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"Rompamos definitivamente las trabas que todavía impiden que nuestros actores económicos se desarrollen con agilidad, con facilidades para aportar al desarrollo”.
“Aquí todo lo que sea ineficiente, lo que sea corrupto e ilegal; todo lo que tenga una dinámica de traba, y todo lo que no sea innovador y proactivo, es dañino, sea estatal o sea no estatal.”
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Retengamos estas dos frases. Han sido pronunciadas por Díaz-Canel en una reunión del consejo de ministros para hablar de algo que llaman “perfeccionamiento de los actores de la economía cubana”. Allí se hizo referencia a la empresa estatal socialista, las cooperativas no agropecuarias, las micro, pequeñas y medianas empresas; y el trabajo por cuenta propia, únicos “autorizados” a operar por el régimen comunista en la Isla.
Lo cierto es que parece un tanto sorprendente querer “perfeccionar” figuras, cuando no están todos los que son, ni son todos los que están (por ejemplo, alguien se olvidó de los arrendatarios de tierras, y que se sepa, las empresas, ya sea micro, pequeñas o medianas, no existen en Cuba, al menos de momento). Desde hace tiempo, el régimen comunista determina sus propias limitaciones al implantar de manera obligatoria, un modelo económico y social obsoleto, origen de la mayoría de los problemas de la economía.
Pero, inasequibles al desaliento, los comunistas cubanos quieren ahora proceder al ordenamiento de los actores que intervienen en el escenario económico, yendo “más allá del simple reconocimiento de alguno de ellos”. Surge la pregunta, ¿qué tipo de reconocimiento requieren estos agentes para funcionar en una economía, que no sean los estrictamente legales, financieros y técnicos? ¿Es que tendrán que hacer guardias de fin de semana o trabajo “voluntario” en el campo, tal vez? ¿Alguien les va a compensar las consecuencias nefastas de las políticas de precios topados?
El ideario que sustenta ese perfeccionamiento fue presentado por Marrero en la referida sesión ministerial, y se parece mucho a una rueda de hámster, en la que se dan vueltas y vueltas a toda velocidad, pero siempre está en el mismo sitio.
¿Por qué decimos esto? Básicamente porque el perfeccionamiento que se pretende aplicar no va al origen de los problemas, de esas trabas que pretende remover Díaz-Canel, sino que se queda en aspectos superficiales que lo único que buscan es ganar tiempo. Es fácil llegar a estas conclusiones.
Primero, por la predominancia otorgada a la empresa estatal, como “sujeto principal de la economía nacional y como tal tiene que desempeñarse”. Desde hace seis décadas, los cubanos saben que esto es imposible, y que el colectivismo es improductivo, ineficiente y las estructuras jerárquicas basadas en la obediencia política, no sirven. Sostener una economía con el predominio de empresas estatales es suicida.
Segundo, el rechazo absoluto a una posible privatización de las formas no estatales de gestión, ni tan siquiera ante una posible ampliación de sus actividades Y, atención a navegantes, porque Marrero dijo con mucha claridad, al respecto, “que hay límites que no se pueden rebasar”. Y que una cosa es “reconocer, diversificar y fortalecer la gestión de los actores económicos”, pero que otra bien distinta es aprovechar el perfeccionamiento para que cada actor económico no se ajuste a lo que debe ser. De cambios, nada. Ese límite marca el territorio del sector privado en Cuba. Sigue proscrito.
Tercero, con relación a las micro, pequeñas y medianas empresas, se anunció que se constituirán en el sector estatal (una vez más el fracaso, como ocurre con las grandes) y también en el privado, y que para ambas organizaciones “se establecerán condiciones similares en la gestión”. Llevan tanto tiempo diciendo esto, que acabarán creyéndolo. Lo cierto es que una empresa, sea cual sea su titularidad jurídica, tiene unas reglas comunes de funcionamiento, de modo que no se está creando nada especial o que merezca la atención por medio de ese marco común de funcionamiento que, en todo caso, siempre tendrá efectos asimétricos por culpa del modelo económico y social existente.
