Nada que agradecer al MINREX

Cuando el MINREX reconozca en plenitud de derechos a la comunidad cubana en el exterior, cuando no la vea como su caja de caudales y los consulados cubanos en el mundo sean el lugar donde se proteja a sus ciudadanos, entonces ya no habrá ni que agradecerles

Control migratorio en el aeropuerto de La Habana © MININT
Control migratorio en el aeropuerto de La Habana Foto © MININT

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Este artículo es de hace 4 años

El Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba (MINREX) anunció el pasado martes que los cubanos residentes en Cuba podrán retornar al país con su pasaporte vencido y sin prorrogar. Los otros cubanos -residentes en el extranjero-, tendrán que “hacerlo con su pasaporte en regla”.

El director general de Asuntos Consulares de la Cancillería cubana, Ernesto Soberón, dijo que la medida busca “facilitar el regreso a Cuba de los cubanos residentes en el territorio nacional”. Para los otros cubanos -residentes en el extranjero-, el funcionario asegura que los “consulados en el exterior brindarán todas las facilidades necesarias”.


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La medida concede una dispensa excepcional a unos cubanos por los efectos globales de la pandemia, pero a otros no. El “nacional residente en Cuba” que estaba de viaje cuando empezaron las restricciones a la movilidad y los cierres de fronteras, tiene la consideración del MINREX. Pero los otros cubanos tendrán que pasar por caja.

El “nacional residente en el extranjero” puede haber perdido su trabajo o sus ingresos, puede estar confinado por la situación epidemiológica, o tener un familiar enfermo en Cuba. Pero si su pasaporte o prórroga están caducados y -por el motivo que sea- ese otro cubano ha de viajar a la isla, entonces tendrá que pagar una elevada suma por el trámite de renovar sus documentos.

El problema no solo es que les den facilidades a unos cubanos y a otros no. La arbitrariedad no solo es que haya desigualdad de tratos y favores entre cubanos. El problema es principalmente que hay dos categorías de cubanos y que, en el fondo, ninguna de las dos contempla derechos que les protejan, ya sea como residentes permanentes o temporales en terceros países.

Todos los cubanos, cuando entramos al país, debemos hacerlo como nacionales, obligados a presentar el pasaporte cubano para entrar al territorio nacional. ¿Por qué? Más allá de cualquier razón legal para ello, está la verdadera motivación del régimen: controlar a todos los cubanos, someterlos a su jurisdicción, y reprimirlos o encarcelarlos en caso de que se constituyan en un problema. Entrando a Cuba con pasaporte nacional elimina de la ecuación a las autoridades de los países donde muchos cubanos residen o tienen ciudadanía, las cuales no podrían interceder por ellos.

Por eso, aunque seas estadounidense, español o finlandés, si tuviste pasaporte cubano siempre tendrás que usarlo para volver a tu país de nacimiento. Además de controlar y coaccionar, la medida sirve para cobrar las astronómicas tasas que imponen los consulados para tramitar documentos de viaje.

Es una medida que poco tiene que ver con la legalidad, sino con la extracción de divisas de la comunidad cubana en el exterior y con la anulación de derechos que supone estar en Cuba sometido al arbitrio de sus autoridades. Con semejante medida, son pocos los que se atreverían a buscarse problemas con el régimen, a denunciar o manifestarse, a riesgo de perder la posibilidad de regresar a su país de acogida y quedarse en una prisión cubana.

Ahora bien, ¿qué se obtiene por mantener el dudoso privilegio de ser siempre ciudadanos cubanos ante los ojos de las autoridades del régimen? Los ciudadanos de países democráticos (por no decir los de la mayoría de los países del mundo), si emigran, no pierden sus derechos en su país. Una vez inscritos en sus consulados en los países de residencia, pueden votar en las elecciones generales, en las regionales y en las elecciones al Parlamento Europeo, si pertenece a uno de sus países miembro.

El emigrante cubano no puede votar, ni siquiera en ninguno de los simulacros de elecciones que convoca el régimen. Da igual que sea nacional residente en Cuba o en el extranjero. Ningún cubano, una vez fuera de Cuba, tiene derechos políticos en el país que le obliga a permanecer siempre como nacional, si quiere volver a pisarlo. En el supuesto de que mañana se organizasen elecciones libres en Cuba, o un referéndum, los cubanos en el extranjero, sin distinción, no podrían votar bajo las leyes actuales del régimen.

Esto en cuanto a procesos electorales se refiere, por no entrar a detallar las diferencias en otros temas, como asistencia consular, registro, legalizaciones o funciones notariales, entre otras. Ni comparar tampoco las tasas de cada uno de estos servicios, o el tiempo de validez legal de los documentos que expide uno u otro consulado. O esa impresión que tiene todo cubano cuando va al consulado, de ser maltratado, mal visto o envuelto en la atmósfera represiva del régimen.

La otra gran diferencia está en el tema de las propiedades. ¿Qué pasa con la vivienda o el carro de un cubano que emigra y establece su residencia en un tercer país? Pues que la pierde; el Estado se la confisca al cabo de los dos años, si no ha regresado a residir nuevamente en Cuba.

La opción de repatriación que se contempla en la nueva regulación migratoria del régimen busca atraer a esos cubanos con propiedades en Cuba, para que no pierdan el derecho sobre ellas una vez que fijen su residencia en la isla. Muchos cubanos se aferraron a esta opción, a pesar de que viven y trabajan fuera de Cuba, por el incentivo que supone no perder sus propiedades o adquirir otras nuevas.

En lugar de esto, los ciudadanos de países democráticos mantienen sus propiedades por generaciones y solo se ven obligados a liquidar los impuestos que generan. El Estado no le confisca las propiedades a ninguno que decida residir en otro país. Incluso si nunca regresa, sus hijos o sus nietos conservarán la propiedad original, por mucho que estos ni hayan pisado el suelo patrio de sus antepasados.

Entonces, vistas las comparaciones anteriores, la pregunta es: ¿tenemos que agradecer al MINREX que no cobre la renovación del pasaporte o sus prórrogas? ¿Tenemos que agradecerle que no cobre las tasas mensuales para la prórroga de estancia? ¿Tenemos que celebrar que extienda el permiso de estar fuera del país en medio de una pandemia que ha cerrado las fronteras de medio mundo? ¿Constituye la posibilidad de repatriarse la conquista de un derecho que antes no teníamos? ¿Deberíamos aplaudir que en su momento hubiera quitado el “permiso de salida” y la “carta de invitación”?

La respuesta a todo ello es NO. Todos los cubanos, residamos permanente o temporalmente en el extranjero, somos tratados como sujetos sin derechos. La única consideración hacia nosotros está en función de robarnos la cartera y mantenernos desunidos, amedrentados y sin posibilidad de reclamar nuestros derechos, mucho menos de organizarnos políticamente y participar activamente en los destinos del país.

Cuando el MINREX reconozca en plenitud de derechos a la comunidad cubana en el exterior, cuando no la vea como su caja de caudales y los consulados cubanos en el mundo sean el lugar donde se proteja a sus ciudadanos, entonces ya no habrá ni que agradecerles. Los cubanos estaremos en otra página de nuestras instituciones y de nuestra historia como nación.

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Artículo de opinión: Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de CiberCuba.

Iván León

Licenciado en periodismo. Máster en Diplomacia y RR.II. por la Escuela Diplomática de Madrid. Máster en RR.II. e Integración Europea por la UAB.


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