Diana Rosa Suárez: “He viajado a otras naciones y siempre estoy ansiosa por llegar a mi tierra”

“Me he casado tres veces. Llevo mucho tiempo sola y ya no me adapto a vivir con un compañero. Pero, si a lo mejor hubiera perdonado a alguno, no estuviera sola”, confesó.

Diana Rosa Suárez Menéndez © Cubadebate/ Abel Padrón Padilla
Diana Rosa Suárez Menéndez Foto © Cubadebate/ Abel Padrón Padilla

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Este artículo es de hace 4 años

Con casi 60 años de trayectoria profesional, la popular Diana Rosa Suárez Menéndez asegura que las actrices cubanas son personas sencillas, como cualquier otra mujer.

“Que sepan que Diana Rosa Suárez cocina, lava, atiende su casa y trata de darle al público entretenimiento, cultura y amor”, dijo recientemente en una entrevista a portal web Cubadebate.


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“Soy una persona simple, una cubana que ama mucho a su país. Yo no pudiera vivir sin ese mar, sin ese cielo. De verdad. He viajado a otras naciones y siempre estoy ansiosa por llegar a mi tierra”, afirmó.

Nació en el barrio de Luyanó, en La Habana, donde se crió con sus abuelos, desde muy pequeña supo cuál era la profesión a la que quería dedicarse.

En 1961, muy jovencita, hizo su primer papel en una obra de teatro que se llamaba ‘Actitud 320’, desde entonces no ha dejado de trabajar en todos los medios. Por eso está acostumbrada a que al llegar a cualquier lugar todo el mundo la mire.

“Son tantas las personas que se acercan a ti, las que le gusta tu trabajo. Algunas me dicen: ‘ay, Diana Rosa, cuando yo era pequeña yo la admiraba tanto’. No importa lo que me digan, siempre tengo que sonreír”, dijo.

Cuando no trabaja es feliz en su casa. Le gusta cocinar, “no boto nada, todo lo reciclo. No soy una mujer complicada”.

“Me he casado tres veces. Llevo mucho tiempo sola y ya no me adapto a vivir con un compañero. Me he vuelto muy majadera y me he acostumbrado a la soledad. No le tengo miedo, al contrario, me gusta. Pero, si a lo mejor hubiera perdonado a alguno, no estuviera sola”, admitió.

Sus amigos la consideran una persona muy leal. “Henry, mi amigo, me dice que soy como el SIUM, llevo a todo el mundo al médico, ya que soy la única que maneja de las actrices de mi generación. Me paso la vida en función de mis amigos. Tengo muchos y me quieren tanto…”.

Diana Rosa recordó cómo fue su infancia en Luyanó, donde se fundó la primera célula del Partido Comunista, al cual pertenecía su madre. “Se reunía con Lázaro Peña y repartía el periódico clandestino Hoy. Me acuerdo que venía en letras rojas. Tengo fotos en mi silloncito de niña y ellos en las reuniones”.

En 1959, cuando la Reforma Agraria, las muchachas del barrio empezaron a vender papeletas en los centros de trabajo para apoyar financieramente el proceso.

“Por mi simpatía fui la que más vendí y la que más votos sacó, y gracias a ello, me coronaron en el barrio como Reina de la Reforma de Agraria. Fui la primera y la única. Hasta Luyanó fue el propio Osvaldo Dorticós a coronarme. Las personas con el tiempo se han olvidado de eso. Fue una cosa bonita, imagínate, un presidente fue a un barrio, por una buena causa…”, relató.

En tantos años dedicados a la actuación pudo trabajar con verdaderas estrellas del arte como Raquel Revuelta, Enrique Santiesteban, Gina Cabrera y muchos actores que ya han fallecido.

“Aprendí con la misma Rosita Fornés. La primera vez que trabajé con ella se me salía el corazón, dije: ‘ay, Dios mío, que susto’, confesó.

Entre tantos personajes, recuerda con especial cariño a dos: la Leonor Villareal, de la aventura La Marca del Zorro, y la Fefita, de la telenovela El año que viene, escrita y dirigida por Héctor Quintero en los años 90.

“Interpreté la Marca del zorro con Julito Martínez y fue un éxito increíble. Julito era muy carismático, la gente lo adoraba. Además, la novela contaba con un elenco de primera. Estuvimos un año en pantalla, de lunes a viernes y en vivo. El sábado y el domingo nos íbamos para Camagüey o Matanzas para trabajar en los estadios. Allí se reunían 3000 o 5000 personas. La policía tenía que custodiarnos porque no se podía ir ni siquiera a una tienda. Los muchachos venían detrás de nosotros. Fue una gran alegría, una aventura muy exitosa”, rememoró.

En cuanto a Fefita, la describió como un personaje tierno y complejo a la vez. “Fefita era muy ingenua, comilona, la mamá siempre la estaba regañando. (…) Tuvo un embarazo psicológico, se robó un niño, se traumatiza, en fin, va pasando por etapas muy duras. Al final interpreto a Fefa ya vieja en ‘Contigo Pan y Cebolla’. Era una caracterización que me interesaba, ese trayecto de joven a anciana”, precisó.

En el radio fue significativo su paso por ‘Alegrías de Sobremesa’, en Radio Progreso, en el que también era la pareja de Julito Martínez.

“Aurora Basnuevo, Estervina, me decía La Caimana, aunque el personaje no se llamaba así, sino Aleja. Siempre estaba en pique con mi papel. Somos grandes amigas, quiero aclarar. Fueron años muy lindos, estuve 37 años en el programa, hasta que lo quitaron. La gente extraña cantidad a Alegrías… Ahora, a cada rato retrasmiten cosas”, dijo.

Pese a que se le quedaron personajes pendientes, como el de Doña Bárbara, Diana Rosa se mantiene activa.

“A lo largo de mi carrera he ayudado a todo el que he podido, principalmente a la gente joven. En mi peña en el Delirio Habanero, que tengo hace 16 años, hacemos una evaluación a muchos artistas noveles que llegan y si tienen talento cantan en el espectáculo. Hay muchos que hoy están en agrupaciones o como solitas reconocidos, que han surgido de mi peña”, reveló.

En cuanto a sueños por cumplir, la actriz afirmó que quisiera viajar para visitar a su otra nieta, a la que hace mucho tiempo no ve.

Por lo demás, solo desea seguir siendo como es, rodeada de tantos buenos amigos. “Juegan un papel tan importante; me hacen crecer, ser feliz y en los momentos más difíciles he tenido su apoyo, el cariño y el amor. Estoy contenta de tener tan buenos amigos”.

“… casi siempre he logrado lo que me he propuesto. Confieso que he tenido mucha suerte: he podido viajar, tengo buenos amigos y una casa. No me puedo quejar. He tenido también sueños normales. Me he enamorado, he sufrido, he llorado, he reído y ya me siento realizada. ¿Qué me queda?, seguir envejeciendo con cierta dignidad”, concluyó.

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