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En esperado combate entre púgiles nacidos en Cuba, Julio César la Cruz derrotó al ahora español Enmanuel Reyes y mantuvo viva la cadena de triunfos insulares en el ring de la Arena Kokugican.
La pelea llegó rodeada de un morbo alimentado por declaraciones de Reyes en torno a que se había presentado en Tokio "para arrancar cabezas", a despecho del palmarés del boxeador camagüeyano, vigente monarca estival y cuatro veces titular del orbe. Y vaya si el muchacho venía cumpliendo su palabra, pues al subcampeón olímpico kazajo Vassily Levit lo había mandado a la lona en el debut.
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Apodado "La Sombra" por su estilo escurridizo, La Cruz no cambió su habitual plan de pelea -guardia baja para tentar al adversario, entradas y salidas con frenéticos cambios de dirección- y le dio resultado ante "El Profeta", quien hizo gala de una agresividad impresionante y se dio el lujo de apuntarse el segundo capítulo.
La lucha se decidió en el tercer asalto, donde el agramontino llevó la voz cantante y aseguró un triunfo que, de todas maneras, no llegó a las boletas de uno de los jueces actuantes, así que el veredicto fue de 4-1.
De este modo, La Cruz llegó a cinco triunfos sin revés ante Reyes (le había ganado en Cuba en cuatro oportunidades anteriores) y la escuadra insular llegó a ocho éxitos en fila.
Por cierto, el primer enfrentamiento a nivel olímpico entre púgiles nacidos en Cuba se produjo en Río 2016, cuando Lorenzo Sotomayor -en representación de Azerbaiján- derrotó a Yasnier Toledo.
Los otros dos púgiles cubanos que escalaron el cuadrilátero, los también campeones estivales Roniel Iglesias y Arlen López, ganaron sin apuros. A saber, Roniel (69 kg) obtuvo una fácil decisión sobre el norteamericano Delante Johnson, y Arlen López hizo lo mismo a costa del mexicano Rogelio Romero (81 kg).
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