Varias familias residentes en muy malas condiciones en diferentes zonas de la ciudad de Guantánamo han criticado la escasa atención que reciben por parte de las autoridades encargadas de ventilar sus casos.
“Mi casa tiene todos los palos podridos ya. El techo se está cayendo, las paredes están en muy malas condiciones”, denunció María Elena Azahares en entrevista con Cubanet.
Ella relató que en la vivienda viven dos niños y dos ancianos en Los Cocos de Confluentes, y que no han recibido la debida atención pese a haberla reclamado.
En apretada síntesis, el reportaje muestra viviendas que tienen en común una crítica situación constructiva: o se mojan cuando llueve, o tienen paredes de madera con comején o carecen de baño, entre otras dificultades.
Además de la escasa habitabilidad de los lugares descritos, todos los casos comparten una manifiesta indiferencia por parte de los organismos implicados en una posible solución, entre ellos Bienestar Social, Vivienda, el partido provincial o los delegados de circunscripción.
Abundan las quejas sobre excusas, trámites, burocracia y demoras que niegan una atención real a los casos, muchos de ellos agravados por la presencia de niños, personas muy ancianas o enfermos en las viviendas..
“Siempre me han peloteado y nunca nada”, asegura una de las jóvenes. "Es una mentira detrás de la otra”, concluye otra, frase que resume el malestar y el disgusto expresado por todas las entrevistadas.
Crisis de vivienda en Cuba, un mal sistémico
La crisis de la vivienda es un mal de larga data en Cuba y abarca todo el territorio nacional. El Estado, único encargado de administrar, controlar y distribuir los recursos y materiales de construcción, jamás ha logrado cumplir su propósito de satisfacer la demanda de vivienda, convertido en drama mayúsculo de la sociedad cubana.
En la isla hay decenas de miles de albergados que han perdido sus viviendas en muchos casos por un ciclón que pasó hace 20 años, a ello se suma el drama de dos y tres generaciones conviviendo bajo el mismo techo y una proliferación irrefrenable de barrios insalubres en la periferia de algunas ciudades.
El ministro cubano de la Construcción, René Mesa Villafaña, aseguró a finales de mayo en la Mesa Redonda que hay 122 072 viviendas con piso de tierra y 9 611 cuarterías contabilizadas en todo el país.
El funcionario calificó como una "alta prioridad" la solución de esos problemas de vivienda, y dijo que durante este año deberán colocarse casi 60 mil suelos de cemento para sustituir los de tierra apisonada.
En relación con las cuarterías, remitió a la necesidad de una nueva encuesta que precise la situación actual de estas viviendas improvisadas, que en muchos casos ni siquiera aparecen registradas como tales.
Miguel Díaz-Canel anunció al inicio de su gobierno una Política de la Vivienda concebida como un plan a diez años para resolver los graves problemas del fondo habitacional de la Isla. Sin embargo, el pasado año las estadísticas oficiales mostraron que la mayor cantidad de viviendas terminadas lo habían sido por esfuerzo propio.
En los últimos años se han vuelto frecuentes los derrumbes parciales o totales (algunos de ellos con el lamentable saldo de pérdida de vidas humanas) y las ocupaciones de locales gubernamentales, con los subsiguientes desalojos por parte del gobierno.
Ante la incapacidad del régimen de solucionar el dramático problema de la vivienda, han proliferado en la isla las construcciones ilegales, más conocidas como "llega y pon", contra los que el gobierno ha anunciado una cruzada.
De acuerdo con datos ofrecidos por las autoridades cubanas, la isla necesitaría construir 520 mil viviendas y rehabilitar otras 400 mil para satisfacer la demanda nacional.
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