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Por vez primera, este 25 de julio los medios de comunicación oficial y sus redes sociales se hicieron eco del Día Internacional de la Mujer Afrolatina, Afrocaribeña y de la Diáspora, pero con un enfoque centrado en las improntas culturales y evitando hablar de racismo, pobreza y desigualdad racializada, desperdiciando la oportunidad de tejer públicamente una conversación sobre discriminación racial.
Las problemáticas que aquejan a las mujeres negras y mestizas no estuvieron en el foco de atención de los dos reportajes la televisión, ni de los programas de análisis y noticias.
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En el contexto cubano actual de crisis sanitaria la desigualdad está racializada. Todas las mujeres experimentan algún tipo de desigualdad, pero las mujeres negras y mestizas pagan un precio más alto porque tienen mayores niveles de vulnerabilidad económica y social, debido a su concentración en los estratos más bajos.
Limitaciones para acceder a una vivienda digna y un trabajo bien remunerado golpean con mayor intensidad a las mujeres afrodescendientes, que tienen mas dificultades para crear estrategias de enfrentamiento a la crisis, tampoco cuenta con remesas monetarias desde el exterior y están limitadas en el acceso a moneda libremente convertible.
Las mujeres afrodescendientes tienen una mayor presencia en la estadística de la pobreza; las familias negras tienen mayores limitaciones para brindar a hijos e hijas una preparación para los exámenes de ingreso a la universidad y para contratar repasadores privados para sus hijos.
En noviembre de 2019, el Gobierno cubano anunció la pronta implemementación de un Programa para el Enfrentamiento al Racismo y la Discriminación, del que nunca más se ha sabido. El racismo y la discriminación continúan siendo la materia prima que fabrica la diferencia entre ciudadanos.
El Estado debería comprometerse a implementar medidas diferenciadas con un enfoque interseccional que considere las particularidades de las mujeres en particular las mujeres negras.
Las comisiones "José Antonio Aponte" y la de Género, Equidad y Sociedad, ambas de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) deben enfocar su trabajo en la base, en la esfera pública en aquellas comunidades donde nunca ha llegado los talleres de transformación del barrio ni la educación popular ni el trabajo comunitario.
Ambas comisiones deberían establecer lazos de cooperación con todos los actores de la esfera pública afrodescendiente y de la sociedad civil, haciendo más democrático el proceso de articulación de políticas gubernamentales que promuevan la igualdad efectiva y favorezca la protección de los colectivos más vulnerables.
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