Para el cubano Ángel Oscar Caballero, 'el Ninja', la década de los 90 en Cuba marcó el renacer de un deporte apasionante: el baloncesto.
De aquella época cuenta que “como la Liga Superior estaba tomando tanto auge en el país, el querido narrador deportivo René Navarro supo relacionar al público con los jugadores, mediante sobrenombres que los caracterizaban”, una iniciativa que cataloga de perfecta pues “cada uno de nosotros nos sentíamos partícipes del espectáculo, nos comprometía, nos hacía darlo todo sobre la cancha”.
Él, por ser un jugador “muy explosivo”, que se “movía cuál felino por toda la cancha” fue bautizado por Navarro como “El Ninja”.
“Hoy día muchas personas que me encuentro por doquier me reconocen y me llaman por ese nombre y eso me da tremenda alegría porque sé que dejé una gran huella positiva en los años que le dediqué al baloncesto cubano. Incluso, en una ocasión, mi hijo pequeño me preguntó: ‘¿papi por qué te decían el Ninja?’" confiesa en esta entrevista para CiberCuba.
Un gran placer reencontrarte muchacho ¿Qué es de tu vida? ¿Por dónde andas?
Desde 2007 me encuentro en Miami Lake, Florida, después de vivir ocho años en Puerto Rico. Soy profesor de Educación Física en una escuela primaria (Elementary School) en Miami y a la vez trabajo como Asistente de Entrenador de Baloncesto en Belen Jesuit Preparatory School.
¿Cómo llegaste a tierra boricua; cuándo?
¿Recuerdas el Torneo Preolímpico en San Juan 99? Allí opté por no regresar más a Cuba, fue una decisión muy importante en mi vida puesto que entendí que en nuestro país no tenía oportunidades de jugar como profesional y tener un futuro diferente.
En la Isla del Encanto permanecí casi un año haciendo todo el trámite de papeles de inmigración para legalizarme, sin poder jugar en ese tiempo, el cual aproveché en mi preparación, entrenando todos los días, esperando con anhelo para poder comenzar a jugar profesionalmente.
En abril de 2000 firmé mi primer contrato como profesional con los Guaiqueríes de Margarita en Venezuela.
¿Podrías hablar un poco de esa parte casi desconocida de tu vida, al menos para muchos cubanos en la Isla?
Pues te cuento que estuve 12 años jugando como profesional. Entre 2000 y 2012 integré clubes en República Dominicana, Argentina, Islas Canarias, Venezuela, Ecuador, Uruguay, Puerto Rico.
Entre las anécdotas que más recuerdo durante mi carrera como profesional es que tuve la suerte de poder compartir en el mismo equipo con exjugadores de la selección nacional cubana como, por ejemplo, en 2004 con Ruperto 'el Junior' Herrera en el Comodoro Rivadavia argentino; un año después, en mi paso por el básquet uruguayo, tuve el placer de estar junto a Richard Matienzo, para mí algo inolvidable, porque desde el 94 que Richard desertó en el Campeonato Mundial de Canadá, no nos veíamos.
Volver a jugar en el mismo equipo era como revivir aquello que habíamos vivido en la selección nacional. Otra experiencia similar la viví en 2008 en Obras Sanitarias (Argentina), cuando confraternicé con Lázaro Borrell; te podrás imaginar qué tremenda combinación hicimos. Era como un sueño volver a estar juntos en la cancha.
Durante mi paso por Puerto Rico tuve la bendición de jugar con Roberto Carlos Herrera en el Leones de Ponce; nos llamaban la conexión cubana: yo corriendo por los laterales y él pasando la pelota como si estuviéramos en Cuba.
He indagado y sé que protagonizaste excelentes faenas como jugador profesional. ¿Cuáles de esos momentos serán imborrables para el Ninja Caballero?
De mi carrera profesional disfruté todos los momentos, pero los más importante fueron los campeonatos que alcancé en Venezuela con los Delfines de Miranda y las tres finales que disputé en Puerto Rico, una como miembro de los Maratonistas de Coamo en 2004 y dos con los Piratas de Quebradillas en 2009 y 2011, respectivamente.
¿Cómo llega Ángel Oscar a ocupar primerísimos planos en la época de oro del básquet cubano?
