Se llamaba Maykel Acosta Sánchez, tenía 35 años y falleció este 6 de mayo tras sufrir un paro respiratorio después de pasar al menos 19 días, según la versión oficial (la familia habla de 21), plantado en huelga de hambre en la cárcel del Combinado del Este, en el municipio habanero de Guanabacoa.
Desde 2018, Acosta estaba convencido de que solo había una manera de probar la injusticia de su condena. "Como único puedo demostrar mi inocencia es muriéndome", escribió en una carta titulada "Joven cubano pide justicia", que apenas consiguió algún Like en Facebook y a la que ahora ha tenido acceso CiberCuba.
"Pido justicia porque en estos momentos me siento engañado por aquellas personas que dicen ser revolucionarias. En dos ocasiones me han obligado a declararme en huelga de hambre. La primera vez estuve 46 días y la segunda 63 días y lo único que he conseguido es que me torturen cada vez que hago eso", denunció.
Según su testimonio, las autoridades penitenciarias nunca intentaron hacerle desistir de la huelga, sino que se limitaban a decirle que no iba a ser ni el primero ni el último plantado en Cuba; que se iba a morir y que no iba a conseguir nada con eso.
"No seré ni el primero ni el último, pero lo haré con dignidad, ya que no tengo por qué estar pagando lo que no hice ni tampoco tengo forma de que se me entienda que si yo reclamo es porque soy inocente", señaló.
En esas cartas escritas en 2018, Acosta contaba además que su mamá, que entonces tenía 62 años, había ido a protestar con un cartel a la Plaza de la Revolución, pidiendo justicia para su hijo y lejos de investigar qué estaba pasando la Seguridad del Estado la obligó a firmar dos actas de advertencia tras ser detenida.
Asimismo cuenta que un oficial de la Policía política del Partido Comunista, que dice llamarse Yon, le pidió a su familia que redactara un informe detallando qué había pasado con Maykel Acosta. Incluso les llegó a prometer que él personalmente se ocuparía de investigar lo ocurrido. Sin embargo, nunca volvieron a saber de ese funcionario del aparato represivo cubano.
"Todo es una mentira tras otra. Creo que como único puedo demostrar mi inocencia es muriéndome. Así los ayudo a salir de mí de una vez y por todas, ya que no quieren revisar la causa 357 del 2004", escribió.
Se refiere a una condena en su contra por un supuesto delito de robo con violencia por la que en 2004 ingresó en el sistema penitenciario cubano de supuesta reeducación de menores hasta que cumplió 18 años y fue enviado a una prisión de adultos.
Lo acusan de haber arrebatado una cadena a Ana Margarita Mora Ruiz, vecina de Ánimas 453 apto 1, entre San Nicolás y Manrique, en Centro Habana.
Ella aseguró haberlo identificado por la gorra y los zapatos. La mujer ni siquiera acudió al juicio. En su declaración ante la Policía no supo describir el color de esas prendas de vestir, que tampoco fueron ocupadas en el registro practicado en la casa de Maykel Acosta, ubicada en la calle Corrales, entre Águilas y Ángeles, también en La Habana Vieja.
Maykel Acosta alega que en la fecha en la que se cometió el delito él estaba ingresado, recién operado, en el hospital Calixto García.
La familia de Maykel Acosta visitó en 2016 a Ana Margarita Mora Ruiz y le suplicó que dijera la verdad, pero ella se negó, alegando que eso era un delito de perjurio.
También les dijo que el principal sospechoso de ese delito no era Maykel Acosta sino un sobrino de una amiga suya a la que ella fue a visitar y notó que le miraba mucho la cadena de oro. Saliendo de esa casa, la asaltaron.
"Nada de esto ella mencionó en el reconocimiento donde se le mostraron fotos del individuo. Prefirió marcarme a mí, que soy inocente. Por eso escribo para que el mundo no viva engañado ni ciego de lo que está sucediendo porque en mi país. Si reclamas tus derechos estás contra el gobierno. Ellos prefieren que siga en prisión porque aparte de no ser familia de ellos, están demostrando que el pueblo no significa nada", escribió el plantado.
Acosta se refiere también en su carta a la causa 46/2004, en la que una víctima lo identificó a él y a otros dos jóvenes de haberle arrebatado una cadena, a sabiendas de que no habían sido ellos, como reconoció delante de testigos.
Lo hizo, en opinión de Maykel Acosta, porque ella creía que ellos sabían quién había sido y esperaba que hablaran para no entrar en prisión. Incluso llegó a condicionar su testimonio a que le pagaran la cadena robada.
Sin embargo, ellos no pudieron hablar porque no sabían quién o quiénes eran los culpables ni tenían dinero para pagar algo que no habían robado.
Estas dos acusaciones llevaron a Maykel Acosta a prisión. Durante la condicional, lo acusaron injustamente de otro delito de drogas. Aunque no le ocuparon estupefacientes en su casa, volvió a prisión, donde murió plantado la semana pasada.
Una vida truncada
Maykel Acosta falleció hace 9 días durante su tercera huelga de hambre en la cárcel. Antes de esta última había estado plantado en otras dos ocasiones, pero esta vez su organismo no aguantó.
"Sabemos que lo dejaron morir. Él llamó a su mamá dos días antes y se ve que ya estaba agonizando. No se le entendía lo que decía", comenta un familiar a CiberCuba.
Las autoridades cubanas no permitieron a su familia verlo en vida. Cuando empeoró su salud lo trasladaron al Hospital Nacional, el 5 de mayo. Dicen que había tomado un yogurt. Allí murió sobre las 7 a.m. del día siguiente. No mejoró. Empeoró".
Pese a que su madre y una hermana preguntaron por él en el Hospital Nacional, no les dijeron nada hasta pasadas las 5.00 pm de ese día. Durante todas esas horas preguntaron y el personal médico les negaba que estuviera allí.
"Los pelotearon. Les decían que no había nadie allí con ese nombre, hasta que a las cinco de la tarde lo reportaron como fallecido", añaden.
"Su mamá mantuvo la esperanza, durante todo el día, de que estuviera vivo", recalcan.
Era la segunda vez que la madre de Maykel Acosta, muy afectada psicológicamente por el encarcelamiento injusto de su hijo, se enfrentaba a la posibilidad de que su niño pequeño (tiene otras dos hijas) hubiera muerto. La primera vez llegaron incluso a darle el pésame y luego estaba vivo, señala un familiar que prefiere mantenerse en el anonimato.
En medio del dolor por la pérdida de Maykel Acosta, las autoridades cubanas aparecieron por el funeral y comentaron a la familia que al joven aún le quedan pendientes cuatro años de cárcel. Transcurrido ese tiempo, aseguraron que se pondrían en contacto con ellos para entregarles la carta de libertad.
"Si ya no lo tenemos a él, para qué nos van a revolver el dolor dentro de cuatro años para darnos la carta de libertad", comentan a CiberCuba las mismas fuentes.
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