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Entrevista: Actriz cubana Roxana Broche: “Mariana y yo nos fajamos en un mismo cuerpo”

Reconoce, no obstante, que con la Mariana de El rostro de los días comparte su ímpetu "porque soy una persona que no descanso hasta que logro lo que quiero y hago lo que sea siempre y cuando me ayude a sentirme mejor persona".

Roxana Broche encarna a Mariana en la telenovela cubana El rostro de los días © Instagram / Roxana Broche
Roxana Broche encarna a Mariana en la telenovela cubana El rostro de los días Foto © Instagram / Roxana Broche

Este artículo es de hace 3 años

Roxana Broche no iba a ser Mariana. Era otro el papel que le tocaría hacer en la telenovela cubana El rostro de los días, pero quiso el destino que un cambio en el casting le permitiera encarnar a la doctora que quiere un hijo a toda costa. La misma que fue adoptada, que se encarga de un hogar materno, que es engañada por su esposo, que luego se enamora...

Siendo realmente una mujer opuesta a Mariana, con apenas 23 años, Roxana habría de darle vida al complejo personaje que colocaría a la mayoría de los pobladores de la isla delante de un televisor a las nueve de la noche cada lunes, miércoles y viernes, durante siete meses. Roxana dudó de la aceptación que tendría Mariana, pero la hizo de modo harto convincente.

A punto de acabarse la novela, Roxana -ya con 25 años- pasaría las horas haciendo fotografías, editando y preparándose para actuaciones futuras que por ahora “son secretas”. En uno de los ratos de cuarentena en que no estuvo escuchando música, “que es algo que no me puede faltar”, habló con CiberCuba sobre lo que Mariana despertó inesperadamente en la opinión pública.

Comenzaría contando que nunca se le ha olvidado la conferencia que recibió de un profesor extranjero cuando estudiaba Diseño en la universidad, porque le enseñó que la creatividad no es nata, sino que el ser humano usa un referente lo mismo para crear o renovar algo que ya existe como para destruirlo.

“El cómo usar la creatividad se basa en la observación y la escucha del medio en el que me encuentro yo o mis personajes”, confesaría la actriz, no sin después agregar que “la imaginación es mi mejor entretenimiento y también mi mejor herramienta de trabajo”.

Por mucho entrenamiento que un actor tenga, ¿es realmente posible dejar a un lado lo que viven sus personajes en un escenario?

Los actores tenemos que aterrizar los personajes a nuestra propia realidad para poder interpretarlos, por lo que verdaderamente nunca vamos a dejar al lado lo que sienten. Somos prácticamente dos personas que estamos compartiendo un mismo cuerpo y que tienen que entenderse, a pesar de no compartir las mismas situaciones en la vida real. Eso no significa que no simpaticemos con ellos. Sí sufrimos lo que ellos sufren, sí pensamos, en ese momento, como ellos piensan. No siempre tenemos que estar de acuerdo con sus acciones, pero encontrar la verdad de cada personaje significa sentarse a conversar con ellos, entenderlos y sentirlos. Yo siempre estoy dispuesta a hacer lo que tenga que hacer para convertirme en ellos.

Al ser “la voz de miles de voces que no pueden hablar”, cada actor se convierte en un líder de opinión. ¿Cuánto compromiso encierra eso?

Genera un alto compromiso, pero no con el público porque realmente el compromiso más grande con el público lo tiene el director de la obra artística o el dramaturgo, que es el primer eslabón de la cadena. El nuestro es más un compromiso con uno mismo, es investigativo, más personal, de cuál es tu punto de vista y qué es lo que tú quieres transmitir con ese personaje. Ahí es donde radica verdaderamente la responsabilidad del actor.

¿De qué problemáticas cubanas es portavoz Mariana?

No creo que sean problemáticas cubanas, sino que Mariana es un personaje bastante universal. ¿Cómo uno sabe eso? Cuando lo sacas de su contexto y lo ubicas en cualquier otro y te funciona de la misma manera porque en cualquier parte del mundo hay personas que quieren ser madres y no pueden, en cualquier parte del mundo hay problemas dentro de la familia, en cualquier parte del mundo existe el abandono y la adopción, en cualquier parte del mundo está la vocación versus familia, versus intereses de la pareja, en cualquier parte del mundo hay problemas con la capacidad de la juventud para asumir ciertas responsabilidades. Mariana no habla solo de fenómenos nuestros, sino que va un poco más allá.

¿Por qué preparar ese personaje hizo que te replantearas si seguir o no con la actuación?

Fue un proceso fuerte y doloroso en muchos sentidos. Requerí unas pequeñas vacaciones después de hacerlo, para volver a empezar a trabajar. Yo tenía mucha incertidumbre, preocupación, por si tendría aceptación porque cuando se acababa el rodaje y llegaba a la casa o salía con las amistades no veía a Mariana en ningún lugar y eso siempre trae la duda de si en serio podría entenderla. Me cuestionaba, la cuestionaba, incluso llegué a odiarla, nos fajamos en el mismo cuerpo. Fue difícil, complicado, porque es muy poco probable, aunque no imposible, que una actriz joven que tiene un futuro por delante, que quiere hacer muchas cosas profesionalmente, pueda sentirse identificada con la maternidad y pensar en que un hijo fuera su primera opción. Ese es el eje central de Mariana. Di tú, ¡qué problemática!, si Roxana piensa totalmente lo contrario.