Vamos por pasos; primero lo primero. Yo siempre practiqué baloncesto. Comencé en el centro deportivo Cauto en Palma Soriano a la edad de 7 años bajo la égida de quien fuera mi primer entrenador, Gilberto Rodríguez “Betico”.
Mis hermanos, Osmar y Juan Carlos, ya practicaban baloncesto y fue Gilberto quien les dijo a ellos: “traigan al chiquito también para acá” y recuerdo que al llegar al entrenamiento el primer día él me instó a practicar al verme recogiendo balones: “No no no…tú eres el primero que tienes que estar en la cancha“ y… ¡ahí comenzó todo!
A Betico lo promovieron y seguí practicando con Jorge Torres de quien guardo también muy buenos recuerdos. Imagínate el calor que pasábamos en esa cancha, el sudor, y yo veía a los nadadores salir mojaditos, frescos de la piscina y me decidí a ser nadador.
Al verme, Jorge fue a la alberca y me sacó por los pocos pelos que tenía en la cabeza. Hoy le doy las gracias por haberlo hecho, por haber tenido la visión de sacarme de allí y ver que ese no era mi deporte, aunque la natación sí estaba en mi destino pues hoy he formado una linda familia con una exnadadora del equipo nacional, Niuvys Rosales, con quien tengo a mis dos príncipes, Ángel Luis, 17 años y Bryan Oscar, 10.
¿Y cómo subes en la pirámide del alto rendimiento?
En la categoría 11-12 años entreno con el profe Jorge Carrión, con el aprendí mucho porque no solo nos enseñó los fundamentos sino también muchos trucos que no están en el ABC del baloncesto y que son importantes a la hora de jugar. Recuerdo que en 1982 nos llevó a una competencia nacional en Tarará y por mis resultados intervine en mi primera competencia internacional, el Centroamericano infantil que se celebró en Caguas, Puerto Rico. Tenía 12 añitos.
A partir de ahí fui escalando la pirámide; otros técnicos me dieron su savia: Aleido Correoso en la EIDE santiaguera; y Néstor Trujillo, Pedro Chappé y Miguel Montalvo en la ESPA NACIONAL en Playa, La Habana.
En edad juvenil yo recuerdo una proeza que hizo el seleccionado nacional en los JJA.
¿Recuerdas aquello? En efecto, en 1986 participamos en los Juegos Juveniles de la Amistad en Rumania y llegamos tarde a la competencia. Para empatarnos con los demás tuvimos que jugar tres juegos en un solo día y al final ganamos el torneo.
Fue muy emocionante escuchar por primera vez el himno nacional en la premiación; siempre lo veía en la televisión cuando ganaban en otros deportes, pero vivirlo personalmente fue realmente lo máximo. Yo soy cubano esté donde esté.
Ninja ¿cuándo entras al equipo grande?
En 1988, a los 18 años; ahí permanecí hasta 1999. Fui un orgulloso capitán desde 1991 hasta el 99.
Tuve el placer de verlo en todo su accionar en certámenes nacionales y en algunos foráneos y de veras que era un basquetbolista completo, enérgico, vital, inspirador. Al principio de su carrera en los juveniles jugó en la posición de defensa atacador; ya en la selección nacional era más utilizado como organizador aprovechando a Leonardo Pérez en la posición de atacador. Al retirarse el destacado jugador villaclareño, el Ninja se adueñó del 2 (defensa atacador) hasta que decidió partir.
Ángel Oscar obtuvo títulos en Campeonatos Nacionales y Ligas Superiores cuando este último evento era un verdadero espectáculo, a la par del béisbol que en aquellos tiempos era béisbol. A propósito ¿qué significó para ti jugar con tus dos hermanos?
Tanto con Santiago en el Nacional, Orientales en la LSB y el elenco nacional tuve la dicha de con mis hermanos Juan Carlos, delantero y Osmar Caballero, delantero y pívot bajo.
En el 87, cuando debuté en el Campeonato Nacional, yo jugaba banco y ellos eran el referente del equipo; siempre me sirvieron de motivación para alcanzar los resultados que logré.
Ellos me hacían esforzar en los entrenamientos, me empujaron a que me ganara mi lugar por mí mismo no porque fuera hermano de ellos.
¿Alguna anécdota de aquellos tiempos?
