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Hay momentos de la existencia humana que transcurren en apenas un instante vertiginoso, una mínima fracción de tiempo, pero quedan fijados para siempre en nuestras vidas. La mañana del 11 de septiembre de 2001, fecha de los infaustos ataques contra las Torres Gemelas del World Trade Center de Nueva York y el Pentágono, y el pretendido golpe contra el Capitolio de Estados Unidos, es uno de esos momentos que millones de personas en el mundo recuerdan con una mezcla de nitidez, estremecimiento y dolor, como si se tratara de un descenso en caída hasta las entrañas de la muerte.
En la brevedad de minutos el mundo que conocíamos hasta entonces desapareció. Estados Unidos y el mundo transitaron hacia una era de inestabilidad y peligro. Y nosotros no volvimos a vivir de la misma manera que antes. Los cambios fueron ostensibles en la manera de relacionarnos y comunicarnos, de viajar y compartir, y de entender el complejo y desconcertante acontecer del planeta.
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Lo que resulta una constante entre sobrevivientes, protagonistas de primera línea, testigos presenciales o personas que vivieron la tragedia desde la distancia es la permanencia del recuerdo en nuestras mentes, la vívida imagen de la hecatombe en nuestra memoria. Porque todos cambiamos al unísono, nos compadecimos de las víctimas y nos refugiamos en nuestros afectos más hondos y genuinos.
Para cada uno de nosotros hay un 9/11 incrustado en nuestra personalidad a través de cómo lo percibimos, cómo nos enteramos, dónde estábamos, cuál fue nuestro primer sentimiento y nuestra primera reacción, y a quién acudimos para aliviar la carga de tristeza, ira y desasosiego.
A manera de encuesta, CiberCuba te invita a compartir tu testimonio sobre el 9/11. ¿Dónde estábas y cómo recuerdas el momento de los atentados terroristas de hace 20 años? ¿Cuál es tu más claro recuerdo de ese día?
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