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Una cubana residente en el municipio Marianao, en La Habana, ha denunciado en sus redes sociales la situación que atraviesan ella y sus vecinos de la calle 45 entre 86 y 88, donde el río de agua pestilente que la recorre ha llegado a un nivel tal que la vía se ha vuelto intransitable.
Irene Moreno reside en el lugar desde el 2003. De entonces a la fecha, ha visto con horror la situación de la calle 88, desde 51 hasta 41, cuadras inundadas siempre de aguas sucias al punto de que el tramo comprendido entre las calles 49 y 47 es conocido como ‘la piscina de Santa Felicia’.
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“Durante años se han sucedido mandatos de diferentes delegados, a todos se les planteaba el problema y cuando más caso nos hacían, nos quitaban el suministro de agua por varios días, para que la calle se secara”, denunció Irene en una publicación en su muro de Facebook.
“Cuando llovía era un infierno, se interrumpía incluso el tráfico en la avenida 41”, añadió.
“No era desconocimiento por parte de la entidad encargada de tramitar la reparación, curiosamente en la esquina de 49 y 88 radica el taller de equipos ligeros de Aguas de la Habana y en la esquina de 43 y 88 está el taller de equipos pesados de dicha entidad. O sea, que cuanto directivo de Aguas de la Habana pasaba por cualquiera de los dos talleres, veía el desastre y siempre hubo indolencia al respecto”, criticó.
Según Irene, después de muchas quejas de la población, a mediados de 2019 un equipo de operarios con equipos especializados llegaron al lugar y empezaron a levantar toda la calle para dar solución el problema.
“Todo estuvo muy bien, hicieron las conexiones de desagüe de todas las casas, que con tantos años de estar la calle en ese estado se habían destrozado también. Pero aproximadamente una semana antes del aniversario 500 de la ciudad de La Habana, retiraron todos los equipos y trabajadores y dejaron la obra sin terminar y por supuesto, la calle en peor estado que antes”.
“Ahora estamos peor, porque además del agua pestilente que corre por la calle, la misma está intransitable. Hay que agregar que toda la inversión que se hizo (que no fue una bobería) ya se echó a perder, porque al no terminar el trabajo y no sellar la calle con asfalto, ya se hundieron las tuberías de desagüe que se habían instalado”, detalló la afectada.
“Por supuesto, eso a nadie le duele ni le importa, se gastó un montón de dinero para nada y a ninguno de los responsables le va a suceder nada”, cuestionó.
“Nosotros los vecinos vamos a seguir sorteando huecos con peligro para nuestra salud. Los mosquitos van a seguir proliferando a pesar del riesgo que eso pueda implicar”, concluyó.
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