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Cuba sigue siendo un factor de desestabilización en Colombia, donde los Acuerdos de paz han dividido a la sociedad y la clase política y la negativa de La Habana a extraditar a Nicolás Rodríguez Bautista, Gabino, máximo jefe del ELN y otros guerrilleros ha tensionado las relaciones bilaterales, pese a la argucia del veterano oficial de Inteligencia y embajador cubano José Luis Ponce Caraballo, comunicando un supuesto plan de atentado terrorista de ese grupo guerrillero, que lo ha negado.
La revista Semana ha cuestionado la actitud del entonces mandatario Juan Manuel Santos, facilitando la salida hacia Cuba, vía Caracas, de Gabino, a La Habana, mientras que la senadora María Fernanda Cabal (Cambio Democrático) pidió la ruptura de relaciones diplomáticas con el régimen castrista.
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Pero las revelaciones del semanario colombiano, que podrían acarrear consecuencias legales para Santos y miembros de su gobierno, incluyen una carta del embajador cubano en Bogotá, José Luis Ponce Caraballo, que confirman la salida ilegal de Gabino hacia Cuba porque el diplomático supone que un funcionario ha informado a presidencia, califica de inmediato traslado el viaje del jefe guerrillero, recuerda una breve conversación sobre al asunto y termina pidiendo el "salvoconducto de anuencia" necesario para el desplazamiento ya realizado por el jefe insurrecto.
El propio embajador de Cuba reconoce por escrito que el viaje de Gabino a La Habana se produjo sin la autorización previa de las autoridades colombianas, esgrimiendo como justificación sus problemas de salud y la asistencia al entierro de una guerrillera colombiana fallecida en la isla.
Ponce Caraballo es coronel de la Inteligencia castrista con una dilatada carrera que incluye puestos, bajo la cobertura de Prensa Latina en Angola y Naciones Unidas, y en mayo de 2018 tuvo que lidiar con las revelaciones de la Contrainteligencia colombiana que involucraba a los Gobiernos de Cuba y Venezuela en un supuesto plan de atentado contra el ex presidente Álvaro Uribe Vélez, que fue corroborada por el entonces ministro del Interior, Guillermo Rivera.
La embajada cubana respondió entonces mostrándose ofendida por las acusaciones y lamentando que no se conociera la tradicional "política exterior de paz" de La Habana, aunque en mayo de 1981, guerrilleros del M-19, apoyados por Cuba, desembarcaron con un cargamentos de armas, en el departamento del Chocó, costa del Pacífico, donde fueron capturados y que provocó la ruptura de relaciones diplomáticas, aunque La Habana negó las acusaciones del entonces presidente Julio César Turbay Ayala.
El supuesto plan de atentado contra Uribe debió sorprender al propio expresidente, que mantuvo una relación fluida con La Habana en sus mandatos, como recuerda el excanciller y profesor Julio Londoño Paredes, que asistió en primera persona al deshielo entre Cuba y Colombia en 1982, cuando el mandatario Belisario Betancourt Cuartas, decidió el ingreso de Colombia en el Movimiento de Países No Alineados, para lo que contó con la ayuda de Fidel Castro Ruz.
El Gobierno cubano no condenó el ataque del ejército colombiano que acabó con la muerte de Raúl Reyes (Luis Edgar Devia Silva), en marzo de 2008, provocando las críticas de Rafael Correa y de las propias FARC, pero La Habana ha mantenido sus labores de reclutamiento y penetración en el gobierno, partidos políticos, fuerzas armadas, servicios de seguridad, medios de comunicación y todos los sectores de la sociedad colombiana con el objetivo de influir en los acontecimientos políticos a favor de los intereses regionales del castrismo, coinciden en señalar analistas latinoamericanos, estadounidenses y cubanos emigrados.
La Habana defiende su teoría de revolución armada pospuesta y apostó por la toma del poder en la región por vías electorales para, después de alcanzada la presidencia, intentar desmantelar las estructuras democráticas, diseñando un proceso constituyente a la medida de sus intereses, como ocurrió en Venezuela y Nicaragua y, parcialmente, en Ecuador y Bolivia, detallan los análisis.
Colombia no resultó ajena a los planes de La Habana, que comprendió que las guerrillas de las FARC, ELN y los restos beligerantes del M-19 y otros grupos estaban en vías de extinción por la combinación de cuatro factores: Impopularidad por sus masacres y reclutamiento forzoso de población civil, sus relaciones con el narcotráfico, la cruzada mundial encabezada por Estados Unidos contra el terrorismo, tras los atentados de 2001 en Washington y Nueva York, y la elevación y cualificación del poder de fuego y tácticas del ejército colombiano, asesorado por el Pentágono.
