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El actor y humorista cubano Alexis Valdés catalogó de estupidez que el oficialismo acusara al cantante Yotuel Romero de jinetero, "porque un país donde ser jineteros es una forma común de ganarse la vida, no puede acusar a alguien de jinetero".
Valdés confesó que el objetivo de su mensaje publicado en Facebook era tanto defender a Yotuel Romero, catalogado como jinetero por voceros y funcionarios del oficialismo en las redes sociales luego del estreno del tema estrenar "Patria y Vida", como "salvar la dignidad" de esas personas "que solo hicieron lo que pudieron para salir a flote en un país que no les llenaba los sueños y necesidades que tenían".
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"Todos tuvimos un amigo extranjero que nos compró algo. Incluso hoy en Cuba mucha, muchísima gente, para sobrevivir recibe dinero, cosas y ayuda de gente que vive en el extranjero. Y si no, pues no viven", escribió en Facebook el artista.
En su extenso mensaje el comediante recordó sus años de trabajo en los cabarets de la isla, donde fue testigo de diferentes escenas en las que vio a personalidades de la política o sus familiares "jineteando a" visitantes extranjeros.
En una de esas noches coincidió con el hijo mayor de Fidel Castro, quien le dijo "vete de aquí que este país es una mierda”, recordó el humorista cubano.
A continuación CiberCuba reproduce íntegramente el texto que publicó Alexis Valdés en su cuenta de Facebook:
¿Quién es jinetero?
En estos días se está hablando mucho de la palabra jinetero o jinetera entre cubanos. ¿Pero, qué es una jinetero o jinetera?
Yo conozco bastante bien la historia porque trabajaba en los cabarets de La Habana en los 80 cuando todo comenzaba.
Las jineteras no eran más que chicas con ganas de divertirse y de tener acceso a ciertas cosas que no tenían. Por ejemplo, tener acceso a una noche divertida en un cabaret de La Habana o alguna discoteca. Tener acceso a un restaurante de un hotel o a comprar alguna prenda de vestir que a todo joven siempre le ilusiona. Cosas a las que solo te podía “invitar” un extranjero.
Yo conocí a esas jineteras. Las conocí en el Hotel Capri, en el Habana Libre, en el Hotel Nacional o en la discoteca del Hotel Comodoro. En su mayoría chicas hermosas con mucho encanto, gracia, y muchas de ellas hasta con preparación. Algunas incluso eran universitarias. Estudiantes de medicina de arte de magisterio... Y un dato muy importante: no cobraban.
No, no cobraban. Realmente lo que recibían era pequeñas cosas (como diría Serrat) y muchos sueños. Algunas de ellas incluso soñaban con casarse con ese señor español, o italiano, o mexicano, o canadiense y salir del país a conocer otras realidades más prometedoras que su realidad.
¿Era eso un delito? ¿Era eso indigno? Por supuesto que no. Eran chicas que tenían ganas de disfrutar su juventud. Venía un señor de otro país que podía estar en el hotel donde ella no podía, que podía comer en el restaurante que ella no podía, que podía ir a las discotecas que ella no podía, y por supuesto para ella ese señor era Superman.
Y Sabina les dedicaba versos, Willy Chirino también.
Llegado un momento, el gobierno que en un inicio la persiguió, las dejó seguir en un estado de cuasi-legalidad, porque sabían que era un gran atractivo para los turistas.
¿A qué iban si no tantos hombres solteros a Cuba? ¿A la playa? ¡Por favor! ¿Saben cuántas playas hermosas hay por todo el mundo?
Llegó la exaltación hasta el punto de que en algún momento escuché a alguna de aquellas chicas decir “yo no me acuesto con cubanos, los cubanos solo dan pin.. y disgusto”
Por supuesto me dolió mucho, porque uno de esos cubanos era yo. Y a veces veía una chica hermosa a la cual ya yo no tenía acceso simplemente por ser cubano. ¿Quién creó eso? ¿Quién elevó al foráneo por encima del cubano? El Gobierno cubano. O ya nos olvidamos de la parodia del poema “Tengo”, de Guillen, que todos leíamos en las casas escuelas y trabajos.
