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Joven cubano sufre "acto de repudio familiar" por expresarse contra el gobierno

Usuario de la red social Facebook denuncia haber sufrido un acto de repudio por parte de su propia familia.

Leo P. Garcés junto a su hijo © Facebook / Leo P. Garcés
Leo P. Garcés junto a su hijo Foto © Facebook / Leo P. Garcés

Este artículo es de hace 3 años

Un joven cubano denunció haber sufrido, junto a su hijo, un acto de repudio por parte de familiares en las inmediaciones de su domicilio por sus opiniones sobre el Gobierno de la Isla.

El internauta, que se identifica como Leo P. Garcés, reside en el municipio de Banes, provincia de Holguín.

“Hoy después de llegar a mi casa con mi hijo me recibieron con un "acto de repudio familiar". Se les sumaron al régimen criminal para molestarme e insisten en que abandonemos la casa y nos quedemos en la calle”

En su publicación, Garcés alude al recurso discursivo del régimen cubano cuando denomina “gusano” a quien le haga frente. Según cuenta el usuario, ha recibido el calificativo, aunque asegura que no “lo ofende”:

“Que a mí me llamen "gusano" no me ofende, por el contrario, es algo de lo que me siento muy orgulloso; pero que hagan lo mismo con mi hijo que jamás le ha faltado al respeto a nadie, y que siempre ha tenido una actitud que nunca me ha provocado problema alguno... Eso no se lo perdono a nadie”, afirma.

La categoría de “gusano” se ha empleado desde los albores de la Revolución y designa a todo el que, según el régimen, ha sostenido una postura “anticastrista”, “contrarrevolucionaria” o “anticomunista”. Con un registro de definiciones muy amplio, donde cabe cualquier gesto de contestación (aunque no implique atentar contra la seguridad del país, o contra el proceso revolucionario directamente), el término ha permanecido como estigma y quien lo porta como condición es víctima, incluso en la actualidad, de rechazo social o expulsión de centros laborales y docentes.

Sobre el sentimiento de discriminación política que inoculó la Revolución, Garcés agrega: “Todo esto demuestra lo bárbaro, intolerante y criminal que es esa ideología del mal, que es capaz de dividir familias y transformar en un títere a toda persona sin carácter, sin personalidad y termina por llevarlos a cometer actos tan cobardes y miserables como los que a mí hijo y a mi nos ha tocado sufrir”.

El derecho a una oposición ideológica al Partido Comunista de Cuba no solo es vedado a los cubanos sino que constituye un tabú que no logra superar la sociedad cubana. Las redes sociales se han convertido en los espacios de debate y denuncia popular que no han conseguido ser o aportar las instituciones estatales. En Facebook, Twitter, Instagram, internautas de todas las edades y estratos narran experiencias similares con familiares, amigos o colegas de trabajo. La discriminación ideológica representa un peligro para cualquier proyecto de sociedad, del mismo modo que lo es la discriminación por raza, por credo, por sexo o género. Aún así, un sector popular muy amplio en Cuba no solo tiene nula voluntad de erradicar este sentimiento de marginalización y exclusión sino que lo aprueban y defienden.

A pesar de lo que representa para un cubano disentir, el sacrificio enorme que implica enfrentar una dictadura, el usuario concluye:

“No me someto, y estoy listo para cuando el pueblo decida salir a las calles. Comunistas miren mi frente que bastante grande es: ahí es donde tienen que apuntar si quieren callarme, si quieren que deje de pedir libertad para mi pueblo... No hay otra forma posible de obligarme a dejar de reclamar nuestros derechos. ¡Viva Cuba libre! ¡Abajo el comunismo!”.

Los actos de repudio pertenecen al arsenal más pedestre con que el gobierno cubano amedrenta e impone la ideología del terror. En un tiempo donde pareciera un recurso obsoleto, el aparato represivo continúa movilizando sus adeptos para, abiertamente y sin pudores, marginar a quien disiente de sus principios, cuestiona sus procederes o reclama la violación de sus derechos.

A pesar de que organismos internacionales condenan las diversas formas en que se manifiesta la discriminación e, incluso, en el Artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos se se contempla la libertad de expresión, los actos de repudio en Cuba no han sido considerados faltas suficientemente graves como para exigir al régimen su cese.

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Lianet Fleites

Periodista cubana. Colabora con la revista El Estornudo y Periodismo de Barrio.


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