Tras las protestas del 11J en Cuba, el gobierno de Miguel Díaz-Canel ordenó reparar las calles y aceras de La Güinera, Arroyo Naranjo, así como reconocer las viviendas que hasta ese entonces no contaban con respaldo legal, entre otras medidas.
En el barrio al menos 70 viviendas deben ser edificadas por completo, de las 130 que necesitan algún tipo de reparación, según publicó el periódico Granma.
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Se legalizarán 122 viviendas y se entregará una libreta de abastecimiento a las familias que no podían comprar la canasta básica normada por carecer del documento que entrega exclusivamente el gobierno.
Así mismo, se ordenó la reparación de bodegas, consultorios, escuelas, aceras, puentes y calles, según las prioridades de la propia comunidad, que ahora se muestra como sitio de interés para el gobierno de Díaz-Canel.
Hasta allí llegó el mandatario este viernes con un amplio despliegue de seguridad en la zona, a pocos metros de donde perdió la vida el joven Diubis Laurencio Tejeda, la única víctima reconocida por el oficialismo hasta la fecha tras el enfrentamiento entre militares y civiles, con el amparo del mismo Díaz-Canel.
En La Güinera también se identificaron más mil jóvenes desvinculados del estudio y del trabajo y hasta el momento solo a unos 400 se les ha dado la posibilidad de incorporarse a pequeños cursos de capacitación en diferentes oficios, según la prensa estatal.
El discurso oficial y del propio mandatario es que los manifestantes del 11J pretendieron "robarse La Güinera" y para ello califica de vándalos a los que salieron a las calles para exigir libertad y el fin de la dictadura.
El intento de las autoridades de escuchar al pueblo ocurre más de un mes después que La Güinera y otras 60 localidades del país protestaran pacíficamente en las calles y las autoridades reprimieran a la población con un despliegue de militares y paramilitares, cortara el acceso a internet por varios días y detuviera al menos a 800 personas, de las cuales unas 500 permanecen tras las rejas.
El acto populista de Díaz-Canel y las autoridades del gobierno y el partido en La Habana fueron criticadas en las redes sociales por la población que ve en ello un oportunismo y no un acto genuino de gobernanza, porque se trata de una ayuda temporal y tardía en un barrio que por años permaneció olvidado.
Para hacer más creíble el recorrido del presidente cubano por ese barrio de Arroyo Naranjo, decidió recibir la bendición de una santera, que además ocupa responsabilidades en la comunidad, acto que la comunidad religiosa rechazó por utilizar esa imagen con el fin de lograr legitimidad en medio de la crisis que vive Cuba.
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