Este trabajo explora los cinco datos clave ofrecidos por Cubadebate en un reportaje reciente del mismo nombre -retirado después de haber sido publicado-, para resaltar la dureza del momento actual y los retos planteados por la Tarea Ordenamiento. Ciertamente, la economía de Cuba se enfrenta a un “duro y desafiante” entorno, en el que se pretende acometer un proceso de transformación que va mucho más allá de las necesidades del país. Pero es una gran maldad asignar responsabilidades a otros cuando las decisiones tienen un protagonista y unas circunstancias específicas que deben ser tenidas en consideración: el régimen.
El primer dato clave se refiere al prolongado impacto de la pandemia en la economía. Nada nuevo bajo el sol. En mayor o menor medida, salvos casos contados y muy excepcionales, todos los países del mundo luchan por atajar la pandemia del COVID-19 con políticas responsables y sostenibles, y no figurando escenarios que carecen de realismo. Precisamente en Cuba las cosas no se han hecho bien, y por ello, el clima de incertidumbre se generaliza y destruye oportunidades que después no van a volver. Por desgracia, se agota el tiempo para la reflexión y hay que actuar. Por ejemplo, el anuncio del retraso en la vacunación con Soberana no es una buena noticia. Se tienen que hacer bien las cosas y dejarse de experimentos que no conducen a nada, y, sobre todo, facilitar la vida a los cubanos para que no tengan que aglomerarse en las eternas colas para poder comprar cualquier cosa. Si se tiene que pedir ayuda internacional, no queda otro remedio.
Mientras tanto, en Cuba se podría haber hecho las cosas de modo muy distinto. Ni siquiera en momentos excepcionales, como el actual, alguien ha dispuesto medidas para reducir y eliminar las colas. Mientras que no se asuman políticas responsables, el turismo no levantará cabeza. Esa idea de vacunar a los turistas que lleguen al país no tiene ni pies ni cabeza, pensando que los viajeros que llegan a la Isla proceden de estados que cuentan con sistemas de salud avanzados, en los que van igualmente a ser vacunados y gratis. El ofrecimiento del turismo cubano solo puede acabar con el cierre de hoteles. Vendrán más.
El segundo dato clave se refiere al bloqueo, que se define como el peor año de la historia. Nada más y nada menos que 5.570 millones de dólares en el bienio 2019-2020 aunque las autoridades dicen que se calcula el daño de forma conservadora. En las condiciones actuales, la estimación equivale a un 5% del PIB, más o menos lo que representa el turismo en la economía cubana. Y es que de eso se trata. De los 5.570 millones de dólares el régimen se descuelga nada más y nada menos que con una estimación de 1.888 millones de dólares en turismo, la más elevada de todas, el 34% del total. Cálculos de esta magnitud recuerdan y mucho, al cuento de la lechera, porque si no hay vaca, por mucho cántaro que se tenga para recoger la leche, olvídense.
El régimen quiere turistas yankis en Cuba y ya lo reconoce abiertamente en sus cálculos del bloqueo que anda presentando en foros internacionales. Pero ¿de verdad se creen que Cuba podrá generar ingresos por casi 2.000 millones de dólares de Estados Unidos en turismo? Lo dudo. Difícil es justificar un bloqueo cuando Cuba comercia libremente con 192 países del mundo, recibe inversiones extranjeras y préstamos de todos los países que, eso sí, luego no paga intereses o retrasa las deudas comerciales. Y claro, eso no es bloqueo, y se considera un comportamiento ejemplar, desde los tiempos de Fidel Castro, cuando proclamaba que la deuda no se tiene que pagar. Así les va.
El tercer dato clave se refiere a las medidas para enfrentar la crisis generada por la COVID-19, que en el caso citado se concretan en la denominada Estrategia económica y social del gobierno aprobada en julio de 2020. Este documento, al que hemos referido en ocasiones anteriores, se compone de 16 áreas clave, y de ellas, justamente, la que menos funciona y más problemas da a los cubanos, es la producción de alimentos. Que si realmente fuera una prioridad de la economía tendría que recibir medidas muy distintas a las que se aplican. La Estrategia incluye otras áreas clave como agroindustria azucarera y sus derivados, turismo, servicios profesionales, salud, industria farmacéutica, biotecnológica y producciones biomédicas, telecomunicaciones, construcción, energía, logística integrada de transporte, almacenamiento y comercio eficiente, logística integrada de redes e instalaciones hidráulicas y sanitarias, industria manufacturera, comercio interior, comercio exterior, sistema financiero y política de empleo y salario, seguridad y atención social.