El Gobierno cubano, que había colaborado en el rescate de familiares de políticos colombianos secuestrados por guerrillas, persuadió a las FARC, que se resistió hasta el último momento, y al ELN de apostar por los polémicos Acuerdos de paz; mientras mantiene activos sus vínculos con políticos izquierdistas y el Movimiento Colombiano de Solidaridad con Cuba ( MCSC), vinculado al Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos (ICAP), dirigido por el exespía Fernando González Llort, oficial de Inteligencia capturado in fraganti en Estados Unidos, donde se desempeñaba como uno de los oficiales de la Red Avispa.
El MCSC tuvo que defenderse recientemente de acusaciones gubernamentales sobre sus vínculos con La Habana aclarando, en una carta que reprodujo la embajada cubana en Bogota, que "los objetivos del movimiento, además de defender a Cuba de las agresiones que se dan contra ella, es el de difundir los logros de ese país y resalta que gracias a las relaciones entre Colombia y Cuba más de 1.500 jóvenes de escasos recursos han podido graduarse de medicina en ese país".
Los procesos de paz han sido apoyados por Cuba, “llevando su compromiso a la donación de 1.000 nuevas becas para los actores del conflicto armado, víctimas y población vulnerable” de Colombia, recordó el MCSC, que exigió al Gobierno de Iván Duque "rigor y ética", responsabilizándolo de la seguridad de los integrantes del movimiento solidario con el Gobierno cubano.
"El gran peligro de estos acuerdos (de Paz en Colombia) ha sido que, con el infinito dinero del narcotráfico, las FARC pueden corromper las estructuras del sistema y más temprano que tarde, utilizando figuras no necesariamente provenientes de su organización, podrán llegar a gobiernos locales, regionales y hasta el nacional con el objetivo de instaurar un sistema que será el calco del régimen venezolano; Todo ello Made in Cuba, sostiene el ex oficial de la Inteligencia cubana Enrique García Díaz (Walter).
"Gobiernos democráticos colombianos pensaban que, manteniendo relaciones cordiales con Cuba podían inducir a que La Habana suspendiera su apoyo logístico de todo tipo (incluido entrenamiento) a los grupos subversivos FARC, ELN y M-19, pero los servicios cubanos mantuvieron de manera oculta su permanente colaboración y hasta la dirección de dichos grupos terroristas en Colombia", recuerda García Díaz.
Fernando Ravelo Renedo, primer embajador de Cuba en Colombia, tras el restablecimiento de relaciones diplomáticas en 1975, fue fundador de la Dirección General de Inteligencia (DGI) y luego oficial del Departamento América del Comité Central del Partido Comunista, liderado por Manuel Piñeiro Losada, y que nació como Departamento Liberación Nacional (llamado Liberación a secas por sus miembros) que funcionó desde 1967 hasta 1989, como un segundo servicio de inteligencia cubano a cargo de las actividades subversivas en casi todo el mundo, en cooperación con el Departamento de Operaciones Especiales (DOE), comandado por José Luis Padrón.
Desde su llegada a Colombia, Ravelo Renedo combinó las labores diplomáticas con la subversión y estableció lazos con narcotraficantes locales, creando un mecanismo de financiación de grupos terroristas locales y que posibilitó al Gobierno cubano destinar parte de ese dinero a financiar actividades terroristas e insurgentes en otras partes del mundo, asegura el ex oficial DGI Walter, que vive en Estados Unidos desde 1989, cuando desertó en Ecuador, tras organizar una visita oficial de Fidel Castro Ruz, para quien se llevó hasta el agua desde La Habana.
Por el centro de la inteligencia cubana en Colombia han pasado experimentados jefes y oficiales de inteligencia como Humberto Cachón Gacita “Hermes”, Darío Ibáñez Fajardo “Dalio”, Rolando Sarraf Elías “El Moro”, Francisco González García “Frank”, Tomas Díaz Acosta “Tomasito” y Juan Roberto Loforte “Ramón” bajo coberturas diplomáticas o periodísticas.
CiberCuba ha pedido -mediante un correo electrónico- al embajador Ponce Caraballo su valoración del pedido de ruptura de relaciones diplomáticas y las revelaciones de la revista Semana; si contesta, la publicaremos.
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