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El gobierno cubano ha tendido este sábado una trampa a cubanos descontentos, convocando Marchas por la paz con el objetivo de provocar a los rebeldes y generar una autoagresión que justifique su ola represiva y descalificar a los sublevados del 11J, dijo a CiberCuba una fuente del comité municipal del partido comunista en Plaza de la Revolución, que exigió el anonimato.
"La orden es que, si la población y opositores salen también a manifestarse, se infiltren compañeros nuestros entre ellos y agredan nuestros actos y marchas por la paz para intentar justificar la respuesta a los desórdenes del domingo", detalló la fuente.
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"El partido (comunista) ha citado a los compañeros de todos los municipios y de Mayabeque y Artemisa de madrugada, en diferentes puntos de las provincias para ir luego a concentrarnos en La Piragua (inmediaciones del hotel Nacional) donde habrá una actividad de primer nivel", explicó el funcionario, en clara alusión a la presencia de Raúl Castro que, con 90 años, evita exponerse al calor veraniego y otras inclemencias.
De confirmarse la información, es muy lamentable, pero no sorprendente porque, como afirmaron desde el poder, se trata de una guerra; en estos casos, una emboscada sería algo ordinario, valoró Roberto Veiga, coordinador de Cuba Próxima.
Posibles provocaciones pudieran desatar una jornada deshonrosa de la cual también el gobierno sería responsable porque, incluso, las manifestaciones públicas podrían ser penetradas por elementos engañosos que, de acuerdo con el poder -y para dañarlas- comiencen ellos mismos la agresión en contra de quienes defiende al oficialismo, advirtió.
"No puede lanzarse a Cuba contra Cuba”, ni siquiera como respuesta a una manifestación de tal magnitud, puesto que fue enérgica, pero dentro del rango de lo cívico y amparada en el artículo 56 de la Constitución vigente; hasta que oficialmente fue desatada una batalla, declaró.
Ningún grupo civil, sector social y menos un poder posee legitimidad para impulsar una guerra de civil. Los asuntos de una nación se resuelven de otro modo, subrayó Veiga.
Además, falta disposición en quienes deben facilitar las soluciones, en vez de desatar una ira que se expresó el 11J y culminó en odio, a causa de la penosa reacción del propio gobierno, agregó.
La población que apoya a las autoridades tiene derecho a hacerlo, incluso con furor, pero sin negar idéntica libertad a quienes disienten y mucho menos tolerar una provocación que puede desembocar en tragedia entre cubanos, sostuvo el coordinador de Cuba Próxima, que hizo un llamado a la prudencia de los ciudadanos y de responsabilidad al gobierno debido a la carga emocional de los últimos días.
La sociedad civil manifestada ya trazó los horizontes que demanda, por medio de una expresión histórica y legal, que ahora. debe convertirse en sostén de un camino político capaz de conseguirlo, también para todos los cubanos, resaltó.
Cuba no puede fracasar en un baño de sangre, concluyó Veiga.
La táctica de infiltrar militares y paramilitares en protestas antigubernamentales data de 1980, cuando diez mil cubanos irrumpieron en la Embajada de Perú en La Habana y luego ha sido usada por el castrismo durante la llamada Crisis de las embajadas, en los años 90, cuando infiltró miembros de la Brigada Especial del MININT entre los ocupantes de las sedes diplomáticas de Canadá y España.
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