Entrevista con Camila Daniela, cantante de El rostro de los días: “Mis canciones son dos o tres minutos de libertad”

La joven pasa semanalmente alguna noche cantándole en WhatsApp a los fanáticos que allí se unen a escucharla.

Camila Daniela © Cortesía a CiberCuba
Camila Daniela Foto © Cortesía a CiberCuba

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Este artículo es de hace 4 años

Después de que su voz entrara a la banda sonora de la telenovela El rostro de los días, su vida no volvió a ser la misma. Ni siquiera la conocieron tanto tras su paso por el concurso Adolfo Guzmán. Ahora es distinto. Ahora, Camila Daniela pasa semanalmente alguna noche cantándole en WhatsApp a los fanáticos que allí se unen a escucharla.

Su camino de artista empezó en un conservatorio de Guanabacoa, La Habana. Primero, a los ocho años, conoció el piano; luego transitó por el saxofón y el contrabajo. Pasado el tiempo y ya con 26, toca el bajo, compone y canta. Fuera de eso, lleva sueltos los rizos, es cinéfila y aficionada al helado.


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Antes de llegar a la novela, Camila Daniela oyó mucho a Sophie Milman, Norah Jones y Concha Buika, quienes la llevaron por la senda del jazz, que es lo que de verdad ‘la mueve’, y tocó con trovadores cubanos como Polito Ibáñez y Mauricio Figueiral.

De maneras tímidas, pero firmes, la joven revelación de la canción en la isla se declara poco amante del pop. No obstante, pop fue lo que hizo para la novela y pop defiende el dúo Buena Fe, que le fascina desde niña. “Me rindo ante ellos, en cada uno de sus conciertos me erizo, lloro, porque me encantan y he tenido el grandísimo privilegio de trabajar con ellos”, destaca en exclusiva a CiberCuba la también graduada del Instituto Superior de Arte.

Con Roberto Fonseca como ídolo de cuantos tiene en el jazz cubano, la autora de Veneno, uno de los temas más populares de El rostro de los días, pasa horas en los estudios observando cómo graban otros músicos. “No he encontrado mejor forma de aprender. Adoro ver trabajar a los demás: ¡se presta atención a tantos detalles! Se respira la energía de otra persona y eso es fundamental para leer y comprender el universo que me rodea”.

Camila Daniela en concierto de Buena Fe / Foto de Susan Leal / Cortesía a CiberCuba

- ¿Te defines como músico o como cantante?

- Primero fui músico, pero ahora mismo me siento más cantante que bajista y eso me duele porque es como si le estuviera siendo infiel a mi instrumento. Creo que los dos pesan igual porque muchas veces llevo el canto por lo que quiero hacer musicalmente y otras, guío la música o el acompañamiento que estoy haciendo a través de lo que quiero cantar. Haber estudiado música es una gran ventaja a la hora de cantar porque tengo muchas cosas claras que no tienen cantantes o músicos que no hayan tenido esos estudios.

- ¿Por qué ser bajista?

- Llegué al contrabajo porque en el momento en que me debía cambiar de instrumento o dejar la escuela, que fue en octavo grado, mi mejor amiga era contrabajista. Corrí con la tremendísima suerte de tener profesores espectaculares que me hicieron enamorarme del instrumento. Ahora no creo que hubiese podido estudiar otra cosa. El bajo es especial porque no se conoce mucho y me ha llevado a componer de una manera diferente. La armonía que puedo hallar desde el bajo eléctrico, que es desde el cual compongo actualmente, no puedo encontrarla en el piano ni en la guitarra. Es una limitante, tal vez, pero también lo hace único, exótico, porque no abundan las personas que compongan desde él.

Foto: Cortesía a CiberCuba

-Has dicho que tienes influencia del jazz, ¿por qué entonces se te conoce más como compositora de pop?

-Lo que ha pasado es que mis temas conocidos han sido para un proyecto puntual. Estoy orgullosísima del trabajo que se me pidió para la novela, pero está hecho para que les guste a muchos y por eso es pop, popular. Sinceramente lo que me mueve es el jazz y lo que voy a hacer mientras tenga la oportunidad de hacer lo que quiero y no lo que debo es jazz.

