Maels Rodríguez: “Yo intimidaba con la recta a la altura de los ojos”

Sin dudas, el pitcher más dominante en Series Nacionales para un período de seis años.

Maels (a la derecha) en funciones de entrenador. © Francys Romero.
Maels (a la derecha) en funciones de entrenador. Foto © Francys Romero.

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Este artículo es de hace 3 años

Como Sandy Koufax y Greta Garbo, Maels Rodríguez no necesitó permanecer para quedarse. El zurdo de los Dodgers dejó el béisbol con solo 30 años, pero ya había garantizado espacio en Cooperstown. La sueca se retiró del cine cuando más la celebraban los fanáticos, amparada de modo prematuro por un mito resistente a la erosión. En cuanto a Maels, le bastó poco más de un lustro para entrar en la leyenda.

Ni San Lazo, ni San Rogelio, ni San Braudilio, ni San Vera. Nadie, absolutamente nadie fue más dominante en Series Nacionales para un tramo de seis temporadas. Vestido con la franela espirituana, el supersónico derecho se convirtió en el lanzador más joven en arribar al millar de strikeouts, hizo polvo una marca de Changa Mederos –la llevó de 208 a 263 ponches en un año-, logró el único juego perfecto de los campeonatos domésticos y se gastó el alarde de cerrar su carrera con una media de 11 cafecitos por encuentro.


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Antes que él, ningún cubano había marcado tres dígitos en el radar, y esa velocidad aterradora lo vistió con las galas de la intimidación. No eran pocos los bateadores que se le paraban a una cuadra del home plate, desesperados por regresar al banco a la manera de John Kruk en aquella memorable vez al bate ante el endemoniado Randy Johnson. La mayoría de los rivales le bateaban ‘en el aire’, y por eso tan solo le pegaron 0.3 jonrones por partido.

“A mí me gustaba trabajar pegado, con la recta para arriba de los bateadores”, me confiesa cordialmente vía Whatsapp. “Eso me ayudó mucho porque así los contrarios te tienen más respeto y no se ‘clavan’ en el home. No tiraba pelotazos intencionales pero sí intimidaba con la recta a la altura de los ojos. Eso impresiona más que el propio pelotazo”.

¿Cuáles fueron tu velocidad tope y tus promedios de velocidad en recta y slider? ¿Qué otro lanzamiento empleabas?

-Por lo que decían los reportes mi promedio de velocidad en recta era de 96-97 millas por hora, y en slider andaba por 88. También tiraba el cambio y la curva. Y mi lanzamiento más rápido me dijeron que llegó a 103.

¿Te consideras un lanzador descontrolado?

-Para mi velocidad y juventud no creo que fuera tan descontrolado. Los números dicen que daba tres bases y pico por cada nueve entradas, y que en ese mismo lapso ponchaba a más de diez. Los pitchers jóvenes de velocidad tienden a tener un release point (punto de salida) inestable, y mi caso no era la excepción.

¿Por qué si naciste en Villa Clara lanzaste siempre para Sancti Spíritus?

-Nací en Placetas, Villa Clara, en un campito llamado Cacique donde di mis primeros pasos. Estuve en la EIDE de esa provincia y en mi primer año en la categoría 13-14 decidieron dejarme fuera alegando que no tenía proyecciones debido a mi estatura. Eso, a pesar de que en 11-12 había tenido muy buenos resultados. Por ello me trasladé a Sancti Spíritus y allá me fue muy bien, hasta el punto de que hice los equipos Cuba 15-16 y Juvenil.

¿Qué hay de cierto en la historia que cuenta que tu lesión se debió a una bronca con los hermanos Gurriel?

-Eso es falso. Ni idea de quién creó esa leyenda. Mi lesión se debió al sobreuso, que inicialmente me trajo problemas en la espalda y posteriormente en el brazo. Incluso hubo un play off donde tiré cerca de 40 innings. Sencillamente, fueron demasiados lanzamientos.

¿Por qué Sancti Spíritus no ganaba nunca, teniendo buenos bates y un sólido staff de pitchers?

