Vecinos de la barriada del Cerro, en La Habana, hicieron una cola multitudinaria el miércoles pasado para comprar picadillo en la tienda del estadio Latinoamericano.
"Por eso es que no se acaba la COVID-19 en Cuba", dijo a este portal un residente del barrio de Carraguao, que prefiere no identificarse.
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"Observa esto, por un picadillo cochino. Increíble, pero cierto. Ahí tienes, el infierno en la tierra", añade el vecino de Carraguao en un vídeo enviado a esta redacción, en el que pueden verse decenas y decenas de personas aglomeradas a la espera de poder llevar a casa algo de comer.
A esto hay que añadir que cada una de las personas que marcó en la cola tenía asignado un número que los organizadores les marcan con tinta en la piel.
"Ésta es la firma y el número que te ponen en la tiendecita del Latino como si fuéramos animales y así y todo, no alcanza. Esto es un infierno", recalca en declaraciones a CiberCuba.
"Más de 60 personas se quedaron sin comprar el picadillo porque todas las tiendas de los alrededores están cerradas y las otras en MLC. Somos demasiadas personas para una sola tiendecita, la del estadio del Cerro, que es la única que queda", se queja.
Según este vecino, las opciones para hacer compras en el Cerro se han reducido en los últimos tiempos. Para demostrarlo ha enviado a este periódico una imagen de la tienda Casa Mimbre cerrada supuestamente por Salud Pública, aunque esa información no ha podido ser contrastada por este portal.
También permanece cerrada la tienda de Infanta y Santa Marta, en el barrio de Los Sitios, en Centro Habana.
El cierre de estos dos establecimientos deja a los vecinos del Cerro atados a la tienda del Latino y hace que el barrio Carraguao "amanezca caliente por la comida".
Marcados como ganado
No es la primera vez que vemos a cubanos marcados como ganado en las colas, para no sólo organizarlas sino impedir que alguien repita.
En febrero pasado, en las redes sociales circularon imágenes tomadas en Matanzas con comentarios sarcásticos como los de la internauta Mabel Cuesta: "En ciertos barrios de mi ciudad los metodólogos de las colas han decidido que si ya lo has resistido todo, bien puedes aguantar ser tratado como vaca o como preso de Terezín".
Para la periodista independiente Mónica Baró, llevar el número de la cola escrito en un brazo o en una mano es una humillación más, de las muchas a las que son sometidos a diario los cubanos.
Otros métodos más controvertidos se han visto, como el utilizado por oficiales del MININT que fotografiaban a las personas en una cola, como medida para evitar coleros y saltándose la propia normativa del gobierno que impide tomar imágenes de las filas en la calle.
Desde antes de la crisis del coronavirus Cuba ha vivido un aumento de las colas debido al desabastecimiento del país que afecta el consumo de productos esenciales como pan, leche o medicinas.
El Gobierno cubano lo achaca al embargo, pese a que, por ejemplo, de enero a mayo de 2020 compró pollo a Estados Unidos por valor de 81,6 millones de dólares.
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