En España hasta se puso de moda que las y artistas más famosas se traían un cubano y aquello se volvía el atractivo de la prensa del corazón.
Así surgieron los Dinio y compañía, que fueron lo más famoso de la España de los 90.
La frase más común era "¿Sabes quién se trajo un cubano?", y a los que habíamos venido como artistas, como yo y el mismo Yotuel, nos molestaba que en todas las entrevistas nos preguntaran por eso.
Un día un taxista me dijo "¿Qué es lo que tenéis allá abajo que las tenéis locas?" Y yo le dije “perdón, señor, yo no tengo nada que ver con eso” y me respondió “vamos cubanito, que todos sois iguales”, y esa era la imagen que tenía el pueblo español de los cubanos.
Entonces ¿quién creó las jineteras y jineteros? Como dicen los babalawos, lo que se sabe no se pregunta.
Las creó la precariedad. Las creó la falta de derecho a divertirse y soñar por ser cubanas. O es que ¿ya nos olvidamos de que los cubanos hace solo unos años no podían entrar a los hoteles y no podían comprar en dólares? Ni siquiera podían tener dólares. Lo cual significaba que no podías tener unos jeans, unos zapatos deportivos, una camisa bonita, un reloj, una grabadora, unas gafas de sol o un CD con una música del grupo que más te gustaba.
Todo eso estaba absolutamente prohibido. La única manera de tener acceso a eso era tener relación con un extranjero, y por eso todos los cubanos buscaban tener relación con algún extranjero. Unos les brindaban amistad, otros negocio y otros les brindaban sexo. Es decir que jineteros fuimos todos entonces, incluido el gobierno.
Porque a muchos representantes del gobierno les vi en esos cabaret, en esos hoteles, en esas piscinas, en esos restaurantes, bebiendo, comiendo y disfrutando con aquellos extranjeros empresarios que venían hacer negocios a Cuba.
Muchas veces aquel funcionario, dirigente, amigo o familiar de un dirigente que estaba con ese extranjero, ni siquiera era el que iba a hacer el negocio, era solamente un puente para llegar al otro que tenía aún más poder, que era el que podía propiciar el negocio. Es decir que ese funcionario o miembro del gobierno estaba “jineteando” a ese extranjero.
Aquel personaje propiciador, podía ser lo mismo un ministro, que un vice ministro o el hijo o sobrino o el cuñado de un dirigente de lo más alto de la revolución.
Yo viví todo eso porque tenía un par de amigos empresarios extranjeros y veía cómo pasaban uno a uno, o de tres en tres, a comer y a beber a costa del extranjero y a nombre de la Revolución. Y al final muchos de esos empresarios se iban cansados de gastar dinero dando vueltas e invitando gente sin concretar nada.
Como un amigo de La Rioja al que me encontré en La Habana. Estaba intentando vender sus chorizos, y le pregunté “¿vendes?” y me dijo “ si, pero no pagan”. Era así. Un juego, una ruleta de la suerte, donde al final uno caía con suerte y los demás se iban cansados de intentarlo.
Como dato curioso, una noche estaba yo en el Palacio de la Salsa y por ahí acostumbraba a pasarse uno de los hijos de Fidel Castro. Creo que es uno que se llamaba Alejandro y decían que era un chico muy inteligente en temas de computación o matemáticas.
Pues yo andaba con un amigo mío de toda la vida llamado Cesar, al que conocí en Barcelona. Y el tal hijo de Fidel Castro me dijo textualmente “asere ¿tú le puedes pedir a tu amigo que me compre una Coca-Cola?" Y recuerdo que le dije a mi amigo “es un hijo de Fidel”. El amigo me miró como diciendo ¡Qué! y evidentemente le compramos la Coca-Cola.
Eso mismo me pasó con artistas famosos, glorias del deporte cubano y tantos otros que no mencionaré aquí por qué no vienen al cuento.
También recuerdo al hijo mayor de Fidel (a Fidelito) con otro empresario español al que yo conocía, en las noches de los cabarets de La Habana.
