Y, ¡cómo pasa el tiempo!
Que, de pronto, son años
Sin pasar tú por mí, detenida...Silvio Rodríguez Domínguez
La desproporcionada respuesta del tardocastrismo a la canción Patria y Vida de destacados artistas cubanos, confirma el desquiciamiento de la casta verde oliva y enguayaberada, que practica una comunicación reactiva y toca a degüello contra cualquier atisbo de libertad y sigue empeñado en esa arqueología insensata de enarbolar al fallecido Fidel Castro Ruz, cuando siente miedo.
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Una crítica cultural a la actuación de Descemer Bueno, Yotuel Romero, Gente de Zona, El Funky y Mykel Osorbo habría bastado para tratar el tema, en vez de convertirlo en ruido y furia impotentes que atraerá muchas más miradas y Me gusta por el solo hecho de que la mayoría de los cubanos saben que cuando el gobierno intenta descalificar algo y a otros compatriotas, es porque es bueno para la mayoría.
Papa, papá; mira lo que nos están haciendo, parece gemir el tardocastrismo en esa ópera bufa atiborrada de mentiras y fingidores en que degeneró la revolución de 1959, que prefirió la muerte a la vida y luego no supo cómo rectificar el vendaval necrológico que la alejó de los cubanos y obligó a construir un muro para proteger a la nomenklatura.
Fidel Castro Ruz fue perdiendo predicamento gradualmente y usarlo ahora como símbolo del vacío solo contribuye a un mayor desgaste de su figura y refuerza en el inconsciente colectivo la idea que el presidente Díaz-Canel y demás dirigentes carecen de legitimidad e ideas propias.
Leer la Cuba actual con ojos de Comandante en Jefe es la peor ocurrencia del partido comunista porque la dinámica neoliberal del gobierno es una agresión constante contra los cubanos que siguen sin entender cómo Alpidio Grau Alonso sigue en su puesto formal de ministro de Cultura, tras su juego al escondite con artistas e intelectuales y su manotazo de impotencia contra el teléfono móvil de un periodista.
El desmoronamiento se acelera por mucho que los alabarderos de la corte se empeñen en dibujar un país que solo existe en su oportunismo y en los espacios de la prensa anticubana que paga el partido comunista para solaz y esparcimiento de jefes y burócratas llenos de temor.
Cuando el tardocastrismo ordena respuestas desproporcionadas a las críticas que recibe, solo consigue avisar a Cuba y al mundo, que vive como un padre que ve quebrantada su autoridad y cada vez tiene que gritar más para intentar restaurar el orden en casa. Mal síntoma.
Los daños socioeconómicos -pese a ser cuantiosos y continuos- son reversibles, el desprestigio creciente del partido comunista, la casta militar y del gobierno y sus criados son irreversibles y condicionarán durante mucho tiempo la participación de los neocomunistas en una Cuba democrática que está a la vuelta de la esquina de Tejas.
Para los cubanos sanos, que son mayoría abrumadora, la patria es el barrio, la infancia, los abuelos, los juegos con los amigos; pero nunca la muerte, siempre vida.
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