Los tres días de juegos de guerra, como respuesta al 20N, y para seguir despilfarrando el dinero de todos los ciudadanos, representan el tercer golpe militar contra la civilidad en Cuba, donde el anciano Raúl Castro Ruz ha vuelto al ejercicio diario del poder, ante el fiasco absoluto de su pupilo Miguel Díaz-Canel, despreciado por la casta verde oliva prosiria y rechazado por el pueblo.
Haga lo que haga, el tardocastrismo ya perdió esa pelea insensata contra Yunior García y Archipiélago, quedando en evidencia ante la mayoría de los cubanos y el mundo, que sigue sin entender esa pasión suicida de La Habana aparentando fortaleza, cuando se tambalea mientras grita para apagar temblores.
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El anuncio de Granma, además de torpe amenaza contra los manifestantes de noviembre, confirma la supremacía del clan militar -corrupto y carente de reflejos políticos- sobre un grupo civil que abogaba por permitir las marchas del 20N; y lanzar en La Habana una manifestación contra el embargo norteamericano.
El primer golpe militar ocurrió con la imposición del mentecato y alardoso Manuel Marrero Cruz como primer ministro, tras haber destrozado el turismo; y que ahora exhibe su poderío viajando en un lujoso yipón (SUV), tras agredir a médicos y sanitarios, cuando Cuba más los necesita.
El segundo aldabonazo militar fue el desembarco en el Buró Político del gobernante partido comunista del general de división Luis Alberto Rodríguez López-Calleja, Cajero-pagador de su ex suegro y amo de las finanzas cubanas en dólares norteamericanos.
¿Cuánto costará a los empobrecidos cubanos la desproporcionada e inútil demostración de fuerza de los días 18, 19 y 20 de noviembre, movilizando los tres ejércitos, incluidas tropas especiales, los restos de la DAAFAR y la Marina y las Milicias de Tropas Territoriales?
¿Cuántos enfermos de coronavirus, dengue y enfermedades crónicas podrían atenderse con el dinero que botarán los militares y civiles movilizados en noviembre? La bajada del coronavirus no se la cree ni el doctor Durán, porque obedece a una llamativa reducción de test diarios.
Por ejemplo, el 6 de septiembre, el MINSAP informó de 7.230 nuevos contagiados, tras la realización de 58.808 pruebas; un mes mas tarde, el 6 de octubre, las cifran eran de 3.596 enfermos de Covid-19 con 38.066 test; es decir, 20.742 pesquisas menos en treinta días; asi va la impotencia médica.
Si ante jóvenes democráticos y patriotas, la casta verde oliva tiene que hacer tan descomunal esfuerzo, frente a una invasión norteamericana -constante en el imaginario defensivo del régimen- sería out por regla.
La asonada militar anunciada para noviembre liquida los restos de civilidad en el tardocastrismo, subordinando completamente el gobierno y el residual partido comunista; destrozado en su octavo congreso, al arbitrio de la oligarquía militar, embriagada con la dolce vita y las mieles del poder, pero carente de cultura general y política para afrontar los desafíos de Cuba.
La cúpula castrense fue incapaz de prever y evitar el 11J, mostrando su incapacidad para mantener el orden, aun estando dispuestos a morir matando a ciudadanos indefensos, como ocurrió durante la rebelión popular de julio, cuando el pueblo uniformado debutó en la represión contra el pueblo cubano; un punto de no retorno en la dinámica cubana de represión, pobreza, desigualdad e injusticia.
Díaz-Canel, carece de coraje político para imponerse como comandante en jefe constitucional y haber decapitado al ministro del Interior y a los jefes de la Contrainteligencia, que ni se olieron el 11J; en vez de andar firmando pendejadas militares insensatas y costosas, incluido el ascenso a teniente coronel del nieto preferido de Raúl Castro, causando malestar en las unidades de Seguridad Personal y otras del MININT.
Recientemente, el ministro de las FAR, Álvaro López Miera, tuvo la desfachatez de comentar -en sitio público-que, después de lo de México; ya podemos mandar a Díaz-Canel a cortar marabú; mientras que uno de los cinco espías fracasados y muchos otros, sostiene que hay que acometer cambios en la sociedad cubana y que las autoridades no deben seguir de espaldas a la realidad.
El anuncio de maniobras militares también será un estímulo para cubanos que aun dudaban de la conveniencia de sumarse o no a la protesta pacífica, incluidos esos a los que Díaz-Canel llamó confundidos, pero a los que ha quedado claro la naturaleza totalitaria de la dictadura; pisoteando sus propias leyes y la menguada Constitución de 2019.
La reacción de esos cubanos en la intimidad y círculos de confianza será: ¡Que hijos de putas; ahora quieren joder a los muchachos del 20N con esa mierda de maniobras de guarapitos con escopetas de palos!, y no les falta razón porque la crisis desaconseja hasta los machetes Made in Ogun; no confundir con la deidad yoruba que lleva dos letras G, pues se trata de una empresa mecánica.
Pero el tardocastrismo anda tan perdido que no cayó en la cuenta que -con el alarde anunciado este jueves en Granma- ofrece a Yunior García y Archipiélago, la opción de retrasar su marcha una semana, coincidiendo con el primer aniversario del 27N, cuando el decadente poder -en otra jornada infausta- perdió la razón ante un notable grupo de artistas e intelectuales.
Liquidar a los fidelistas y la caprichosa designación de Díaz-Canel le está saliendo más caro a Raúl Castro que un hijo bobo estudiando en el norte porque mientras fue segundo al mando, podía escudarse en Fidel; pero ahora su teléfono es siempre el último que suena y, cada vez que suena, las noticias no pueden ser peores porque no supo hacerlo bien.
Los fracasos de su protegido -carente de visión política estratégica y mal asesorado- han obligado a Raúl Castro a subirse al corcel en el que dijo mantener un pie en el estribo -mero corcoveo de caballo viejo- y comprando lealtades de generales, coroneles y el penúltimo invento de coronel primero, solo consiguió despertar en ellos la pasión por el dinero, una ventaja para la transición a la democracia porque ya no se mueven por ideales, sino por el vil metal.
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