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Tienda Caracol en Caibarién se llena con cara pacotilla navideña

Con estanterías prácticamente sin alimentos ni aseo, la firma prefiere hoy artículos “de lujo” en un país desarbolado y en crisis.

Adornos navideños en tienda Caracol, Caibarién © Pedro M. González Reinoso
Adornos navideños en tienda Caracol, Caibarién Foto © Pedro M. González Reinoso

Este artículo es de hace 3 años

Una parte de los cubanos lleva años comprando comida y avituallamientos en las tiendas ahora llamadas MLC, como consecuencia de un bache económico -cada día más hondo- del gobierno castrista, que ha asumido el dólar norteamericano como moneda de referencia, pero no consigue sostener el abastecimiento normal de los establecimientos que -a falta de comida y aseo- se han llenado ahora de pacotilla navideña cara y de mala calidad, como ocurre en la tienda Caracol, de Caibarién, Villa Clara.

La Empresa Comercial Caracol S.A. dice ser "una cadena de tiendas para el turismo", especializada en la comercialización minorista de mercancías, a través de una red de establecimientos distribuidos en los principales polos y zonas de interés turístico del país y ofrece, además, la venta a través del comercio electrónico, servicios de gastronomía ligera y bar, impresión de imágenes en suvenir, además de otros complementos a la actividad del esparcimiento, enfilados fundamentalmente al visitante extranjero.

Fachada tienda Caracol en Caibarien / Foto: Pedro M. González Reinoso

"No veo yo a un extranjero comprando comida aquí (en Cuba) para llevarse a su país", asegura Olga Lidia, vecina de Caibarién, que cada vez tiene más difícil encontrar en que gastarse el "cabrón billete"; mientras recorre la tienda Caracol de su pueblo, ahora llena de arbolitos y figuras de Navidad.

Pero tengo el privilegio de vivir en una ciudad de turistas, porque de lo contrario, aquí no traerían estas cosas que son solo para los hoteles de los cayos (Santa María), subraya la cliente, mientras intenta descubrir alimentos u otros artículos entre la nueva decoración de la tienda.

Las estanterías peladas, desde que se agotó la mercancía almacenada para turistas extranjeros, aparecen ahora ocupadas por bisutería navideña a precios exorbitantes; que podrían indicar, a un turista, que la abundancia reina en Cuba. La mujer que cuenta sus vivencias comerciales, se confiesa cristiana y, cada año sale a mirar en las vidrieras “si sacaron algún adornito barato” con el afán de sustituir lo viejo o roto de su ajuar navideño; y jura que "no esperaba encontrar nada con la peladera que hay”.

Adornos navideños y juguetes en tienda Caracol de Caibarién / Foto: Pedro M. González Reinoso

Pero Olga Lidia admite que sus predicciones han fallado. Alguien que la acompaña, agranda sus ojos ante los precios desorbitados de la pacotilla navideña. Se miran cómplices y comentan:

“Ahora sí, que esta gente se la metieron al maíz que queda detrás del estadio” (de pelota); “¡un muñequito de mierda y una lamparita que cuestan 500 pesos! Y un “raboegato feísimo en 40 pesos”. Mientras continúa su disección de crítica experta y aguzada: “¿Viste esos lazos cheos en papel de brillo a 130 pesos?” y estalla:¡ Pero qué coño se cree esta gente!

Las cifras escandalizan a ambos clientes, que las refieren en pesos cubanos que -hasta el anunciado Día Cero- se cambiarán a 24 pesos por cada dólar en bancos y en la propia tienda, donde un empleado advierte, sin sonrojo, que “el respaldo ese que anuncia el billete, todo es mentira”.

Olga Lidia arma su arbolito de Navidad, comprado en 1994, cada 8 de diciembre, con disciplina religiosa que da "paz interior”, a una mujer madura, que sigue asombrándose ante las novedades comerciales del sistema estatal de venta, que acumula -solo en la provincia de Villa Clara- una docena de tiendas Caracol prácticamente inactivas, a causa de la miseria creciente.

Medios de prensa provinciales y municipales, subordinados al partido comunista, han insistido en -desde primavera y verano- en continuas loas a las Tiendas Caracol, pero villaclareños, como una lectora que se identifica como Lucía, discrepan:

"Lucía La P.

