Por sus manos pasaron los mejores vallistas cortos del atletismo nacional, incluyendo a dos campeones olímpicos (Anier García y Dayron Robles) y un recordista universal (el propio Robles).
En 2010, cuando aún trabajaba con la selección cubana, la extinta IAAF lo distinguió como el mejor entrenador del mundo.
Su leyenda iba y va de boca en boca en los corrillos de la velocidad con obstáculos, hasta el punto de que un atleta del calibre del inglés Andrew Pozzi se mudó a Italia para ponerse a sus órdenes.
Dicho esto, podría parecer que Santiago Antúnez Contreras tendría los humos de la fama en la cabeza, y que quizás le daría largas a la posibilidad de una interviú. Pero no. Bastó con que su hijo del mismo nombre le enviara un mensaje de Whatsapp para que el villareño de 73 abriles me soltara un elogio inolvidable.
“Mi hijo me habló de su interés –escribió Santiago- y para mí es un honor estar a su disposición porque lo tengo como uno de mis favoritos en periodismo deportivo”.
“Miles de gracias”, contesté con el ego inflamado. “Le enviaré un cuestionario de inmediato”.
Un par de días más tarde, luego de disculparse “porque estaba muy ocupado con unas conferencias”, el Eugenio George de las vallas me (nos) regalaba esta entrevista.
En 2013 pareció que se produciría su retirada definitiva de las pistas. Sin embargo, ocho años después continúa trabajando. ¿Puede interpretarse eso como estaba desanimado de trabajar en Cuba?
-Estuve muy desanimado y profundamente incómodo por las decisiones que se tomaban en el deporte y el atletismo en particular, decisiones que afectaban nuestro trabajo con vistas a los Juegos Olímpicos de Beijing, que posteriormente se agravaron y representaron mucha presión para un atleta como Dayron.
¿Puede ponerme un ejemplo?
-En 2010 el INDER realizó una entrega de estímulos que incluía dos automóviles para el atletismo, los cuales fueron entregados a buenos entrenadores que merecían premio para sus resultados. Pero resulta que ese año yo fui seleccionado el mejor entrenador del mundo y no me dieron ninguna explicación. Entonces pensé que era el momento de irme y solicité mi jubilación, pero debí postergarla porque tenía compromiso con Dayron para las Olimpiadas de Londres.
¿Ha considerado –aunque fuera por un momento- la posibilidad de regresar a Cuba como entrenador de la selección nacional?
-No. A mi edad no voy a ser de mucha utilidad y la especialidad de vallas está bien atendida con el estelarísimo Anier García. A él solo hay que darle tiempo para desarrollar su trabajo, porque un vallista no se construye en dos o tres años.
¿Alguna vez ha recibido propuestas de trabajo con corredores estadounidenses?
-Nunca he recibido ninguna propuesta para trabajar con el equipo estadounidense.
¿Qué tan bueno le parece Andrew Pozzi? ¿Lo ve capaz de rebajar los 13 segundos o ser medallista en Tokio?
-Pozzi es un magnífico atleta con tantas potencialidades como Anier y Dayron. Los problemas técnicos los ha mejorado mucho y ya puede emplear a tope su velocidad. Ha progresado bastante desde el año pasado y en 2021 fue segundo del campeonato europeo bajo techo con su mejor marca, 7.43 segundos. Es un fuerte candidato a medalla en los Juegos Olímpicos de Tokio.
Enuméreme las diferencias puntuales que existen entre preparar a vallistas europeos y cubanos.
-Me ha sido muy difícil adaptar mi sistema de entrenamiento de la escuela cubana de vallas en el extranjero. He tenido que ir con calma para que los atletas entiendan la filosofía del sistema cubano, que con los atletas nacionales ‘caminaba solo’ pues había una correspondencia entre el trabajo de la base y el de los equipos nacionales. Pero además los cubanos tienen sus capacidades coordinativas más desarrolladas, mayor sentido del ritmo (con ejercicios desarrollados por la música), más potencia de salto, entrenan con mucha voluntad, nunca dan nada por perdido y su confianza en el entrenador es absoluta.
¿Cuáles son las tres virtudes fundamentales que hicieron de usted un entrenador de primera línea en carreras de vallas?
-Uno, gustarme el deporte y amarlo como a la familia. Dos, respetar y oír a todos los demás entrenadores, jóvenes o experimentados, inclusive de otros deportes. Y tres, ser un constante estudioso de lo que hago y de cada uno de mis atletas.
¿Nunca ha sentido interés por los 400 con vallas?
-Cuando trabajé en la ESPA Nacional entrené 100, 110 y 400 con vallas y tuve un campeón mundial juvenil en esa última prueba, Emilio Valle. Pero ya con atletas de alto nivel es muy difícil poder dedicarse a dos modalidades de tan grado de exigencia.
De todos los atletas que ha entrenado, ¿cuál ha sido el mejor en indicadores como arrancada, técnica, velocidad, autoconfianza y abnegación?
