Hay alguien más en casa, es una novela que cuenta la historia de cubanos que luchan por sus sueños, enfrentándose al sistema político que rige sus destinos.
En este libro verás reflejado el duro camino que han transitado miles de personas en la isla en búsqueda de la felicidad. CiberCuba conversa con su autora, la escritora cubana Hilda María Fernández.
Naciste en La Habana, viviste en Mallorca y desde hace años resides en Estados Unidos. ¿Cómo ha sido este recorrido?
El recorrido ha sido difícil. Yo tenía que salir de Cuba no solo por necesidades económicas sino porque llega un momento en que te sientes asfixiado por el sistema.
Me fui llena de incertidumbre y miedo a lo desconocido. A tal punto que no tengo recuerdos del aeropuerto ese día. Me desconecté completamente, estuve en modo fatiga hasta que llegué a España. Después uno se acostumbra y hace su propia vida.
Hoy en día, de Cuba me duele mi familia y amigos que están allá, pero ya no extraño a Cuba como país. Sin embargo, si extraño un poquito Mallorca.
Hay alguien más en casa se estructura desde testimonios de muchos cubanos. ¿Cuánto hay de ti en ella?¿Podría clasificarse como una novela biográfica?
Sí, yo considero que es una novela biográfica. Está basada en mis propias vivencias. También menciono hechos que marcaron la vida de los cubanos para siempre y para abarcar los más importantes, tuve que hacer una contracción del tiempo. Los lectores lo notarán.
En mi obra encontrarán a la jinetera, a la que no pongo en la cama con ningún extranjero, pero todos los cubanos la van a reconocer. Está la religiosa del barrio, la presidenta del comité. Todos los personajes se encuentran en tonos de grises. Ninguno en blanco y negro. Cada uno de ellos es la suma de muchas personas que conocí. Excepto el personaje principal.
A la protagonista le puse el nombre de Lucy porque hubo una época en que, cuando conocía a algún muchacho, le decía que me llamaba así. Ella tiene mis vivencias personales en un 80%. Las entidades que ella ve, yo las vi, no son ficción. Un editor que tuve me pidió que nunca lo dijera, pero esa es la verdad. No sé qué significan, ni qué son. Simplemente las vi, al igual que Lucy en la novela. Siempre sucedió algo luego, supongo que para que tuviera confirmación de lo que vi.
¿Cuándo te atrapó la pasión por la literatura?
Me ha atrapado desde siempre. Mi abuela, como buena española, acostumbraba a dormir la siesta. Yo tenía 9 años y me quedaba sentada en el suelo, a la entrada de su cuarto, por dos horas. Ahí fue donde escribí mi primer cuento. Se llamaba La Luna que no quería ser Luna. No recuerdo nada más, pero el título nunca se me olvida.
Tampoco me he olvidado de mi maestra de español en la secundaria. Ella fue quien primero creyó en mí como escritora. Me daba un tema, me paraba frente al aula y me pedía que hiciera una composición. Todos en la clase odiaban hacer eso, pero a mí me gustaba.
Después con el tiempo estudié una carrera que nada tenía que ver con la literatura, pero dicen que la cabra siempre tira para el monte. Años más tarde tuve la gran oportunidad de tener al maestro Gerardo Fernández como profesor de Dramaturgia y análisis del Guion cinematográfico. Gerardo falleció hace poco lamentablemente. Yo le debo mucho de lo que aprendí.
A partir de ahí, escribí guiones para algunos programas de la televisión cubana, pero sobre todo escribí mis propios espectáculos infantiles que hice durante mucho tiempo para la comunidad. Por otra parte, no puedo dejar de mencionar a mi mamá. Ella escribe muy bien y ha ganado muchísimos premios en Cuba, pero nunca le han publicado.
¿Qué te animó a adentrarte en los temas que tratas en la novela?
Sentía la necesidad de escribir sobre Cuba y los cubanos, sobre todo porque se lo debía a mi abuela materna, que fue quien me crío junto a mi papá.
Mi abuela emigró de España y nunca más volvió a su país. En Cuba contrajo matrimonio con el Teniente Coronel José Manuel Caramés, en los tiempos de la presidencia del Dr. Ramón Grau San Martín. En el libro aparece una imagen inédita de ellos juntos. Es una de las pocas fotos que mi abuela mantuvo con ella. Las otras, que eran muchas, se las dio a una amiga cercana que se llamaba Ramona y le pidió que las tirara para que no nos trajeran problemas.
A mí me gustaba mirar aquellas fotografías mientras mi abuela me decía los nombres de los que aparecían. Estaba Caramés, Grau y muchas otras personas importantes de la época que ya no recuerdo.
¿Qué supuso rememorar los viejos rincones de La Habana, desde la distancia?
Lo disfruté mucho, aunque a veces se me hacía un nudo en la garganta mientras escribía. Sin embargo, otras veces me moría de la risa yo sola, recordando esas cosas locas que se hacen en Cuba para poder sobrevivir al día a día.
¿Tienen un peso importante en tu novela las creencias de los cubanos?
Si, la religión y la fe sí tienen un peso importante. Creo que es momento de que la iglesia deje de poner cargas innecesarias a la gente, porque el mismo Dios está gritándole al mundo que las personas deben restablecer la comunicación directa con él. Este es un fuerte mensaje que se encuentra implícito en Hay alguien más en casa.
¿Cómo crees que ha marcado la migración a la comunidad cubana dentro y fuera de la isla?
Las personas que viven en Cuba sobreviven gracias a los que estamos fuera de la isla. Dicho de otra manera, los que estamos afuera mantenemos a los que están dentro de la isla.
En mi caso personal, si no le envío dinero todos los meses a mis padres en Cuba, se mueren de hambre. En estos momentos es peor todavía la situación, porque aun enviándoles remesas no encuentran nada para comer. Es algo frustrante. Después que hablo con ellos por teléfono tengo que tomar unos minutos para reponerme.
Por ejemplo, se me hace un nudo en la garganta al ver el helado poniéndose viejo en el congelador o simplemente tener agua corriendo en las tuberías todo el tiempo. Las cosas que para mí son comunes, para ellos continúan siendo un lujo.
¿Qué encontrará el lector que se acerca a Hay alguien más en casa?
Se encontrará a sí mismo y a sus amigos más allegados. Será un viaje a sus recuerdos. Les hará emerger a flor de piel aquellas vivencias que ahora no están latentes. Especialmente en el caso de los cubanos que vivimos fuera de Cuba. Los que viven dentro de la isla se mirarán en un espejo.
Mi novela tiene como objetivo atrapar en el tiempo leyes insólitas que muchas veces nos pusieron contra la pared. Es un llamado al cambio. Pienso que es un libro que todo cubano debería leer.
¿Tienes algún nuevo proyecto entre manos?
Ya tengo la idea para una nueva novela y he comenzado a trabajar su estructura. Se titulará Seres de la Tierra. Sé que voy disfrutar mucho escribiéndola. Me permitirá dar riendas sueltas a mi imaginación. Crearé un mundo fantástico para mis personajes.
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