El pueblo de Viñales, antaño uno de los principales sitios turísticos de Cuba, ha tenido que volver a dedicarse a la agricultura pues en los últimos meses la epidemia de coronavirus ha provocado un fuerte descenso del turismo, señala este jueves un reportaje de la agencia France Press (AFP).
La incipiente prosperidad de este pueblo cubano se detuvo con las consecuencias del COVID-19, obligando a muchos a dejar sus empleos en el turismo para volver a trabajar la tierra.
Los habitantes de esta localidad de la provincia de Pinar del Río, declarada en 1999 por la Unesco Patrimonio Natural de la Humanidad, han tenido que volver ahora a la agricultura, mayormente de autoconsumo, pues desde hace un año casi no llegan visitantes extranjeros.
"Estamos en decadencia, estamos sin trabajo, trabajando al 5%", dijo a France Press uno de los dueños de un sitio alquiler turístico, devenido agricultor.
En este poblado de unos 28.000 habitantes, más de 80% se dedicaba directa o indirectamente a labores relacionadas con el turismo, antiguo motor económico de la isla, que en 2019 generó 2.600 millones de dólares de ingresos.
Según cifras oficiales, el turismo internacional hacia Cuba cayó de 4,3 millones de visitantes en 2019 a 1,1 millones en 2020.
Viñales, enmarcado por grandes formaciones de roca caliza conocidas como "mogotes", había empezado a cambiar su original vocación agrícola hace más de una década, decicida a explotar sus virtudes naturales.
Se benefició primero de la autorización para abrir negocios privados y luego del boom de visitantes que trajo el restablecimiento de relaciones entre Cuba y Estados Unidos en 2015.
"Hubo un momento que no tuvieron habitaciones y hubo turistas que se quedaron a dormir en la plaza", recuerda uno de los habitantes con nostalgia.
El boom turístico, sin embargo, no redundó en beneficio de la zona. Las calles del pueblo por ejemplo, tenían sus calles en un estado lamentable, como reconocieron en 2019 medios de la prensa local.
Las autoridades culpan a las sanciones norteamericanas del descenso, pero el definitivo puntillazo a las terrazas de los restaurantes y los hospedajes que ahora lucen vacíos lo dio la pandemia.
Otro de los habitantes de Viñales entrevistados para el reportaje es Yusmani García, que fabricó su propio carro jalado por un caballo para pasear turistas.
Por una excursión ganaba 500 pesos cubanos (unos 21 dólares). Ahora el vehículo permanece guardado en un garaje y García, de 45 años y padre de dos niñas, ha empezado a fabricar herraduras de caballo, que vende a en 50 pesos las cuatro (dos dólares al cambio oficial).
"Ha sido un cambio bastante duro, no hay mucha gente que quiera hacer el trabajo", dijo García a los periodistas.
La otra atracción local de la zona, las fincas tabacaleras, también han perdido los grupos de turistas que habitualmente las visitaban para conocer los detalles del cultivo y secado de tabaco.
Hoy, la mayoría de los locales del pueblo, asociados a esos visitantes (sobre todo hoteles y restaurantes) están cerrados.
La situación no parece que vaya a mejorar en los próximos meses. Justo este viernes, las autoridades sanitarias cubanos decidieron que la provincia de Pinar del Río retrocediera a la fase de transmisión autóctona por el aumento del número de contagios.
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