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La Administración de Joe Biden estaría ultimando una nueva batería de sanciones contra individuos y entidades de Rusia por su injerencia en asuntos internos de Estados Unidos, como las elecciones, y sus ataques cibernéticos.
Las nuevas medidas incluirían a una docena de personas, incluidos funcionarios del Gobierno y de los servicios de inteligencia, así como unas 20 entidades, según detallaron varias fuentes a medios norteamericanos.
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El paquete de sanciones también incluiría la expulsión de unos diez funcionarios y diplomáticos rusos.
Las sanciones se enmarcarían, según Washington, en la interferencia electoral, así como el ataque cibernético de la empresa conocida como SolarWinds, y la evaluación de la CIA de que Rusia ofreció recompensas a milicianos terroristas en Afganistán por matar a soldados estadounidenses.
Estas medidas se tomarían después de una conversación telefónica entre el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y su homólogo ruso, Vladimir Putin, este mismo martes, en la que abrió la posibilidad de una cumbre entre ambas naciones en un tercer país.
Las sanciones están destinadas a profundizar los esfuerzos anteriores de EE.UU. para castigar a Rusia por interferir en las elecciones, apuntando a la deuda soberana del país, según personas informadas sobre el asunto.
Las restricciones a la deuda soberana afectan la capacidad de una nación para obtener bonos denominados en dólares, y los prestamistas temen verse aislados de los mercados financieros estadounidenses. Estados Unidos ha utilizado recientemente técnicas similares contra Irán, entre otros países.
Los precios de los bonos rusos han fluctuado en las últimas semanas en previsión de posibles sanciones. Rusia tiene relativamente poca deuda, lo que la hace potencialmente menos vulnerable a la táctica. Y el reciente aumento de los precios del petróleo beneficiará a la economía del país.
Sin embargo, cualquier sanción amplia contra el sector financiero de Rusia equivaldría a una escalada significativa en los costos que Estados Unidos ha estado dispuesto a imponer a Moscú.
Por otra parte, funcionarios norteamericanos han reconocido que no saben si los hackeos de SolarWinds, en los que los piratas informáticos rusos obtuvieron acceso al software de administración de red utilizado por miles de entidades gubernamentales y empresas privadas, abrió rutas para contrarrestar represalias.
Este martes, Biden habló con el presidente ruso, al que advirtió sobre la concentración de tropas rusas en la frontera de Ucrania y Crimea. Jen Psaki, secretaria de prensa de la Casa Blanca, dijo el miércoles que la llamada estaba destinada a enfatizar las consecuencias de las actividades de Rusia, pero no queda claro si Biden le advirtió a Putin de las posibles medidas de su administración.
La administración Biden ya llevó a cabo una ronda de sanciones contra Rusia, por el envenenamiento del líder opositor Alexei Navalny.
Esas sanciones fueron similares a una serie de medidas adoptadas por las naciones europeas y Gran Bretaña tomaron en octubre y se ampliaron en marzo.
La CIA presentó a la administración Trump una evaluación de inteligencia asegurando que Rusia había ofrecido de manera encubierta pagar recompensas a militantes terroristas para incentivar más asesinatos de estadounidenses en Afganistán, lo que provocó indignación bipartidista en el Congreso. Como candidato, Biden planteó la cuestión de las presuntas recompensas y, una vez en el cargo, ordenó a sus funcionarios de inteligencia que elaboraran un informe completo sobre estos esfuerzos rusos contra las tropas estadounidenses.
Si bien la administración Biden no ha publicado ninguna información nueva sobre estas presuntas recompensas, sí hizo público un informe sobre la interferencia electoral rusa, donde decía que Putin había autorizado grandes esfuerzos para dañar la candidatura de Biden durante las elecciones de 2020, incluso mediante el montaje de operaciones encubiertas para influir en personas cercanas al presidente Donald J. Trump.
Estados Unidos y sus aliados también están cada vez más preocupados por la acumulación de tropas rusas cerca de Ucrania. William J. Burns, el nuevo director de la CIA, advirtió al Senado este miércoles que la acumulación incluye fuerzas suficientes para una posible incursión militar, aunque dijo que no tenían claro si Rusia estaba tratando de enviar una señal o prepararse para una guerra.
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