Abel Prieto: "Nuestros enemigos disfrazan de artista a un marginal procesado por desacato"

Ni Abel Prieto ni la Agencia Cubana de Rap son entes legitimados para pontificar quienes son “representativos del rap cubano”

Abel Prieto y Denis Solís © Escambray / Patricia Muñoz y Facebook de Denis Solis
Abel Prieto y Denis Solís Foto © Escambray / Patricia Muñoz y Facebook de Denis Solis

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Este artículo es de hace 4 años

Abel Prieto, presidente de Casa de las Américas, ha publicado un mensaje en su cuenta de Twitter en el que muestra su desprecio por el Movimiento San Isidro (MSI) y el rapero Denis Solís, condenado a ocho meses de prisión por "desacato".

“En una región caracterizada por masacres, secuestros, violencia policial y ejecuciones extrajudiciales, nuestros enemigos disfrazan a un marginal procesado por desacato de "artista" y lo convierten en una noticia mundial. Algo vergonzoso”, ha expresado el funcionario.


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El tuit de Prieto viene acompañado de un enlace a La Jiribilla en el que aparece publicado el comunicado de la Agencia Cubana de Rap que descalifica al rapero Solís y lo excluye del panorama del hip hop cubano, en unos términos propios de la más rancia institucionalidad del régimen cubano.

Prieto, quien fuera ministro de Cultura y presunto intelectual de un régimen que odia y prohíbe la libertad de expresión, no ha querido quedar atrás en esta nueva batalla contra los “enemigos” de la patria. Para llegar a ministro y vocero de la cultura del régimen, Prieto ha tenido que demostrar su fe en las palabras a los intelectuales de su amado líder.

En un tuit que rebosa estulticia y mendicidad, las virtudes que espera el régimen totalitario de un intelectual de organopónico, Prieto demuestra en pocos caracteres la calaña de individuo que es. Sus propias palabras se ajustan y definen su persona: “algo vergonzoso”, por no decir desvergonzado o vomitivo.

Sin el más mínimo pudor o conocimiento de la justicia, Prieto valida la condena de Solís por “desacato”. Una condena que se dictó en un juicio sumario a partir de unas pruebas que ningún Estado de Derecho en el mundo aceptaría.

Al presidente de Casa de las Américas seguro le parece normal que un policía abra la puerta de su casa y se pasee por ella como si fuera suya, sin orden judicial e ignorando cualquier aviso de que está cometiendo una ilegalidad. Abel Prieto seguro le invitaría a un café o a uno de los buenos licores que le regalan por sus servicios a la patria.

Pero a Denis Solís no le pareció normal, como le pasaría a cualquiera que tuviera un ápice de dignidad para defender sus derechos en una dictadura, e intentó echar fuera al intruso. Horas después estaba condenado por desacato y enviado a la prisión de Valle Grande. Ahora está siendo víctima del asesinato de su reputación, esa práctica tan aborrecible del régimen, en la que participan desde una institución como Casa de las Américas o la Agencia Cubana de Rap.

“Nuestros enemigos”, dice Prieto, “disfrazan de artista a un marginal”. El calificativo de “marginal” aquí adquiere casi la misma connotación de “negro” en boca de un racista, un odio clasista que solo puede sentir un blanco aburguesado por los privilegios que obtiene a cambio de su bajeza en la defensa de un orden excluyente.

En cuanto a lo de “enemigos”, es sabido que para sujetos de esta catadura moral lo son todos los que no piensan como él y se atreven a alzar la voz. Abel Prieto tiene enemigos en todos aquellos que defienden la libertad de pensamiento y de expresión. Su guía espiritual se encargó de que el principio “dentro y fuera de la revolución” quedara grabado a fuego en las volátiles neuronas que se evaporan al calor de su melena de probeta maldita.

Por no dejar fuera ningún ingrediente de la fórmula que le dejó anotada el brujo que le sorbió el seso, Prieto recurre al argumento estrella de comparar el infierno del resto del mundo con el paraíso de la isla. Algo que no se sostiene con los millones de palos de banderitas y chambelonas mentales con los que el régimen apuntala su ideología en tiempos de continuidad.

Ni Abel Prieto ni la Agencia Cubana de Rap son entes legitimados para pontificar quienes son “representativos del rap cubano”. Seguro que para esta Agencia, Abel Prieto es mejor rapero que Denis Solís, porque no hay mejor gallo que un patriota enardecido y la cresta del exministro es un reservorio de rimas revolucionarias.

Pero toda esta institucionalidad de chatarra no está más que cayendo en pedazos en lo que, tarde o temprano, será el hundimiento del régimen totalitario más longevo de la región a la que Prieto hace referencia. Por cierto, hablando de ejecuciones extrajudiciales, cuando toda esa herrumbre termine de podrir el casco revolucionario que envuelve la tiranía, se sabrá lo que pasó con las sospechosas muertes de opositores en la isla.

Y esa hora está inexorablemente más cerca. Ya sus estratagemas no funcionan como antes. Las redes sociales han creado una masa crítica que maneja otros códigos y construye una nueva ciudadanía. Y no son solo “contrarrevolucionarios” los que dejan ver lo que piensan en público. Cada vez son más los cubanos que protestan desde una diversidad de posturas intelectuales e ideológicas que, precisamente por diversa, es lo que más teme el régimen.

La carta que le ha dirigido una ex funcionaria de Casa de las Américas a Prieto es un ejemplo de cómo está cambiando el discurso nacional que siempre monopolizó el régimen totalitario cubano.

“Muchos cubanos y cubanas estamos muy preocupados por la salud y la vida de nuestros compatriotas huelguistas”, le escribe Camila Cabrera Rodríguez, quien trabajara tres años en la institución que hoy preside Prieto. “Apelo… a que se inste al Ministerio de Cultura a mediar entre las autoridades a las que compete excarcelar a Denis Solís y el propio MSI, en aras de lograr un desenlace lo más armonioso posible en este infortunado capítulo de la historia de la cultura y la sociedad cubanas”.

“Un grupo de seres humanos, más allá de las posiciones ideológicas o estéticas que expresen sus conductas ciudadanas o sus artes, necesitan de la presión que, en favor de la vida, pueda hacer la que considero que es la institución cultural nacional de mayor prestigio y alcance tanto dentro como fuera del país”, le dice Cabrera a Prieto en su carta

De tanto que el régimen ha condenado a la cárcel o al exilio a intelectuales y artistas por el solo delito de disentir, Prieto desconoce lo que es un juicio justo. Y lo que es peor para su carrera de funcionario de cultura y hombre de letras, desconoce de dónde procede la inspiración artística y poética. Él la busca como alimento en la mano del amo; los hombres libres, en la búsqueda de la propia libertad.

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Iván León

Licenciado en periodismo. Máster en Diplomacia y RR.II. por la Escuela Diplomática de Madrid. Máster en RR.II. e Integración Europea por la UAB.


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