Pedro Pablo Oliva sobre "Palabras a los intelectuales": “Liberó al artista de la angustia del desamparo, pero lo sometió al control de los funcionarios”

"ʻPalabras a los intelectualesʼ”, escribió Oliva, “siempre me ha parecido un arma de doble filo: liberó al artista de la angustia del desamparo, pero lo sometió al control de los funcionarios”.

Pedro Pablo Oliva © Facebook / Estudio de Arte Pedro Pablo Oliva
Pedro Pablo Oliva Foto © Facebook / Estudio de Arte Pedro Pablo Oliva

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El reconocido artista plástico Pedro Pablo Oliva catalogó como “arma de doble filo” el histórico discurso “Palabras a los intelectuales”, pronunciado hace seis décadas por Fidel Castro y tomado desde entonces como pauta fundamental de la política cultural y la libertad artística en Cuba.

A través de la cuenta de Facebook “Estudio de Arte Pedro Pablo Oliva”, el pintor de 72 años publicó algunas “confesiones sueltas” en que reflexiona, en unos pocos breves trazos, tanto sobre su biografía íntima como sobre algunos hitos de la reciente historia nacional que han tocado su existencia y su creación.


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"ʻPalabras a los intelectualesʼ”, escribió este jueves, “siempre me ha parecido un arma de doble filo: liberó al artista de la angustia del desamparo, pero lo sometió al control de los funcionarios”.

Justo antes, Oliva advirtió en su post que “uno no siempre tiene la verdad, esta se compone de retazos que se van pegando hasta conformar el rompecabezas que es la vida”.

Se conocen como “Palabras a los intelectuales” las intervenciones hechas por Fidel Castro durantes reuniones en la Biblioteca Nacional, en junio de 1961, con la asistencia de muchos de los más importantes escritores y artistas de la isla en la época, y desde entonces su mantra principal se erigió en lineamiento para la burocracia cultural y, por tanto, en límite para varias generaciones de creadores: “Dentro de la Revolución, todo; contra la Revolución, nada”, dijo entonces Fidel Castro.

“Me niego a aceptar, venga de donde venga, el juicio radical y definitivo de quien se crea dueño de decidir quién es artista y quién no”, aseguró Oliva, quien en su momento también se manifestó públicamente contra el Decreto 349, por medio del cual el gobierno cubano se propuso arreciar su control sobre el arte independiente en la isla.

El autor de El gran apagón (1994) y de la serie de “Utopito” (Utopías y Disidencias) esbozó también algunos de esos “momentos en la vida de uno que quedan grabados para siempre”: “En 1958, las torturas a mi hermano Lisandro, la espalda llena de cicatrices; la cárcel de mi hermana Liana, la violación; el nacimiento de cada hijo, la ausencia de papá”.

Y también en aquellos sesenta de convulsión histórica: “El miedo de mi madre en los primeros años de la Revolución cuando asistía a la Iglesia”, rememoró. “Decía, no sin razón, que no se podía creer en un gobierno que quería convertir un país cristiano en ateo, romper sus tradiciones y sus mitos”.

“Sé que hay un río en un país asiático que cambia la dirección de la corriente una vez al año” escribió también este jueves, enigmáticamente, Pedro Pablo Oliva, Premio Nacional de Artes Plásticas 2006 y un artista muy comprometido —por ejemplo, a través de la labor de su Casa-Taller— con su comunidad en la ciudad de Pinar del Río.

En 2011, Oliva protagonizó en su ciudad del occidente de Cuba un notable alegato en favor de la libertad de expresión y de creación luego de que fuera apartado como delegado provincial del Poder Popular en Pinar del Río por una carta publicada en el blog Generación Y, de la periodista Yoani Sánchez, y una entrevista en el programa La tarde se mueve, de Edmundo García.

Vengo del mundo de la creación artística, del mundo de la filosofía y el pensamiento. No acostumbramos los artistas a quedarnos anclados en el terreno de lo que nos dicen, indagamos y vamos en busca de otra explicación del mundo con más libertades”, dijo Oliva ante una “Comisión de Ética” que juzgó entonces sus declaraciones.

“No aceptamos dogmas y nos parece mucho más convincente un árbol repleto de flores que la demagogia de un funcionario”, prosiguió. “No dejamos nunca de explicarnos la realidad y de intentar transformarla, aun cuando nos digan ingenuos y desinformados”.

“Soy un hombre que ama la diversidad de pensamiento, que no soporta las imposiciones, mucho menos cambiar la lengua por economía. [….]. No me paga la CIA, ni me sostiene la Fundación Cubano Americana, ni la Embajada Polaca y Checa con las que tengo las mejores relaciones culturales y de respeto. Lo que poseo lo he logrado a fuerza de trabajo”, declaró hace una década el pintor.

Y sostuvo ante el funcionariado presente aquel 7 de mayo de 2011: “Las sociedades donde todo el mundo piensa igual, en aspectos tan polémicos como la política o la ideología no existe y qué bueno. La inmovilidad de pensamiento es el cáncer de los procesos sociales, y su lentitud, el peor de los defectos”.

Pedro Pablo Oliva, escultor y pintor neoexpresionista, ha cultivado una carrera de cinco décadas que ha sido reconocida en Cuba y el extranjero.

Sus piezas se caracterizan por un lirismo inimitable que aúna la ironía más incisiva y la reflexión sosegada acerca del individuo, la comunidad, la isla y el mundo.

De acuerdo con la web del artista, Oliva “fue [hace tres décadas] el primer artista vivo en la isla en exhibir en New York después de 1959, y en el año 1993 su obra entró en el circuito de las más importantes casas subastadoras como Christie´s y Sotheby´s, jugando de este modo un rol líder para el reconocimiento internacional del arte cubano hecho en la isla”.

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