¿Participaste en alguna de las decenas de manifestaciones alrededor del mundo en apoyo a los huelguistas de San Isidro? ¿Te plantaste delante de algún consulado o embajada cubana denunciando la represión o la propaganda del régimen? ¿Pagaste alguna recarga, firmaste un manifiesto, pediste la renuncia de un ministro, “gusaneaste”?
¿Eres uno de esos cubanos que residen en el extranjero y se creen con el derecho de protestar, de pedir libertad, prosperidad, que se vayan los Castro, o cualquier expresión de hartazgo con el orden imperante en la finca Cuba Socialista? Pues, sepas que te pueden acusar “en ausencia” de un arsenal de delitos por participar de esas “acciones subversivas”.
Que lo sepas. Te lo dijo Humbertico en prime time, para que después no digas. Guerra avisada... ¿Estás becado, recibes fondos de una ONG, eres un médico prófugo o problemático, un empresario, un obrero, un funcionario, un desempleado… y subiste una directa contrarrevolucionaria? Uf, podrías estar provocando “desórdenes públicos”, o comportándote como un “mercenario” sin saberlo.
Así que 'cuidaíto'. Tú, que sostienes más de un tercio de la economía de Cuba mandando remesas a tu familia para que coma algo, compre medicamentos o emprenda; tú, que recargas sus teléfonos móviles para poder escucharles, contando los minutos, pero aliviando en ellos el peso del exilio y la distancia; tú, mal cubano, que mandas los dólares que nadie sabe dónde están. Tú, 'callaíto'. ¿Ok?
El 60% de los hogares cubanos, según datos de Western Union de 2016, sostenía su economía familiar gracias a las remesas enviadas por alguien como tú, ciudadano ausente.
“Las remesas en efectivo enviadas a la isla alcanzaron una suma de 3.444 millones de dólares, mientras que las remesas en mercancías sumaron un estimado de 3.000 millones de dólares. Entre ambas, la población cubana recibió un total de 6.444 millones de dólares”, desvelaba un informe del Havana Consulting Group, de ese mismo año. De cada uno de esos dólares, el régimen se queda el 74,3 por ciento.
Pero ahora el régimen tiene un ataque de pánico y la sangre no le llega a la cabeza, porque por primera vez Cuba proyecta una película que ellos no dirigen. La historia la está escribiendo la sociedad civil cubana, que empieza a madurar sus anhelos de emancipación y democracia en tiempos de redes sociales y hastío con la continuidad del régimen totalitario. Y en esa historia están los nombres de cientos de miles de cubanos que, desde su condición de emigrados o exiliados, han aprendido a vivir en libertad y que ahora son libres de decir lo que piensan, de manifestarse, de organizarse y asociarse, de proponer soluciones a los males de Cuba.
El régimen que quiere los dólares de estos cubanos, no quiere saber nada sobre sus derechos y libertades, ni sobre sus aspiraciones. Los quiere de vuelta en sus hoteles, pero sumisos; sin que suban una foto o hagan un comentario crítico en redes, sin que se les ocurra protestar o manifestarse, mucho menos visitar a un opositor, ejercer el periodismo independiente o aplicar a proyectos de cooperación en temas de derechos humanos.
Y para que quede claro, salió Humberto López, el represor engominado del Comité Central, a leernos la cartilla acompañado por el fiscal José Luis Reyes Blanco, un sujeto que confirma las tesis sobre la banalidad del mal.
La intención de amedrentar es clara, lo incomprensible es que por un instante hayan creído que vaya a funcionar. Mostraron todas las herramientas legales que dicen estar dispuestos a usar contra los cubanos “ausentes”. Sacaron del armario de Alarcón las leyes 80 y 88, esas que agitan cada vez que quieren transmitir el mensaje de que Cuba está en guerra, justificando así cualquier forma de represión contra el “enemigo interno”.
Invocaron los Artículos 4 y 13 de la Constitución; el 1.1 del Código Penal, el 103 (propaganda enemiga), 104 (sabotaje), 105 (penas de prisión y muerte), 119 (mercenarismo), 143 (resistencia), 144 (desacato), 200 (desórdenes públicos) y 203 (ultraje a los símbolos de la Patria). Y sobre todo, repitieron que todo este arsenal se lo pueden encasquetar a cualquiera, aunque no esté en Cuba, mediante la bolerística figura de juzgar en ausencia.
Conque, si mandas una recarga y tu primo filma una bronca en una cola de la bodega, si le regalas un móvil a tu sobrina y comparte una foto con los estantes vacíos de una tienda MLC, si envías dinero a tu familia y esta se queja en Facebook de que no les alcanza para nada, porque lo poco que hay está carísimo; si se llenan de comentarios sus publicaciones, si la prensa “mercenaria” se hace eco de ello, entonces tu sombra será juzgada por sabotaje o propaganda enemiga.
Tú, cibercubano de la vida, tú que compartes tus ideas, tus paridas, tu dolor por Cuba –porque sabes que el pan y el vino que tomaste fuera son la síntesis de una vida negada a tu pueblo sometido-. Tú, que sangras por la herida viviendo en libertad: que sepas que tus actos, tus palabras, tu posicionamiento subvierte el orden totalitario que interesa a esa élite que ha capturado tu país.
Pero, ¿creen ellos que funcionará ese terror extendido sobre toda la población en horario estelar? ¿Han pensado los estrategas del régimen qué pasará si empiezan a procesar a todos esos cubanos que ya no vamos a callar?
Ausentes y presentes, la sociedad civil cubana está reclamando ejercer sus derechos. Y la respuesta de quienes tienen el poder es ejercer el monopolio de la violencia, sistematizar la represión y poner todo el Estado en función de aterrorizar a los ciudadanos que enfrentan la maquinaria. La amenaza para los cubanos "ausentes" parece una declaración de impotencia ante el activismo y los reclamos de los presentes.
Detrás de la figura de "juicio en ausencia" asoma el hocico de una purga selectiva. Residir o viajar al exterior puede ser el pretexto para acusar a alguien de un delito y procesarlo "en ausencia". Luego, que el condenado decida, si es que le dan la opción de volver y no lo destierran de por vida.
La escalada de terror disfrazada de Estado de Derecho que presentó Humberto López es la respuesta del régimen a las demandas de la sociedad civil cubana. Pretender acallar a los cubanos de dentro y fuera en estos momentos no parece viable por mucho miedo que echen.
¿Qué pasará con los que visitan a sus familias, los que van de vacaciones, los que quieren invertir? Estar sacando códigos penales y adefesios legales con Humberto López de corifeo no genera confianza ni seguridad jurídica. ¿Entre la cárcel, el destierro y la represión piensa el régimen acallar a los cubanos? El país arrasado y ¿creen los responsables que el miedo los salvará?
Es posible que de tanto apretar la tuerca se les pase de rosca y se encuentren con un escenario peor que el que temen. Juzgar en ausencia es fácil, lo difícil es sojuzgar los espíritus libres.
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