-Cuando empecé en Sancti Spíritus en la temporada 1997-98, al equipo le faltaba ofensiva. Entonces empezaron a incorporarse buenos bateadores como Ixis Valle, Eriel Sánchez, Frederich Cepeda, Yulieski Gurriel, Yunier Mendoza... No creo que no fuera un equipo ganador, porque demostró que podía discutir campeonatos.

¿Qué bateadores se te hacían difíciles y a cuáles dominabas con mayor facilidad?

-No recuerdo a quiénes dominaba mejor y quiénes me conectaban más fácilmente. Yo era complicado para ellos, y ellos lo eran para mí. Quitarle méritos a alguno sería faltarle el respeto a su carrera.

Cuéntame tus recuerdos del juego perfecto (22 de diciembre de 1999)...

-El juego perfecto no depende solo del pitcher, sino de todos los jugadores al campo, y tuve la suerte de que los muchachos me apoyaron bastante. Ese día los batazos de los tuneros salieron de frente en un tremendo juego que llegó al noveno inning empatado a cero. No fue una hazaña mía, sino de 27 outs con nueve jugadores al campo trabajando para un equipo.

¿Cómo encaró un muchacho de 19 años el hecho de verse en el team Cuba al lado de personajes como Pedro Luis Lazo, José Ariel Contreras, José Ibar, Lázaro Valle o Norge Luis Vera?

-Cuando llegué a la preselección nacional yo pesaba 170 libras con spikes, como decimos en Cuba, y ver a aquellos caballos allí fue una tremenda impresión. Inmediatamente traté de hallar un guía y lo encontré en Contreras, que era el lanzador más grande que había en el país.

¿Por qué un día te decidiste a emigrar junto a Yobal Dueñas y Oscar Macías?

-Fue algo difícil porque nadie quiere abandonar la tierra que lo vio nacer, y menos cuando estás al nivel de un equipo que representa a mucha gente. Pero era la oportunidad que buscaba para mi familia y mi futuro. No quería correr la suerte de peloteros retirados que conocía y atravesaban una situación muy dura. Así que traté de buscar un horizonte sin ningún ánimo de ofender a nadie.

Al abandonar Cuba te vinculaste con Arizona, pero a la postre no pudiste llegar a las Mayores. ¿Qué pasó?

-La travesía fue larga. Estuvimos un tiempo en El Salvador, luego pasamos a República Dominicana y finalmente a Estados Unidos. No se pudo conseguir la agencia libre y Arizona me drafteó en 2004. Allá estuve cerca de un par de años y yo mismo pedí la liberación porque no podía tirar. Me sentía hundido. El hombro me afectaba enormemente, y en Miami me sometí a varias cirugías que no lograron arreglar el problema. De manera que había que aceptar que se acababa aquella etapa y opté por estudiar rehabilitación. Si quería ser entrenador tenía que saber cómo ayudar a los atletas que prepararía.

¿Te consideras el pitcher más duro que ha pasado por las Series Nacionales?

-El más duro ha sido Aroldis Chapman.

¿Los pitchers de velocidad son superiores a los de control?

-Me quedo con los de velocidad, porque a esos los puedes enseñar a tirar strikes. A los de control, en cambio, no los puedes enseñar a tirar duro. No es casualidad que a los lanzadores veloces les hacen los mejores contratos.

¿Te lamentas de no haberte marchado antes en busca del sueño de las Grandes Ligas?

-Todo pelotero que llega aquí viene con la ilusión de jugar en Grandes Ligas, así que fue frustrante no poder hacerlo y cumplir con las expectativas de muchas personas. Con la calidad que tenía en ese momento, de haber llegado saludable estoy seguro que iba a alcanzar el sueño. Pero no me lamento de no venir antes: cada cosa tiene su sentido, y a mí me tocó representar a un país tan grande como Cuba y dejar algunas marcas que veinte años después todavía no han podido romperse. Eso me llena de orgullo.

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Michel Contreras

Periodista de CiberCuba especializado en béisbol, fútbol y ajedrez.


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