Yo solo quiero saber porqué en la tienda que hay dentro de la escuela de Ciencias Medicas en Santa Clara solo le venden a los estudiantes extranjeros (…). Es decir, que los trabajadores de Salud Pública no tienen derecho a comprar dentro de esa tienda. Y no hablo de otros trabajadores de otros sectores, pues ellos no tienen una identificación que les acredite que (…) no son inescrupulosos revendedores. Los trabajadores de la Escuela de Ciencias Médicas se creen que esa tienda es de ellos. Yo no sé hasta dónde este país va a dar. Si los enfermos, los médicos, y todo el personal de la salud son personas también. Porqué el beneficio es sólo para los trabajadores de la escuela de ciencias médicas. Cuál es la discriminación que está sucediendo en este sentido. Que hay poco suministro se sabe, pero lo poco que hay es para todos ¿No?”

De hecho, el carnaval navideño desatado por los jefes de Tiendas Caracol choca contra el ideario comercial de la empresa, reflejado asi en el periódico Vanguardia: Con lo autóctono como bandera, en cada una de las tiendas el público cubano y extranjero se encontrará con antológicos y novedosos personajes del animado nacional. En mochilas, merenderos, memorias USB, confecciones, calzados, jarras de cerámica, pomos de agua, sets de implementos deportivos y artículos para fiestas temáticas, desfilarán Elpidio Valdés, Meñique, el Capitán Plin, Fernanda y los protagonistas de la serie Pubertad. La iniciativa, en coordinación con los Estudios de Animación del ICAIC, apuesta por conjugar valores estéticos y educativos en tiempo de extrema penetración cultural.

Árbol de Navidad a la venta en la tienda Caracol de Caibarién / Foto: Pedro M. González Reinoso

Pero lo más relevante de semejante declaración de principios es lo que sigue: Caracol abre nuevas instalaciones y apuesta en recientes y longevas tiendas por una extrema calidad y variedad de los servicios que permitan fidelizar al cliente, facilitar las compras, disminuir las colas y mantener el surtido.

Y sobre Caibarién, el periódico al servicio del partido comunista en Villa Clara, reprodujo la versión triunfalista de Roxana Monal Garrido, directora de Caracol en la provincia: La tienda Buenos Pasos, del proveedor español Salvador Artesano, con ventas explosivas por la calidad y variedad en la rama de la peletería, con calzado deportivo, artesanal y de salir, para toda la familia. También se venden bolsos, monederos y cintos de piel, en un local ambientado con todo el confort para quienes nos visiten y condiciones óptimas para el trabajador.

Además, en la Villa Blanca, la cadena asegura tener un mercado con una carnicería y variedad de pastas, rones, jugos, lácteos y productos de repostería, en un ambiente que invita a la compra desde la calidad de la oferta, el mobiliario, los carros de compra y cestas de mercado; mientras que en los predios del central azucarero "Marcelo Salado", donde está ubicado el Museo del Azúcar, Caracol cuenta ahora con un espacio para comercializar ron, café, tabaco, miel, otros productos de coctelería con la imagen Cuba.

En Remedios, la sucursal de Caracol —asociada a las agencias de viajes Cubanacán y GaviotaTur— apostó por seducir al cliente extranjero, con la promoción de una flamante instalación “Ron, Café y Tabaco” y con una oferta de productos frescos en la carnicería "La Popular", que se derrumbó con las lluvias de la pasada primavera y, la mercancía que pudo ser rescatada de debajo de los escombros, fue llevada a Caibarién.

Y ahora ha llegado el turno a la comercialización de la Navidad que "tras estar prohibida durante años, ahora quieren metérnosla por los ojos con un precios inalcanzables para la mayoría que, por muy creyentes que seamos, antes necesitamos comer, beber y bañarnos", concluyó Olga Lidia, que no deje de pensar en los muchos cubanos que pasarán otra Pascua sin consuelo ni alimentos.

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Pedro M. González Reinoso

(Caibarién, 1959). Promotor cultural independiente. Periodista y escritor, actor y transformista que se mete en la piel de Roxy Rojo.


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