Marrero advirtió que, en el caso de las empresas privadas, no podrán dedicarse al listado de actividades negativas ya aprobado para el trabajo por cuenta propia, ni tampoco a determinadas actividades profesionales que pueden realizar trabajadores por cuenta propia, como programador de equipos de cómputo, tenedor de libros, traductores e intérpretes, veterinarios para animales afectivos o domésticos, diseñadores y ciertos tipos de consultorías. Marrero debe ignorar que un trabajador por cuenta propia, en cualquier país del mundo, un autónomo, para tener éxito debe funcionar como una empresa y esa es realmente la base de muchos sistemas económicos.
Cuarto, hubo una referencia a las cooperativas no agropecuarias, que fueron calificadas como “experimento” iniciado en marzo de 2012 y que hasta 2014 se autorizaron 498 unidades. Con los controles realizados durante la etapa experimental se concluyó que, “a pesar de las deficiencias” este agente económico es viable. El experimento se dio por concluido y se procedió a extender de forma gradual la creación de las cooperativas no agropecuarias a todos los sectores, excepto las de la construcción, sin explicar el porqué de esta exclusión, ni cuántas han sobrevivido a la actual coyuntura.
Quinto, Marrero señaló que ya se está trabajando en las correspondientes normas jurídicas para la implementación del perfeccionamiento y sugirió que se iría informando de los avances de forma periódica. Una sugerencia: deberían consultarlas antes de publicarlas en la gaceta oficial no vaya a ser que les ocurra como con la Tarea Ordenamiento, que ha sido modificada en casi un 60% de sus disposiciones iniciales.
A continuación, intervino en la reunión Díaz-Canel, que resaltó que la tarea de perfeccionamiento obedece al cumplimiento de los lineamientos refrendados por el 6to. y el 7mo. Congresos del Partido Comunista de Cuba y ratificados en el 8vo. Una vez más, al igual que con la Tarea Ordenamiento, los asuntos conflictivos, reciben patada a seguir hacia el partido.
Según su criterio, una vez aprobadas las normas, “estaremos en mejores condiciones para avanzar en determinados aspectos como descargar al estado de actividades que no son fundamentales en el desempeño económico y aprovechar mejor la fuerza laboral, sobre todo la altamente calificada”.
Aquí llegó la sorpresa ¿Descargar el estado de funciones no fundamentales para el desempeño económico? ¿Está apostando el régimen comunista cubano por una colaboración público y privada en la gestión de la economía, en sectores como sanidad o educación? ¿Qué alcance puede tener este “perfeccionamiento”?
Díaz-Canel dijo que “necesitamos que el sector estatal sea más proactivo, más eficiente, que se sacuda un poco de la inercia, que sea más innovador”, con lo que no podemos más que estar de acuerdo, y en vez de hablar de la cooperación público y privada, se refirió a conseguir “una adecuada relación del sector estatal con el no estatal, lo cual permitiría un mayor aprovechamiento del potencial humano, las capacidades productivas, la experiencia, y la innovación” ¿Solo eso?
El objetivo de la relación sería “alcanzar una integración entre ambos sectores, potenciar la economía, y darle más dinámica al desarrollo del país” y concluyó señalando que “el proceso va a ser gradual, pero hacerlo gradual no significa que nos demoremos para empezar a implementarlo”. Cuidado con lo que los comunistas cubanos entienden por integración: una cosa es coordinación, basada en el respeto a cada uno, y otra bien distinta es la anexión que se asocia a la usurpación de funciones de uno por el otro. La larga data del régimen nos hace ser muy cautelosos.
Para acabar de exponer su iniciativa de perfeccionamiento, Díaz-Canel aludió al papel de los municipios en este plan, de modo que estas acciones dirigidas a las diferentes formas de gestión se involucren en las estrategias de desarrollo territorial y “aporten al crecimiento económico de las localidades, donde los proyectos pueden generar empleo, producir, ofrecer servicios”.
Lo cierto es que la perspectiva del desarrollo local que se está planteando en este momento en Cuba tiene como finalidad captar fondos de cooperación internacional al desarrollo, y el impacto será limitado por ello. En Cuba, más que apostar por iniciativas locales, se tiene que empezar a dibujar un escenario nacional de mercado integrado que permita a las futuras empresas privadas alcanzar escalas técnicas eficientes para producir a costes mínimos. Pero esa, es otra historia.
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