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El youtuber cubano Pinky Unicornio estrenó este domingo en su canal de Youtube el documental Ni un beso menos, donde defiende el matrimonio igualitario en Cuba e imagina el fin de la discriminación.
El documental, de nueve minutos, hace un recorrido por la vida de un joven que desde su niñez fue reprimido en una sociedad que no tenía lugar para los homosexuales y sueña, como todo joven, con casarse y hacer una familia.
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Asimismo, hace un recuento de la situación del matrimonio igualitario en Cuba, del fracaso de las iniciativas gubernamentales encarnadas en el Cenesex, y de lo difícil que resulta para este sector de la población vivir en libertad.
Mientras avanza el recuento histórico de la lucha del sector LGBT en la isla, una historia paralela se cuenta en imágenes: dos jóvenes tienen que emprender un recorrido secreto y lleno de obstáculos hasta vencer sus temores para poder comprometerse.
Ni un beso menos también recuerda un episodio vivido por Pinky Unicornio recientemente, cuando un policía le puso una multa de 2 000 pesos cubanos (unos 80 dólares) por besarse con su novio en una calle de La Habana.
También llama a la población cubana a ser empática con un sector de la población marginado política y socialmente. A los cubanos les dice: “No quiero sentir ni un abrazo menos, ni un derecho menos, ni un beso menos, de los que sentirás tú”.
“Yo no creo que tener miedo esté mal. Dicen que el miedo nos ayuda a tener límites. Pero ¿quién puso mis límites? ¿Una Cuba donde las personas LGBT eran incapaces de encarnar las condiciones de un revolucionario? ¿Una Cuba donde el presidente se reía de la comunidad gay? ¿Una Cuba donde los hombres homosexuales eran recluidos en campos de concentración disfrazados de campos de trabajo?”, se cuestiona al inicio del cortometraje.
“El problema de las personas como yo es que somos como el blanco y el negro, colores acromáticos, somos la clase que obedece, somos los asistentes de oficina, los ayudantes de albañil, los mayordomos, somos ese tipo de persona que no decide nada, nunca nos han dejado hacerlo”, señala.
Afirma, además, que el Centro Nacional de Educación Sexual en Cuba “no sirve para nada”. Cenesex, explica, es “una institución pública cubana dedicada a la educación y la investigación sobre la sexualidad humana fundada en 1989 bajo la dirección de Mariela Castro Espín. Si buscas en Google información te encontrarás tantos logros fantasmas que podrías llegar a pensar que Cuba es Sitges/España”.
Recuerda la visita de Carlos Sánchez, representante de la Asociación Internacional de Gays y Lesbianas para la región de América Latina y el Caribe, a La Habana en 2004, donde preguntó sobre la situación de la comunidad LGBT del país, y reclama que 15 años después de esa visita, “el gobierno nos obliga a comportarnos como personas inertes ante nuestra triste realidad”.
Afirma que el no poder tener un marco legal en cuanto a derechos homosexuales hace a ese sector poblacional vulnerable y lo priva de derechos.
“En Cuba la homosexualidad fue legalizada en 1979, pero la revolución triunfó en el 1959, y desde entonces se han postergado leyes que respalden a la comunidad LGBT”, señala.
Según estadísticas internacionales, entre el 7 y el 10 por ciento de la población cubana es homosexual, pero al menos un 26 por ciento de las personas LGBT lo oculta por completo.
Diversos sectores en la isla avalan una ley que permita el matrimonio igualitario y otorgue derechos y responsabilidades a las familias conformadas por personas del mismo sexo.
En mayo de 2019, la prensa oficialista anunció que la Unión de Juristas del país trabajaba en un nuevo Código de Familia que no limitaría los derechos de las personas y en el que no habría discriminación, pero la discusión del mismo se ha pospuesto varias veces.
En diciembre del pasado año la Asamblea Nacional del Poder Popular en Cuba aplazó nuevamente del cronograma legislativo para el periodo 2021-2022 el análisis del nuevo Código de Familia en el que debe figurar un nuevo concepto del matrimonio en Cuba.
Mientras, las parejas homosexuales en el país deben seguir en la oscuridad, como ha denunciado el mismo Pinky Unicornio, multado recientemente por besar a su novio en la calle.
"No quiero casarme para llamar la atención, quiero casarme por los que lloran en el baño como yo todos los días, por los que fueron abandonados… quiero casarme porque soy igual que tú, porque tengo derecho a tener una familia. (…) No quiero sentir un abrazo menos, un derecho menos, ni un beso menos de los que sentirás tú”, afirma en el documental.
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