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La jueza del Tribunal Supremo de Estados Unidos Ruth Bader Ginsburg murió este viernes de cáncer de páncreas en Washington, a los 87 años de edad.
Su fallecimiento le da al presidente Donald Trump la oportunidad de expandir la mayoría conservadora del tribunal, en un momento de profunda división en Estados Unidos y a las puertas de una elección presidencial.
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Nominada por el presidente Bill Clinton en 1993, Ginsburg era la jueza de mayor edad de los nueve que conforman el Supremo.
Llevaba casi tres décadas en dicha instancia, y se convirtió en la segunda mujer de la historia en ocupar un puesto en esta corte, después de dedicar su carrera a la defensa de la mujer y los derechos civiles.
Nacida en el barrio neoyorquino de Brooklyn en 1933, en los años de la Gran Depresión, Ginsburg fue segunda hija de un inmigrante judío de Rusia, y pasó por las universidades de Cornell, Harvard y Columbia, donde se licenció en Derecho. En sus primeros años como jurista, combinó la docencia con la lucha legal por los derechos de las mujeres. Ya antes de sentarse en el Tribunal Supremo, había defendido con éxito, en medio del movimiento por los derechos civiles de los años setenta, una serie de casos que contribuyeron a quebrar el muro de la discriminación de género.
Antes de las elecciones presidenciales de noviembre de 2016, Ginsburg, considerada la líder liberal del alto tribunal, calificó a Donald Trump de "farsante", lo que provocó que el magnate inmobiliario exigiera su dimisión y ella se viera obligada a retractarse.
En aquel momento, Trump pidió su renuncia y dijo que "su mente está destrozada", después de criticarla en entrevistas con los medios,
El Tribunal Supremo está integrado por nueve jueces con puestos vitalicios y actualmente hay cinco considerados conservadores y cuatro liberales.
Expertos señalan la posibilidad de que a escasas semanas de las elecciones generales del 3 de noviembre, el presidente Trump nombre de inmediato al relevo de Ginsburg; el Senado también podría confirmar la nominación y así los republicanos lograrían mantener una mayoría conservadora.
Cerca de una hora después de que un vocero del Tribunal Supremo confirmara el deceso de Ginsburg, el líder de la mayoría republicana en el Senado, Mitch McConnell, prometió que permitiría una votación en la Cámara Alta para avalar su posible relevo si Trump nomina otro magistrado para el puesto.
La postura de McConnell es un cambio dramático de su posición hace cuatro años, cuando se negó a obrar en relación a un candidato del presidente demócrata Barack Obama en un año electoral.
Algunos demócratas acusaron entonces a McConnell y a sus compañeros republicanos de "robar" un asiento en la Corte Suprema.
La explicación de McConnell en una declaración del viernes fue que en 2016 el Senado y la Casa Blanca estaban controlados por diferentes partidos mientras que ahora ambos están controlados por los republicanos.
Sin embargo, el líder de la minoría demócrata en el Senado, Charles Schumer, afirmó que el puesto que deja vacante Ginsburg tras su muerte debe llenarse con un nombramiento del candidato que triunfe en las presidenciales de noviembre.
Biden también se opuso a que Trump envíe un candidato al Senado antes de las elecciones, diciendo que el ganador de las elecciones debería poder elegir al sustituto de Ginsburg.
"No hay duda --permítanme ser claro-- que los votantes deben elegir al presidente y el presidente debe elegir al juez para que el Senado lo considere", dijo el candidato demócrata a los periodistas en Delaware.
En términos prácticos, Trump ahora tiene la oportunidad de transformar la Corte Suprema de una frágil mayoría conservadora de 5-4 a una supermayoría dominante de 6-3, lo que podría tener implicaciones a largo plazo que afectarían la vida cotidiana del país.
Informado por los reporteros después de un mitin en Minnesota sobre la muerte de Ginsburg, Trump dijo: "Fue una mujer increíble". “Vivió una vida increíble. ¿Qué más puedes decir? Fue una mujer increíble, estuvieras de acuerdo con ella o no, fue una mujer increíble que vivió una vida increíble". El presidente no mencionó ningún plan sobre un posible reemplazo.
En un comunicado posterior, divulgado en las redes sociales, Trump aseguró que "la nación lamentaba la pérdida de un titán de la ley".
Por su parte, el senador estadounidense Marco Rubio (R-FL) emitió otro comunicado tras el fallecimiento de la jueza en el que dijo: "Aunque no estuve de acuerdo con muchas de las decisiones de la jueza Ginsburg en la corte, nunca he dudado de su impacto histórico en la corte y en nuestra nación”.
Rubio también recordó la famosa amistad de Ginsburg con el difunto juez Scalia, que, según dijo, "nos recuerda a todos que los americanos con puntos de vista drásticamente diferentes podemos compartir una amistad genuina la cual trasciende la política".
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