sox en Chicago.
“En Cuba me dieron una casa toda desbaratada. Luego, cuando me fui, se la dieron a Casanova [Luis Girardo]. Le dieron mi casa, le dieron mi Peugeot. Un día le dije: mi hermano si no saco la cara, te quedas hasta con mi mujer. En mi viaje de 2013 le ayudé a echar la placa del segundo piso. Imagínate, si eso era a Casanova, a mí me habrían arreglado la casa en 2040”, bromeó el deportista.
Después de 20 años sin escribir, su padre le envió una carta que le alivió todo el peso que llevaba por haber decidido irse a jugar a Estados Unidos. “Ahora entiendo la decisión que tomaste”, le dijo el padre. “Gracias por abrirme los ojos a mí y a todo el pueblo de Las Martinas. Lo único que quiero es que seas un hombre de bien”, le escribió.
Contreras siempre creyó que Lazo era mejor que él. ¿Por qué no salió de Cuba? “Es una decisión personal., involucra a familia, amigos, sentimientos, es un paso muy difícil. Si hubiese salido hubiese sido mejor pitcher. Lo mismo pienso de todas las estrellas de mi momento. ¿Te imaginas a Omar, a Kindelán a Pacheco?”.
En 2003, viendo pichear a Lazo, el manager de Chicago, Kenny William, le dijo ¿lo conoces? “¡Es mi hermano!”, le contestó Contreras. “Dile que si viene le damos 21x3 (contrato de 21 millones de dólares por 3 años). Habría conseguido que fueran 30 si hubiera venido”.
“Omar Linares, el Niño, era bueno en todo, ganaba hasta jugando brisca”. “El mejor que me ha catcheado es Pestano”. “Si tuviera que elegir, me quedaría con el anillo de la serie mundial antes que con la medalla olímpica”. “El mejor manager que he tenido fue Ozzy (Oswaldo) Guillén”, fueron algunas de las declaraciones del jugador.
Preguntado por qué creía que no rindió igual en Nueva York que en Chicago, Contreras dijo que tenía que ver más con su condición de emigrante que la de pelotero. “Es un proceso que tienes que pasar. No es el pelotero, es el emigrante: nueva comida, nuevo idioma, nuevas costumbres”.
“A Joe Torres (de los Yankees) lo respeto muchísimo. Pero tú entrabas al despacho de Ozzy y hablaba español, tenía un elegguá y fumaba tabaco”, contó un pelotero que se ganó el corazón de todos por su sencillez y el respeto de sus rivales por su recta y su tenedor.
Una anécdota más: cuando llegó por primera vez al vestuario de los Yankees se encontró la taquilla con su nombre, su número (52) y llena de varios juegos de camisetas, ropa deportiva spikes y guantes.
“El primer día, cuando terminó el entrenamiento, dejé solo un juego de cada cosa en la taquilla, el resto ‘para mis negros en Cuba’. Cuando llegué al segundo día estaba todo repuesto. Lo volví a coger y mandar para Cuba. Al tercero vino el traductor y me dijo José, eso de la taquilla es para que entrenes aquí. No, si yo me lo llevo para el hotel para entrenar allá”, le contestó el pitcher.
“Ya por aquí pasó el Duque, yo sé que te lo estás llevando para mandar a Cuba”, le dijo el traductor que lo llevó hasta los almacenes del equipo y le dijo que podía coger lo que necesitara para mandar a los suyos.
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