Lo cierto es que, hasta la fecha, la Estrategia no es otra cosa que un documento de intenciones, sin concreciones presupuestarias (porque ni existen) y cuyo ritmo de implementación deja mucho que desear al haberse solapado con la llamada Tarea Ordenamiento, que está creando muchos más problemas de los previstos. Pese a las arengas de los dirigentes a favor de la innovación, la valentía y de hacer cosas diferentes, la reacción de los agentes económicos no se ha producido. Las medidas acordadas, como la autorización a que las formas de gestión no estatal puedan exportar mediante entidades estatales o la mayor autonomía y gestión a la empresa estatal no han conseguido dinamizar el sector productivo, en tanto que los mecanismos de asignación de divisas no funcionan a la vista de lo disparado que está el tipo de cambio del peso con el dólar en el mercado informal. Las tiendas en MLC están agravando las injustas desigualdades del momento económico y la autorización de 2.000 actividades para el trabajo por cuenta propia ha pasado sin pena ni gloria
El cuarto dato clave se refiere al anuncio del día cero de la unificación monetaria y cambiaria. Siendo una noticia esperada, que generó no poca tensión desde el verano de 2020 cuando se anunció por primera vez su implementación, lo cierto es que muchos cubanos se han quedado con la sensación de improvisación a la hora de evaluar la Tarea Ordenamiento, con una tasa de cambio única de 24 CUP por un dólar, el fin de la circulación legal del CUC, la eliminación de subsidios excesivos y gratuidades indebidas y una modificación en la distribución de los ingresos.
Los cubanos han visto como los precios se disparaban al alza, en muy poco tiempo, erosionando sus rentas y situando su nivel de vida por debajo del existente antes del inicio de las reformas. El gobierno culpa a las empresas y pequeños negocios de los aumentos de precios, pero la responsabilidad real es solo suya, al no haber realizado las reformas estructurales que se necesitan para que la economía produzca más.
El quinto dato clave hace referencia a la contracción económica del PIB que según datos oficiales está en recesión desde el segundo semestre de 2019 y ha caído de forma espectacular en 2020, un 11% para continuar a la baja en estos dos primeros meses de 2021 en los que no cabe apreciar mejorías en la situación económica. El plan de la economía de 2021 todavía cree posible la remontada, cuando los indicadores apuntan justo en la dirección opuesta. Hablan de que, a pesar del escenario de crisis, se concluyeron importantes inversiones en los principales programas de desarrollo: vivienda, 47.400 inmuebles terminados; turismo, con 2.000 nuevas habitaciones; la primera bioeléctrica en operaciones en el país, e inversiones en el sector hidráulico y la producción de alimentos, entre otros. También declaran que se aprobaron 29 proyectos de inversión extranjera, por 2 455 millones de dólares, cinco de ellos en la ZED del Mariel, donde operan empresas de 21 países y de 11 multinacionales.
Es evidente que estos resultados no tienen impacto alguno sobre la economía, a la vista de los datos.
Y luego viene lo mejor. Se cree que 2021 será decisivo en la recuperación gradual de la economía, por cuanto supone el cierre de la primera de las tres etapas previstas (2019-2021, 2022-2026 y 2027-2030) en el Plan de Desarrollo hasta 2030, durante la cual se estimaba un crecimiento en el entorno del 1 al 2 por ciento, según informa el MEP en su página web. Y añaden que tras el desfavorable resultado de 2019 y 2020, el calendario siguiente, con el inicio del ordenamiento monetario, “será decisivo en la recuperación gradual de la economía, en tanto se logre crear condiciones más favorables para el desarrollo del sector productivo nacional”. La confianza excesiva en el plan tiene esas cosas. Que luego hay que justificar por qué no se cumple.
Por último, el gobierno fía sus opciones a mejorar la ejecución del presupuesto del estado, al que se reconoce un déficit fiscal de 86.744 millones de peso, un 18%, por encima de lo sugerido por la literatura (no mayor del 3%), con el que se pretende que la economía reaccione, cuando ocurre justo lo contrario. Más déficit supone limitar el crecimiento. También cree el gobierno que otro desafío lo tienen los actores económicos, que deben aprovechar las oportunidades que genera el ordenamiento monetario, oportunidades que nadie acaba de ver porque ni se eliminan las trabas que lastran al sistema empresarial ni se suprimen las dificultades objetivas para implementar las 43 medidas aprobadas. Tampoco hay perspectivas de que el encarecimiento del cambio de moneda afecte a las importaciones, provocando un aumento de la producción interna. Sin reformas estructurales, estos cambios no serán posibles. El escenario más complejo de los últimos años para el castrismo puede acabar realmente mal.
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