-Es complicado definir el mejor en cada uno de esos indicadores, pues cada atleta es diferente. Nuestro entrenamiento se ha basado en explotar las mejores capacidades de cada atleta. Digamos, si un atleta es de capacidad de reacción lenta, como Dayron, aprovechamos su potencia. Otros, como Valle, no fueron muy veloces ni potentes pero sí muy abnegados entrenando y preocupados por mejorar técnicamente. También está el caso de hombres como Anier, que tampoco era muy veloz pero sí hábil, explosivo y extremadamente combativo.
¿A quién considera el mejor de todos los tiempos en las vallas cortas?
-Esa es una pregunta espinosa. Pero por la fuerza, la elegancia, la rivalidad y la técnica que exhibieron esos atletas, para mí los mejores han sido Dayron Robles y Liu Xiang, con Allen Johnson, Anier García y Colin Jackson en segundos lugares.
¿Qué criterio tiene del subcampeón olímpico cubano-español Orlando Ortega?
-Hoy por hoy es uno de los buenos vallistas del mundo y tiene mucho potencial.
¿Hasta dónde le debe su consagración como entrenador a Heriberto Fernández Arroyo?
-Siempre he manifestado que él fue el iniciador de la escuela cubana de vallas porque sus triunfos iniciales fueron en los primeros Juegos Escolares Nacionales, siendo profesor de Educación Física de la Secundaria Básica de Ranchuelo, mi pueblo natal.
¿Cree usted que realmente existe una escuela cubana de vallas?
-Ese nombre no fue creado por nosotros los entrenadores de vallas sino por la prensa deportiva extranjera. Lo escuché por primera vez en una conferencia de prensa, pregunté el motivo de la expresión y me dijeron que solo Cuba, siendo un país pequeño, había tenido dos finalistas femeninas y uno masculino en Barcelona 1992, dos masculinos en Atlanta 1996, un campeón en Sydney 2000 y una finalista femenina, un bronce en Atenas 2004 y otro titular más en Beijing 2008. Y después tuvimos dos finalistas más en Londres 2012 y una plata en Río 2016, porque Ortega surgió de esa escuela. Ello, sin contar las medallas logradas en mundiales al aire libre y bajo techo.
¿Por qué cree que talentos como Yordan O’Farril y Roger Iribarne no lograron explotar todas sus potencialidades? ¿Será entonces que la escuela va camino de su desaparición?
-O'Farril y Roger son atletas que han demostrado que tienen potencial para grandes resultados, pero no sé qué ha sucedido. Y por supuesto, si los resultados de primer nivel desaparecen habrá que hablar de la escuela cubana de vallas en pasado, porque el respeto solo lo dan los resultados.
En sentido general, los atletas nacionales tienden a realizar actuaciones de impacto en eventos en Cuba y luego se desinflan en el extranjero. ¿Será que no son confiables los tiempos y marcas de esos eventos?
-No sé si será así. Cuando fui director técnico tuvimos que cambiar el sistema de salida a las giras en Europa pues se medían resultados para poder salir; ahora puede que esté sucediendo lo mismo y los entrenadores aceleren el resultado. Tener una marca importante a la altura del mes de marzo no es un logro, sino un motivo de preocupación.
A menudo ha hecho referencia a la necesidad de conocer el perfil sicológico de cada atleta. ¿Puede ejemplificarme cómo le ha rendido dividendos ese elemento?
-Yo le presto mucha atención a cada atleta, a conocer su temperamento para saber cómo tengo que hablarle en los entrenamientos o antes de una competencia. No es lo mismo entrenar a un atleta de temperamento sanguíneo que a uno de carácter melancólico.
¿Qué elementos incorpora en sus entrenamientos que lo diferencian del método de preparación de otros entrenadores de la élite?
-Los ejercicios de vallas en cualquier parte del mundo son los mismos, pero yo los realizo con objetivos técnicos adecuados a cada atleta.
Usted ha dicho que no quería atletas para triunfos centroamericanos ni panamericanos, sino olímpicos. ¿Qué importancia le concede a la ambición en el éxito de un entrenador?
-Ese aspecto es muy importante. Los atletas tienen que saber que entrenar en el alto nivel es un compromiso de entrega total y extrema disciplina. Para mí el alto nivel es entrenar y sacrificarse para participar en Olimpiadas y Mundiales. Siempre les dije que si tenían el criterio de hacer marquitas para ir a Centroamericanos que no perdieran el tiempo, que en la escuela cubana de vallas había que pensar en grande. Y te digo, podía ser que un atleta solo fuera de nivel centroamericano, pero yo tenía que verlo entrenar y cuidarse y competir buscando la marca olímpica.
¿Se considera todavía Santiago Antúnez el mejor entrenador del mundo, o cree que esa época en que la IAAF lo reconoció como tal ya quedó atrás?
-No es que me considere el mejor entrenador del mundo en la actualidad, eso lo dan los resultados. Veremos este año cómo me va pero pienso que hemos comenzado bien. Solo deseo comprobar hasta dónde llegan aquí los resultados de nuestro sistema de entrenamiento.
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