En materia de asuntos económicos, el congreso de los comunistas cubanos ha acabado pareciendo un juego de trileros, que consiste en una timba callejera y fraudulenta, donde un jefe y sus “palas” estafan al apostador que debe adivinar en qué lugar, de tres posibles, se encuentra la bolita manipulada.
Por supuesto, los trileros son los profesionales de este juego, que sigue embaucando a miles de curiosos, a pesar de que es bien conocido el resultado. Es lo que tiene jugar con trileros. Llaman la atención del incauto, parece fácil acertar, las ganancias suelen ser interesantes y de poco riesgo. En definitiva, el juego atrapa, y es cuando se produce la caída del jugador, engañado por el trilero. La clave, la manipulación de la pieza, y la velocidad de trilero para mover las tres opciones sobre las que se debe pronunciar el incauto que cae en la trampa. Cuando es descubierto por las autoridades, el trilero huye con sus ganancias efímeras. Y vuelta a empezar.
Obsérvese que para que el trilero tenga éxito, es fundamental que haya un incauto, alguien que movido por ignorancia y una ambición limitada, piense que puede acertar el resultado de la apuesta. La sorpresa llega cuando se comprueba que no es posible. Básicamente, porque el trilero lo tiene todo preparado de antemano. El curioso incauto cae en la trampa tendida por el trilero, incluso ese primer jugador falso que, al ganar con facilidad, atrapa al incauto al juego. No hay escape. El tiempo dedicado, y el dinero también, se pierden con ese sabor amargo de la derrota que no se acaba de entender.
La comparación con los trileros ayuda a comprender lo ocurrido en el congreso comunista cubano con relación a los asuntos económicos. Los trileros, los dirigentes encargados de la economía, moviendo las piezas a toda velocidad para que los incautos, los asistentes a las comisiones y sesiones de trabajo, crean que tienen algo que decir. En el momento que se redactan estas líneas se desconocen los documentos aprobados, tan solo el resultado de la partida, las resoluciones.
Llama la atención, por ejemplo, que, con los Lineamientos, se hayan mantenido solamente 17, en tanto que se han modificado 165, otros 92 se han eliminado y 18 se han añadido a la lista de 274. Con un balance como este hay que preguntarse qué sentido tiene seguir otorgando la dirección de las políticas económicas a un barco que se hunde, como los lineamientos. Entre los que se modifican y se eliminan, un 93% del total, apaga y vámonos. Desde luego, la mejor forma de ofrecer al resto del mundo garantías de credibilidad del futuro de la economía cubana, en momentos realmente difíciles.
El balance de lineamientos y la actualización de la conceptualización del modelo han sido claramente un juego de trileros. Los cambios ya estaban hechos desde hace tiempo, teniendo en cuenta que los elementos básicos del modelo, ni se han tocado, a pesar de que están en el origen de los problemas de la economía. Otro tanto ocurre con la conceptualización del modelo, que no se mueve ni un ápice, y señala de forma sorprendente “que la sociedad cubana se encuentra en el período histórico de construcción del socialismo, así como los principios en que se sustenta el ideal de sociedad socialista, forjado durante el proceso revolucionario”.
Largo lo fían, porque si desde 1959 no ha habido tiempo suficiente para la “construcción del socialismo”, la digestión se está haciendo muy larga y no acabará bien. Una digestión que, como buenos trileros, viene siendo la misma que desde los congresos anteriores, apenas cambia, y establece como principales objetivos:
1.- Consolidar el papel de la propiedad socialista de todo el pueblo sobre los medios fundamentales de producción; reconocer y diversificar las diferentes formas de propiedad y gestión adecuadamente interrelacionadas; el perfeccionamiento integral del sistema de dirección planificada del desarrollo económico y social y del estado como rector, coordinador y regulador de todos los actores, en particular la descentralización de facultades a los niveles territoriales, con énfasis en el municipio como instancia fundamental. De reconocimiento jurídico de la propiedad privada, nada. Reconocer para someter a control, sí.
2.- Reconocer, regular y lograr un adecuado funcionamiento del mercado, de modo que las medidas administrativas centralizadas, en interacción con las políticas macroeconómicas y otras, induzcan a los actores económicos a adoptar decisiones de acuerdo con los intereses de toda la sociedad. Llevan 62 años creyendo que un mercado intervenido puede funcionar. No entienden nada.
3.- Impulsar la ciencia y el desarrollo de la tecnología y la innovación, de modo que desempeñen un papel principal en el incremento de la eficiencia, eficacia y la productividad en todas las esferas. Sin un análisis coste beneficio, no tiene sentido trasladar la investigación básica a las innovaciones del tejido productivo. No funciona.
4.- Consolidar el papel de las universidades y fortalecer sus relaciones con las entidades de la producción, los servicios e instituciones armadas. Lograr que la toma de decisiones y la evaluación de los resultados, se apoyen en el conocimiento y la base científica. La cuestión es que ninguna universidad cubana aparece en los rankings de centros internacionales de formación superior, y esto es un hándicap.
5.- Asegurar que el trabajo y la laboriosidad constituyan valores morales cardinales y que la aplicación del principio de distribución socialista con arreglo a la calidad y cantidad del trabajo posibilite que esta sea la vía fundamental de satisfacción de las necesidades. La distribución socialista es el peor enemigo del círculo virtuoso formado por trabajo, dedicación, salario, motivación y patrimonio personal.
6.- La elevación del nivel y calidad de vida es un objetivo prioritario permanente, con énfasis en la seguridad alimentaria y energética, la educación y la salud, entre otros. El control de la correlación entre la dinámica de los precios y los ingresos provenientes del trabajo, las pensiones y prestaciones de la asistencia social, en función de ampliar la oferta, proteger y mejorar los ingresos reales, en la medida que se avanza en el proceso de desarrollo económico y social. El intervencionismo económico no permite conseguir estos objetivos, se ha visto en la Tarea Ordenamiento.
El escenario de trileros que hacen trampas y engañan al incauto, mediante trucos que predeterminan el resultado del juego, ha durado demasiado tiempo. Los cubanos deben despertar del engaño y la pesadilla de ver cómo, año tras año, están peor que el anterior.
El congreso comunista cubano en materia de asuntos económicos ha ofrecido una lección lamentable de lo que no se debe hacer. Sin embargo, la timba sigue. Es seguro que los delegados de Villa Clara o de Granma que participaron en las comisiones, volvieron a sus localidades de origen con la satisfacción del deber cumplido.
Los trileros, todavía más. Nadie los ha hecho salir corriendo en los últimos 62 años. Ahí siguen moviendo la bolita.
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