Es la tercera novela que haces, pero “la primera en que empiezas a ser notada por el público”, de acuerdo con tus palabras. ¿Qué tiene Mariana de diferente?

No lo sé, tal vez lo que pasa es que es un protagónico. No es que no haya sido notada otras veces porque con Alina, de En tiempos de amar, gané mi primer premio, que fue el Adolfo Llauradó del 2019 a Mejor Actriz de Televisión, pero la sensación que ha provocado Mariana no es la misma que antes viví. A ciencia exacta, no lo sé.

¿Cuál ha sido el mayor gesto de afecto que has recibido del público?

Una muestra ha sido la defensa tan grande que me han hecho en todas las redes y en todos lados. Eso cuenta un montón. Pero hay una anécdota curiosa y no fue con esta novela, sino con En tiempos de amar. Yo iba caminando con una amiga y cuando nos paramos en un semáforo para cruzar la calle vimos a una niña pequeña, yo diría que tendría unos seis años, llevaba pañoleta azul, y se me quedó mirando fijamente y yo a ella, pero no dijo nada. Sin decir una palabra fue a donde yo estaba y me abrazó, pero no fue un abrazo de admiración, como tal vez hubiera hecho con Mariana, sino un abrazo de condolencia por lo que estaba pasando el personaje de Alina. Esa ha sido la experiencia más maravillosa que he tenido en toda mi vida.

¿Cuál ha sido la clave de El rostro de los días para mover fuertemente la opinión pública en Cuba: en las calles, las redes sociales, etcétera?

Nunca pensé que sería así. No lo imaginé. Si me hubieran leído el futuro antes de que esto se diera, tampoco lo hubiera creído. Nos hemos encontrado en dos momentos claves: uno es la cuarentena que ha obligado a todo el mundo a ver la novela, y el otro, el auge del internet en Cuba. Las personas se han sentado a ver la novela y han demostrado que les gusta. Como mismo han llegado quejas al Instituto Cubano de Radio y Televisión con respecto a otros productos, podían haber llegado sobre la novela. Hay mérito para la novela porque toca temas que son complicados para la sociedad como la maternidad, el machismo, el acoso sexual, aunque no puedo decir mucho porque le faltan dos semanas para que se acabe y aún deben pasar muchas cosas.

En su momento fue complicado cambiar de carrera. ¿Te arrepientes de haberlo hecho? Si es la Actuación una profesión “linda”, pero menos remunerada económicamente que la del Diseño, ¿qué gratificaciones te ha dado la vida como actriz?

Es verdad que no es la mejor remunerada del mundo, es verdad que los actores, los que nos dedicamos al arte en general, pasamos mucho trabajo en distintos aspectos, pero no me arrepiento. Yo quiero continuar con mi carrera de Diseño, sé que el Diseño y yo no hemos terminado, pero la actuación me ha regalado el poder ser feliz. Uno conoce su verdadera vocación porque cuando la ejecuta y ve los resultados, es la persona más feliz del mundo. Y a mí cuando me paro en un escenario, cuando me entregan un personaje, no me interesa nada más. Puedo decir que la actuación me ha hecho una persona dichosa.

Cuando me paro en un escenario, cuando me entregan un personaje, no me interesa nada más. Puedo decir que la actuación me ha hecho una persona dichosa

¿Cuáles son esos actores que “adoras” con los que quisieras trabajar?

Tengo un listado extremadamente grande, pero imagínate que empiece a mencionar a todas esas personas y se me quede alguien, me muero, me da algo, no sería justo. No obstante, siempre recibo con los brazos abiertos a todos mis compañeros porque si bien tengo ese listado con personas de mucha experiencia, ídolos a los que admiro muchísimo y con los que estoy loca por trabajar, también tengo uno enorme de gente joven muy talentosa con las que adoraría compartir escena.

¿Qué otros sueños tienes por cumplir como actriz? ¿Cine, teatro, más televisión?

Creo que el sueño más grande que tengo, que no es que me quede lejos, pero que depende de muchos factores, es el cine. Sería una de las cosas que más feliz me haría: hacer algo dentro del cine, de la mano que viniese, pero cine. Cine siempre. El teatro, puedo confirmar que lo haré; en la televisión, he tenido presencia; quiero hacer radio también, pero el cine es la meta que queda un poco más allá. Ojalá que algún día sea posible.

Ya que te gusta la fotografía y has escrito un guión para televisión, ¿te has imaginado detrás de cámara, dirigiendo tu propio proyecto?

Me lo he imaginado, pero para eso me queda bastante. Es otro camino muy largo para el que hay que prepararse muchísimo porque el espectador merece un respeto, así como todo el equipo de realización. Ese guion nunca lo llegué a terminar, era muy joven y mi interés era ser actriz, pero espero retomarlo algún día.

Has expresado que Roxana comparte el ímpetu de Mariana. ¿Hasta qué punto la perseverancia es el camino para triunfar?

De ese ímpetu puedo decir que tengo mucho porque soy una persona que no descanso hasta que logro lo que quiero y hago lo que sea siempre y cuando me ayude a sentirme mejor persona. Caerse y levantarse es lo mejor que puede aprender el ser humano.

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Katheryn Felipe

(La Habana, 1991) Licenciada en Periodismo por la Universidad de La Habana en 2014. Ha trabajado en diversos medios impresos, digitales y televisivos.


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Katheryn Felipe

(La Habana, 1991) Licenciada en Periodismo por la Universidad de La Habana en 2014. Ha trabajado en diversos medios impresos, digitales y televisivos.

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