- ¿Crees que el jazz es un género subestimado en Cuba, que sus exponentes cubanos son más valorados fuera que dentro de la isla?

- Creo que es un género más que subestimado. Me consta que los jazzistas cubanos son más valorados fuera que dentro de aquí. Desgraciadamente, el arte fino es para auditorios pequeños, para un público reducido. Eso me recuerda una frase que le leí a un compositor ruso que decía que el arte no es para todos y lo que es para todos, no es arte, y yo coincido con eso. La música es intangible y demanda sensibilidad, una cabeza y un corazón muy abiertos para entender algo que no se puede ver. Encima, el jazz tiene la rareza y la virtud de ser un género para músicos, por lo que necesita un público aún más abierto. Un amigo me dijo que el arte es prepararse para recibir, y hay que tener muchas ganas de recibir para comprender el jazz, para sentirlo y valorarlo. Con profunda tristeza veo que en Cuba no tenemos hoy el nivel cultural masivo que teníamos hace muchos años. Estamos viviendo una época de músicos buenísimos que no están siendo escuchados, de músicos multipremiados afuera, maravillosos, nuestros, y no los conocemos.

- ¿Por qué si venías haciendo una carrera como músico decidiste presentarte al concurso de canto Adolfo Guzmán?

- Yo había participado en la banda sonora de la novela como cantante y fue Israel Rojas, director del dúo Buena Fe, quien me embulló a ir al Guzmán. Fue fortísimo enfrentarme a algo así, en primer lugar, porque estoy acostumbrada a trabajar dentro de un equipo, no como líder ni mucho menos como voz solista principal. Estuve muy nerviosa allí porque estaba cantando un tema mío y eso me hacía sentir como desnuda. Me estrenaba como cantante con algo que había escrito yo misma. Pasé muchísimo miedo en aquel escenario, pero cuando terminé de cantar la primera vez lo único que quería era hacerlo de nuevo. Me enseñó que debía disfrutar más y me dejó con muchísimas ganas de cantar. Me mostró a personas que no me conocían y me abrió muchísimas puertas, incluso hasta músicos que hoy tengo invitados a mi disco, que se interesaron por lo que vieron de mí allí.

-El bolero Veneno te llevó al Guzmán y también está en la novela. ¿Sientes que es una especie de amuleto para ti?

-Veneno fue una canción hecha para la novela, no para el Guzmán. Lo que sucede es que salió primero en el concurso. Desde que me contaron la historia de Mercedes (Daisy Granados), yo supe que debía hacer un bolero por la edad que iba a tener el personaje. Cuando me reuní con Nohemí Cartaya, la directora de la novela, que me habló de esta mujer que había sido engañada por su esposo, que había vivido un montón de desgracias, pensé que era justamente lo que no me gustaría ser yo. Creo que uno de los miedos más grandes que tengo es llegar a la edad de ella siendo una persona infeliz, sin estar enamorada de la persona que tengo al lado y tratando a todo el mundo con el resentimiento que no les toca. Veneno es un tema que amo, un amuleto que habla de sentimientos que intento alejar de mí. Estará en mi primer disco, pero con un arreglo que no será ni el de la novela ni el del Guzmán.

- ¿Qué es lo que te atrae de componer?

- Desde niña fui muy penosa, todavía sigo siéndolo, aunque me he hecho de algunas herramientas para superar eso. Componiendo y cantando logro decir las cosas que de frente no puedo y tengo la oportunidad de dejarme ver a mí misma. Todas mis canciones tienen un sentido, aunque naturalmente cada cual las interprete a su forma. De hecho, la mayoría están escritas de manera directa para una segunda persona. Son dos o tres minutos de libertad donde puedo ser yo. Soy incapaz de darle algo al público que no disfrute yo también.

