Human Rights Watch denuncia represión y brutalidad policial contra manifestantes anti-Putin en Rusia

El número de arrestos reportado el pasado 23 de enero fue de 3700, récord de detenidos en todo el país en un solo día.

Manifestación pro-Navalny en San Petersburgo © Twitter/ Sobol Lubov
Manifestación pro-Navalny en San Petersburgo Foto © Twitter/ Sobol Lubov

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Este artículo es de hace 3 años

La policía rusa detuvo a más de 3 700 personas en toda Rusia durante las protestas nacionales de este sábado contra el arresto del opositor Alexei Navalny y la corrupción estatal, aseguró hoy Human Rights Watch en un informe que detalla la brutalidad policial y la represión contra los manifestantes.

Fue el mayor número de personas detenidas en un solo día en el país según OVD-Info, un grupo ruso de derechos humanos que monitorea las reuniones públicas.


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Hubo numerosos informes de uso excesivo de la fuerza por parte de la policía, incluidas palizas, ampliamente documentadas por los medios de comunicación o ciudadanos privados que las colgaron en las redes sociales.

Un experto de HRW estimó que la protesta del 23 de enero en Moscú ha sido la más grande en siete años. Varios medios de comunicación calcularon que más de 100 000 personas salieron a las calles en más de 100 ciudades de Rusia.

Otro investigador de la ONG se dedicó a analizar horas de imágenes, videos en vivo y fotos de ciudades de todo el país que muestran manifestaciones, mítines, violencia policial y detenciones. También revisó la cobertura de los medios, incluidas las entrevistas de los periodistas con testigos presenciales.

Las autoridades rusas se habían negado a autorizar las protestas pacíficas convocadas por Navalny y su equipo haciendo referencia a las restricciones impuestas por la pandemia de COVID-19. Al menos 60 activistas fueron detenidos antes o el día de la protesta en diferentes partes del país.

Entre los arrestados están Mikhail Benyash, detenido en Krasnodar el 22 de enero por una publicación en las redes sociales en la que instaba a sus colegas a organizar asistencia jurídica para los posibles detenidos. El 23 de enero, la policía detuvo a Yulia Navalnaya, la esposa de Navalny, en Moscú después de la protesta. A su abogado no se le permitió acompañarla a una comisaría. Fue puesta en libertad horas después.

La policía antidisturbios también detuvo a Liubov Sobol, activista política y abogada de la Fundación Contra la Corrupción (FBK), fundada por Navalny, mientras hablaba con periodistas en una protesta.

En todo el país los manifestantes se reunieron en plazas céntricas, algunos con pancartas y coreando lemas como "Libertad", "Qué vergüenza", "Putin es un ladrón", "No olvidaremos, no perdonaremos", "Libertad para los presos políticos” y “Rusia sin Putin”.

En la mayoría de las ciudades importantes, los manifestantes se encontraron con una abrumadora presencia policial. La policía permaneció en vehículos estacionados cerca de plazas y lugares centrales, luego avanzó hacia la multitud para disolver las protestas y arrestar a los participantes. En Ekaterimburgo, los periodistas captaron por cámaras a unidades policiales equipadas con rifles de asalto y policías antidisturbios regulares en plena marcha.

En Moscú y San Petersburgo, un gran número de manifestantes llenó los lugares de protesta y las calles circundantes. La policía había acordonado la plaza Pushkin de Moscú, el lugar previsto para la manifestación. Antes de la hora programada para la protesta, las autoridades utilizaron altavoces y advirtieron repetidamente a las personas que evitaran las reuniones masivas, mantuvieran el distanciamiento social y usaran máscaras y guantes de acuerdo con las reglas de salud pública relacionadas con COVID-19. Más tarde anunciaron que la reunión era ilegal y exigieron que los manifestantes se fueran. Las detenciones ocasionales en la plaza comenzaron una hora antes de la hora prevista para la protesta.

Human Rights Watch vio imágenes de video que mostraban a la policía golpeando a personas con porras, empujándolas al suelo y pateándolas. La ONG también recopiló las versiones en Internet de personas que buscaban atención médica por lesiones debido a la violencia policial.

En algunos lugares, la gente ya estaba empezando a abandonar el lugar cuando la policía comenzó a dispersar a la multitud con un uso excesivo de la fuerza, incluidas palizas a los manifestantes.

En Moscú, a medida que la multitud crecía en el espacio ya restringido de la Plaza Pushkin, algunos manifestantes levantaron las barras de metal que la policía había colocado para dividir la plaza en áreas más pequeñas. En Ekaterimburgo, algunos jóvenes iniciaron altercados y arrojaron nieve a la policía en un intento por liberar a los manifestantes detenidos que la policía transportaba a vehículos policiales. Estos incidentes aparentemente desencadenaron una acción policial más intensa para dispersar las concentraciones.

Grupos de policías antidisturbios en Jabarovsk corrieron hacia la multitud, arrestaron a los manifestantes aparentemente al azar y los arrastraron hasta los vehículos policiales. Se utilizaron tácticas similares en Moscú y otras ciudades. Hubo muchos informes de brutalidad policial durante las detenciones de manifestantes en varias regiones. La policía golpeó a los manifestantes, obligando a las personas detenidas a tumbarse boca abajo en el suelo (en algunos lugares, como Ekaterimburgo, en la nieve a temperaturas bajo cero), los pisoteó y los arrastró hacia los vehículos policiales.