Recuerdo que me vio y me dijo “Pero ¿tú no vivías en España?” y yo le dije “Vine de visita”. Me dijo “vete de aquí que este país es una mierda”.
Mira tú, el hijo del padre de la patria.
En esas noches vi a casi todos los del gobierno, ministros, generales, ideólogos, que claro, cuando iban sin extranjeros, pues entonces no pagaban. Tenían firma. Así se decía.
“Él tiene firma en todas partes” es decir que se pagaba del presupuesto nacional. En fin, lo que sigue pasando, porque en Cuba nadie se cree que los peces gordos viven como viven por su salario.
¿Qué quiero contar con esto? Solamente un pedacito de una gran verdad. Todos fuimos jineteros. Todos tuvimos un amigo extranjero que nos compró algo. Incluso hoy, en Cuba, muchísima gente para sobrevivir recibe dinero, cosas y ayuda de gente que vive en el extranjero. Y si no, pues no viven. ¿Es indigno eso? ¿Es todo el pueblo indigno?
Entonces acusar a Yotuel Romero, o a cualquiera, de jinetero es una estupidez. Porque un país donde ser jineteros es una forma común de ganarse la vida, no puede acusar a alguien de jinetero. Es como un país de pescadores que acusa alguien de ser pescador. O un país de tabacaleros que acusa a alguien de producir tabaco.
Nuestro país se volvió jinetero por necesidad material y falta de sueños. Esa es la gran verdad que nunca dirán en el noticiero de televisión.
Por eso al principio las chicas que ejercían esta profesión eran miradas con desprecio en la calle, en los trabajos y en las familia. Pero pasó el tiempo y llegó el momento en que fueron miradas como salvadoras de aquellas misma familia. Eran las que llevaban el dinero para la comida. Y los pañales para el bebé. Y la medicina extranjera para el abuelo. Y las chancletas cómodas para la tía. Y las que le hacían el regalo bonito al primo cuando cumplía 15. Y las que un día compraban un puerco y unas cajas de cerveza y hacían a la familia feliz. Entonces fueron unas heroínas.
Como también decía Serrat “...más cuidado donde tocan”. Un poco de respeto por el sacrificio y el dolor de vuestro propio pueblo.
Vergüenza debería dar hablar así de nuestra propia gente, que si no pudieron hacer más, es porque no les dieron las herramientas para hacer más. Pero ya se han perdido todos los limites y bombardean a diestra y siniestra a todo el que les dice una verdad. Pero como también dice Serrat “Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio”. Lo que es, es y negarlo no lo hace mejor.
Alguien dijo alguna vez que ningún trabajo que nos da de comer es indigno. Y en este escrito yo quiero salvar la dignidad de la jineteras y jineteros cubanos que solo hicieron lo que pudieron hacer, para salir a flote en un país que no les llenaba los sueños y necesidades que tenían.
Por eso queremos otra Cuba, una Cuba de respeto, de decencia, de libertades. Por un país que quiera y defienda a su gente. Piense como piense.
Una Cuba para todos. Una Cuba donde los cubanos sean primero y se sientan orgullosos y felices de serlo. Una Cuba donde ser cubanos no sea una limitación sino un privilegio, y donde no tengamos que decirle a nadie “señor, ¿me compra una Coca-Cola? “ o unos Jeans, o un viaje, o sueño; donde la gente lo compre con el fruto de su trabajo su esfuerzo y su talento.
Una Cuba que no llame a sus artistas jinetero o drogadicto por haber hecho una canción que le cuestiona. Una Cuba donde los gobernantes acepten las críticas, los cuestionamientos, los errores, y no se sientan intocables y superiores, porque como dijo Martí “Patria es ara y no pedestal”.
Una Cuba donde no vaya una turba a tu casa a gritarte ofensas solo por disentir. Una Cuba donde no hayan “actos de repudio”, que son la vergüenza más grande de nuestro tiempo. Una Cuba que sea nuestra madre, no nuestro policía.
Con esa Cuba soñamos muchos cubanos, porque ya es hora.
Alexis Valdés.
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