Muchas. Recuerdo una vez estando en Guantánamo, nos tocaba jugar después de almorzar, nadie tenía deseos y yo les dije a todos: “no se preocupen que yo resuelvo esto”. Era un partido contra Pinar del Río y anoté 69 puntos, entonces el segundo mejor récord en anotación en un Campeonato Nacional.
Y otra inolvidable: en una Liga Superior, jugábamos en Jiguaní y nuestro DT Alejandro Castiñeiras dijo: “si ganan este juego nos vamos al estadio a bailar con Fabré (Cándido Fabré); el resto, tú lo sabes: anoté 59 puntos y todavía estamos bailando.
Pero no me has narrado una en la que yo fui protagonista junto a mi cámara Ángel Melis pues hasta nosotros cogimos “lo nuestro”.
Eso fue en la Polivalente Ramón Fonst en La Habana en un juego Capitalinos vs Orientales que al final del juego, el público se calentó y empezó a tirar los asientos plásticos para la cancha.
Aquello parecía un Oeste, las sillas volaban de un lado a otro y tenías que esconderte porque si te alcanzaba una te podía hasta matar. Hoy uno se pone a pensar en eso y fue una experiencia horrible, gracias a Dios no pasó a mayores. Ese juego lo tuvimos que terminar en Pinar del Río dos días después
Tu viviste la época dorada para el básquet (m) en Cuba. Para ti ¿quinteto de oro de todos los tiempos?
Es muy difícil hablar de los jugadores de los años 70 o antes porque no viví esa época, pero por lo que he escuchado y por los resultados creo que el equipo de Múnich 72 tiene un lugar privilegiado en la historia del baloncesto en Cuba.
Nombres como Pedro Chappé, Alejandro Urgellés, Ruperto Herrera, Tomás Herrera, además de Leonardo Pérez y Lázaro Borrell no pueden faltar en ninguna conversación donde se mencione a astros del baloncesto cubano, rama masculina, por supuesto.
Como director técnico creo que Carmelo Ortega fue el principal artífice de los resultados más relevantes, sin dejar de mencionar a Miguelito Calderón quien en su momento, al frente del equipo nacional, hizo un trabajo excelente con grandes resultados.
¿Entrenadores que más hayan influido en ti?
De todos aprendí mucho, empezando por los de la base hasta que me retiré. Javier (Tite) Hernández, que de él aprendí cómo manejar diferentes personalidades, puesto que Santiago de Cuba era un equipo super complicado y él siempre sabía cómo manejar y tener contentos y rindiendo a todos.
Alejandro Castiñeiras me enseñó que la disciplina es la que te conduce al éxito. Una vez que estábamos en Villa Clara en pleno Campeonato Nacional y él mandó a dormir, cuando se retiró a su cuarto nos fuimos a bailar; al regresar en la madrugada, traté de no hacer ruido pero ¿cuál no sería mi sorpresa al ver al profe acostado en mi cama? ¿qué cuento le iba a hacer? Eso me marcó, me hizo reflexionar que si yo quería llegar lejos y ser exitoso en el deporte tenía que hacer sacrificios.
Nunca se me olvida que cuando ganamos la primera LSB me dijo: “oye, ahora eres el rey y las coronas pesan”. Supe que el compromiso era mayor aún y que mi comportamiento, tanto dentro como fuera de la cancha, tenía que ser ejemplar, algo que nunca he olvidado y hoy lo transmito a mis hijos y a mis alumnos en general.
Internacionalmente con la selección nacional cubana, el Ninja participó en 6 Torneos Centro básquet (3 títulos dorados), 3 Juegos Centrocaribes (plata y bronce), cuartos en los Panamericanos de La Habana 91; 3 Pre mundiales; 3 Preolímpicos; un Mundial el de Toronto 94, entre otros eventos.
¿Tu momento más espectacular como jugador internacional?
En 1992 tuvimos el privilegio de ser el primer equipo en enfrentar oficialmente al Dream Team USA encabezado por Michael Jordan y Magic Johnson, que después arrasara en los Juegos Olímpicos de Barcelona.
En 1993, cuando clasificamos para el Campeonato Mundial por mérito propio derrotando al equipo de Venezuela.
Otros momentos importantes en mi carrera fueron el imponernos en el Centrobasket de 1995, República Dominicana, después de 24 años que Cuba no ganaba ese torneo, y en el Centrobasket Habana 99 cuando derrotamos a un gran equipo, Puerto Rico, en la final lo que nos dio la clasificación para el Preolímpico de ese año.
