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La inclusión del General de División Luis Alberto Rodríguez López-Calleja en el nuevo Buró Político del gobernante Partido Comunista implica desafíos para Cuba porque el zar de la economía ha tenido que renunciar al confort político de mandar tras bambalinas; y para Estados Unidos, que lo tiene en la mirilla por supuestas prácticas de lavado de dinero y financiar la represión contra opositores anticastristas y venezolanos.
El deterioro de Cuba, con un notable crecimiento de la pobreza y desigualdad, aguó la jubilación de Raúl Castro Ruz, que dejó a un ahijado al frente del MINFAR y sembró otros seis fieles en el Buró Político, como parte del atrincheramiento frente al presidente Joe Biden y tras laminar a "cuadros ingenuos" que reaccionaron frente a la depauperación y apostaron por reformas económicas.
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La Casa Blanca ha dejado claro que Cuba no es una prioridad en su agenda y que las relaciones bilaterales no volverán al estatus impulsado por Obama, condicionando toda mejoría a avances tangibles en libertades y derechos humanos, porque Washington habla con un lenguaje post Muro de Berlín, mientras el Palacio de la Revolución sigue anclado en la Guerra Fría y la retórica verde oliva.
Antes, durante y después del octavo congreso del partido único, los cubanos seguirán padeciendo escasez de alimentos, medicinas, artículos de aseo y la pandemia de coronavirus en su apogeo; de ahí que el tardocastrismo no haya tenido más remedio que sacar a Rodríguez López-Calleja del armario financiero y someterlo al desgaste político que -hasta este lunes- era privativo de Díaz-Canel y sus ministros.
La postura de Biden, otro error de cálculo de la Inteligencia política al servicio de la casta verde oliva, provoca alergia en el tardocastrismo que, acaba de autodeslegitimarse, desprestigiando a la oposición, cuyas últimas acciones han desquiciado a la dictadura más antigua de Occidente con sus acciones en barrios empobrecidos y en las redes sociales, reto que deberán afrontar el ministro de Interior General de División Lázaro Álvarez Casas, incluido en el Buró Político, y Rogelio Polanco Fuentes, como nuevo jefe ideológico del partido y miembro del Secretariado.
El desembarco de Rodríguez López-Calleja, en la cúpula comunista, fue camuflado por la prensa oficial, ocultando su graduación militar y evitando el uso de las siglas GAESA, en su nota sobre el nuevo Comité Central, en ese afán totalitario de pretender ocultar el brillo del dinero con una mala oración: Presidente Ejecutivo del Grupo de Administración Empresarial.
El nuevo Comité Central adelgaza de 143 a 116 miembros, el Buró Político de 15 a 14, con solo dos negros; evita nombrar un Segundo secretario, y reduce de 10 a 7 los integrantes del Secretariado, incluidos Díaz-Canel y Morales Ojeda, que - en la práctica- será el sustituto del ya jubilado Machado Ventura.
En el Comité Central sobresalen las ausencias de los ministros de Comercio Exterior e Inversión Extranjera, Rodrigo Malmierca Díaz, teniendo en cuenta que sí está el viceministro Roberto López Hernández; del Primer Secretario de la juventud comunista Diosvany Acosta Abrahante y de ningún representante de la burocracia cultural al servicio del tardocastrismo, en horas bajas tras el manotazo de Alpidio Alonso Grau, desde entonces. en la sala de preparto de la ECOTRA.
La mayoría de la gerontocracia comunista ha quedado fuera del Buró Político y el Secretariado, un funeral político anunciado; pero también han quedado fuera Marino Murillo Jorge, que pagó los platos sin comida y la rabia de los cubanos con la "Tarea ordenamiento", Mercedes López Acea, Víctor Gaute López, y Olga Lidia Tapia Iglesias, que ni siquiera conservaron un puesto en el Comité Central.
En la nueva dirección del partido comunista no hay ni un solo pequeño o mediano empresario privado cubano, pese a que han soportado mejor que el ruinoso sector estatal la crisis y algunos han donado mascarillas y alimentos para los más necesitados; pero el PCC los sigue viendo como adversarios internos, como mal necesario y temporal, hasta que aparezca otro benefactor soviético, y volver a las andadas.
Las ausencias y ascensos podrían sugerir una próxima renovación del Consejo de Ministros, que permitirá evaluar el alcance de los equilibrios internos que sea capaz de consolidar el nuevo hombre fuerte de Cuba, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, que prometió "consultar todo" con Raúl, camino ya de convertirse en Deng Xiao Ping, pero eso mismo prometió el General de Ejército cuando relevó a su hermano Fidel Castro Ruz y, diez años después, solo queda un fidelista en la dirección comunista: Elier Ramírez Cañedo, analista de un centro que estudia el pensamiento del fallecido Comandante en Jefe.
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