En Moscú y San Petersburgo, las cámaras captaron a la policía golpeando repetidamente a los manifestantes en la cabeza y las manos con porras. En las mismas imágenes se puede ver a la policía golpeando a un hombre que yacía en el suelo y que lo arrastraban, así como a otra mujer mayor con marcas en el rostro. En un caso captado por la cámara, la policía de Moscú golpea repetidamente a un detenido con porras en la espalda, mientras repite por los altoparlantes: "Estamos haciendo todo lo posible para garantizar su seguridad".

En San Petersburgo, un policía pateó a una mujer en el estómago y la tiró al suelo. La mujer sufrió una conmoción cerebral y al día siguiente tuvo que ser trasladada a cuidados intensivos.

En Orenburg, los periodistas informaron que, por primera vez en la historia reciente de la ciudad, la policía golpeó a manifestantes pacíficos.

En Moscú, un periodista entrevistó a un hombre con la cabeza ensangrentada, quien dijo que fue atacado por la policía cuando intentó ayudar a una niña arrastrada del pelo por la policía.

Un sindicato independiente de periodistas y trabajadores de los medios declaró que habían documentado más de 50 incidentes de policías que agredieron a periodistas y los detuvieron en al menos 17 ciudades. Casi todos tenían carné de prensa, y la mayoría llevaba chaquetas amarillas o brazaletes con la palabra PRENSA claramente visible.

Las detenciones continuaron por la noche en los bulevares del centro de Moscú, aparentemente al azar, mientras la gente caminaba y se dirigía hacia las estaciones de metro.

Los medios informaron que al menos un detenido en Vladivostok llegó inconsciente a la comisaría. En Moscú, algunos detenidos permanecieron encerrados dentro de vehículos policiales hacinados, sin posibilidad de distanciamiento social, durante más de dos horas.

Maria Litvinovich, miembro de la Comisión de Monitoreo Público de Moscú (ONK), un organismo independiente autorizado para monitorear los lugares de detención, publicó en Facebook que a un detenido en Moscú se le dislocó el hombro durante el arresto y recibió tratamiento en la sala de emergencias antes de ser devuelto a la estación con el brazo vendado. Al día siguiente, informó que varias comisarías de policía de Moscú se habían negado a permitir el acceso a la comisión para que pudieran documentar las condiciones de detención.

La Defensora del Niño de Rusia, Anna Kuznetsova, confirmó que la policía detuvo al menos a 300 niños, incluidos 70 en Moscú y 30 en San Petersburgo.

Litvinovich informó que en una de las comisarías de Moscú vio a cuatro niños salir de la detención con sus padres después de haber pasado seis horas bajo custodia policial sin agua ni comida. La policía confiscó sus teléfonos y otras pertenencias. Todos fueron interrogados por la policía, aunque ninguno participó en la protesta.

En Moscú, los medios informaron que algunos manifestantes intentaron luchar contra las detenciones policiales: algunos intentaron patear a los policías y algunas personas arrojaron objetos a la policía, incluida la novela 1984 de George Orwell, una bengala, petardos y una botella de vidrio vacía. Pero los otros manifestantes exigieron que los manifestantes evitasen altercados y violencia contra la policía.

Por su parte, el Ministerio del Interior ruso ha anunciado el inicio de una investigación contra los jefes regionales del equipo de Navalny por "organizar provocaciones y acciones violentas". Alegaron que estos equipos fueron instruidos por Ivan Zhdanov, director de FBK y Leonid Volkov, jefe de los equipos regionales de Navalny, para reclutar menores para participar en protestas no autorizadas mediante la difusión de información falsa.

El Comité de Investigación, el servicio de investigación criminal de Rusia, inició una causa penal por involucrar a niños en las protestas planificadas, alegando que estaban poniendo en peligro su salud y sus vidas debido a la pandemia. Esto se castiga con hasta tres años de prisión.

La Fiscalía General afirmó que en caso de "intentos de acciones violentas" pueden invocar cargos de disturbios masivos, punibles con hasta 12 años para los organizadores y 8 años para los participantes.

Hasta el momento se han abierto al menos 10 causas penales en cinco ciudades por cargos de uso de la violencia contra agentes de policía y disturbios masivos. Los mismos cargos se utilizaron después de las protestas masivas de alto perfil en Bolotnaya en 2012 y Moscú en 2019.

Las autoridades rusas continúan negándose a realizar investigaciones efectivas o enjuiciar a la policía por el uso excesivo de la fuerza contra protestas pacíficas.

Las recientes manifestaciones han demostrado que Navalny y sus partidarios han construido una extensa red de apoyo, a pesar de la represión oficial del gobierno y de ser ignorados de forma rutinaria por los medios estatales.

Durante la última semana, Navalny hizo pública una acusación de corrupción al gobierno de Rusia, demostrando que Putin está construyendo un palacio a orillas del Mar Negro valorado en 1.370 millones de dólares.

El opositor calificó la construcción como “el mayor soborno de la historia” y publicó un video documental sobre el tema que ya cuenta con más de 70 millones de vistas en Youtube.

Esta semana, el nuevo gobierno de Estados Unidos condenó la represión desatada por el gobierno ruso contra Navalny y sus partidarios. Una nota emitida por el Departamento de Estado norteamericano hace un llamado a las autoridades rusas para que se liberen al opositor y a los detenidos durante las protestas.

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