Mencióname tus compañeros del team Cuba con los que mejor te sentías sobre la cancha.
Durante mi tiempo en el equipo Cuba pude compartir con muchos jugadores, creo que con todos tuve muy buena relación dentro y fuera de la cancha, sin dejar de mencionar a ninguno. Jugadores como Lázaro Borrell, que de solo mirarnos ya sabíamos lo que queríamos hacer en cada situación del juego, también me ocurrió con Richard Matienzo, con Roberto Carlos Herrera. Era una química inmediata.
Fueron años inolvidables que todavía los recordamos como si estuvieran pasando ahora mismo. Cada vez que nos reunimos recordamos y nos reímos de todo ese tiempo vivido.
¿Basquetbolistas del mundo que más te han impresionado?
Para mí Michael Jordan es el mejor jugador de todos los tiempos; Lebron James es el jugador all around.
Sé que estando en Cuba propusiste medidas sobre cómo cambiar la política deportiva del país para regresar a la cima del mundo. O sea, no fuiste mero crítico o espectador.
En el año 1995 durante mi tesis de graduación en el Fajardo yo expuse las deficiencias que estaban ocurriendo en ese momento en la base de formación de jugadores en Santiago de Cuba; hoy, dos décadas después aquello que yo expuse es una realidad, la escasez de equipos para implementar buenas bases de entrenamiento, la buena alimentación, la carencia de fogueos internacionales, la capacitación de entrenadores y la aún limitación de los deportistas a incursionar en ligas profesionales hacen que el deporte cubano se vea estancado y que todos los jóvenes con 16 y 17 años quieran abandonar el país para encontrar en otros países mejores condiciones y futuro seguro.
Un ejemplo claro, en 1998 a Lázaro y a mí se nos permitió competir profesionalmente en Argentina; esa experiencia nos hizo elevar nuestro nivel como jugadores, como resultado tuvimos los mejores años del baloncesto cubano de los últimos tiempos, pero al mismo tiempo nos dimos cuenta de que no se nos remuneraba de la forma correcta.
Creo que la atención al atleta es fundamental y tiene que ser una prioridad para el país. Otro factor que ha influido es la pérdida de buenos técnicos algunos porque ya han fallecido y otros están fuera de cuba cumpliendo misiones o por su cuenta, quitándoles a los atletas cubanos la oportunidad de mejorar.
Creo que la oportunidad de permitir a atletas jugar fuera y poder regresar al país a representar a Cuba beneficiaría 100% el desarrollo del deporte en Cuba y estoy seguro de que volveríamos a ocupar los planos estelares de antaño.
Cuando llegaste al final de tu brillante carrera ¿siempre tu primera opción fue seguir en las canchas, aunque no fuera como jugador?
Así mismo; cerré mi accionar en los tabloncillos en 2012 y de inmediato comienzo a trabajar como asistente de entrenador en Coral Gables Senior High School (preuniversitario) con el equipo Varsity. Era mi primera experiencia en el banquillo, te podrás imaginar toda la adrenalina que se siente sentado del otro lado de la línea.
Actualmente trabajo en una escuela primaria como Profesor de Educación Física, impartiendo clases a niños de segundo a quinto grados, incluyendo mi hijo pequeño Bryan.
Además, en las tardes continúo siendo segundo coach del Varsity, en Belen Jesuit Preparatory School, donde tengo la dicha de poder dirigir a mi hijo mayor Ángel Caballero Jr.
Sé que te costó mucho dejar tu Patria, familia, amigos, afición pero… ¿de alguna forma te has arrepentido?
¡Definitivamente no, jamás!
Y como estoy viendo las cosas ahora, estoy más que convencido de que la decisión que tomé en aquel momento fue la correcta: como atleta pude desarrollar mi verdadero potencial en las ligas profesionales jugando al más alto nivel y en lo personal pude formar una familia maravillosa con mi amada exnadadora Niuvys Rosales y mis dos hijos, sin las carencias habituales que está viviendo el cubano actualmente.
Mi mayor preocupación era el futuro de mis hijos y gracias a Dios tienen una educación excelente y puedo ofrecerles un futuro diferente a lo que viví yo personalmente.
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