Camila Daniela junto a Ernesto Cisneros, productor general de la banda sonora de la telenovela / Foto: Cortesía a CiberCuba

- ¿Cómo ha sido la experiencia de estar en la banda sonora de una novela tan gustada?

- Es la primera vez que participo en la banda sonora de una telenovela, si bien ya había hecho algunas cosas para cine. Nunca vi venir esta respuesta. Me escriben desde muchachitos de 12, 14 o 16 años hasta personas mayores, todos agradeciéndome el trabajo, y cuando les digo que les agradezco yo a ellos, no lo hago por diplomacia. Las canciones son pedazos míos que estoy entregando y que las personas me digan que les gusta es maravilloso. Me encantaría repetir la experiencia.

- ¿Cuánto crees que ha influido la música en la aceptación que ha tenido la novela?

- No podría hablarte de porcentajes, pero creo que la novela está tocando puntos que hace un tiempo no se tocaban, cosas graves y también cosas que nos han pasado a todos porque, ¿quién no tiene una conocida que acaba de dar a luz o que no puede concebir? Y la música ha sido un elemento que las personas han adoptado a raíz de ver la novela, pero ha pasado al revés también, personas que escuchando la música se han acercado a la novela. Creo que las dos se han apoyado y se han halado en algún momento la una a la otra.

- ¿Hasta qué punto la novela ha contribuido a darte a conocer?

- Siento que se me conoce muchísimo más ahora, aunque algunas personas han hecho el nexo con el Guzmán. Hacen falta más espacios como esos: tanto concursos, como espacios cantados dentro de las novelas. En Cuba hay muchísimos músicos, siempre hemos sido una isla de música, pero nos hemos estado dejando llevar por el populismo y no creo que sea algo bueno. Me gustaría que hubiera más programas como el Guzmán, como Sonando en Cuba, aun cuando tienen sus fallas, porque dan a conocer una realidad más allá de las redes, que son importantes, pero no son lo único que existe.

- ¿Qué de particular tiene el escribir por encargo?

- Yo escribo de lo que soy y cuando tengo que escribir de lo que es algo o alguien más, me pongo en el compromiso de recordar porque tengo que buscar esa experiencia en mí y si no la tengo, tengo que ponerme en otra piel para contarla. Es un reto que me ha gustado muchísimo, es contrarreloj y pone a tu mente a trabajar al 100 %. Salir de la zona de confort es lo mejor que le puede pasar a un artista. Por ese empuje de “necesito esta historia”, surgió la canción de la virgen. Me pidieron un rezo, de dos líneas, y tenía que ser algo que diría cualquiera en cualquier momento de necesidad y salió eso: “Escúchame, virgen del agua y miel, libra mi canto del quebranto, escúchame”.

- ¿Qué te propones en lo personal?

- Tengo un primer disco aún en producción. Me encantaría incorporarme a los circuitos de jazz, aunque sé que es una música que no es multitudinaria. Quiero estar feliz con la familia de músicos que estoy creando y tener un lazo, más allá de la música. Una familia que me ayude a desvestir mi alma en público de la mejor manera. Quiero vivir, cantar, conocer cosas diferentes y expresarlas. Mi agrupación se va a llamar Monarca y el disco, Monarca 11. Pienso trabajar a trío de jazz: drum, piano y yo en el bajo, más la voz que se le incorpora.

- ¿Qué consejo le darías a un joven que quiera triunfar en la música en Cuba?

- No podría mentirle: es difícil. El mercado nos está ayudando y al mismo tiempo nos está aplastando, por lo que todo depende del tipo de música. Un joven que quiera hacer una música diferente a la que se está escuchando popularmente, que quiera hacer jazz o música romántica, por ejemplo, debe tener muchísima paciencia y buen tino. No se trata de velocidad, sino de resistencia, más cuando la música se está viendo más de lo que se está escuchando. La buena música se escribe fuera de género, no pasa de moda.

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Katheryn Felipe

(La Habana, 1991) Licenciada en Periodismo por la Universidad de La Habana en 2014. Ha trabajado en diversos medios impresos, digitales y televisivos.


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