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Hace poco más de un año entrevisté en estas mismas páginas al receptor matancero Ariel Martínez, quien no ocultó su frustración por el escaso juego que recibía en el equipo de desarrollo de los Dragones de Chunichi, pertenecientes a la Nippon Professional Baseball (NPB).
“Siento que se me está yendo el tiempo”, confesó con dolor, pero ahora –porque Dios nunca ahoga- las cosas han cambiado de modo radical. El viernes, los Dragones le permitieron debutar -¡por fin!- en el máximo nivel. Lo hizo como emergente, lo mismo que el sábado. Entonces el domingo alineó como catcher titular, y tanto aprovechó ese chance que disparó tres hits en cuatro turnos.
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Poco después de eso, el espigado yumurino de 24 años conversó con Cibercuba y en sus palabras era fácil detectar que aquella decepción se había traducido en alegría.
“Yo llegué lesionado de la Serie Nacional al campo de entrenamiento de Okinawa, pero el retraso provocado por la pandemia permitió que me pusiera en forma para el campeonato. Estuve desde el primer día de la pretemporada y reventé la liga con un buen número de extrabases y carreras empujadas”.
¿Fue ese el único factor que determinó tu llamado al primer equipo?
-Me subieron por el bateo. Verdaderamente estoy en una forma muy buena, que era la misma que tenía en los play off de Cuba cuando me lesioné. Pero hay otro elemento que incidió en que me subieran, y es que la dirección de los Dragons cambió este año. El nuevo manager desde que me vio estaba decidido a darme oportunidades. Gracias a ese señor se me tomó realmente en serio.
¿Te sientes maduro como receptor?
-Me falta un mundo para madurar en la posición. Sabes que me pasé dos años en Japón en los que apenas trabajé, y eso me retrasó bastante. Fue un bache en mi crecimiento que creo que he ido recuperando poco a poco.
¿Pesó eso en el bajo rendimiento defensivo que mostraste en los play off de Cuba?
-El año pasado yo catcheé un solo juego en doce meses hasta que viajé a Cuba, y entonces llegué a la postemporada de la Serie Nacional y realmente no lo hice bien a la defensa. Estaba perdido.
“En las Menores de Japón me sentía estancado no por estar en ese nivel, sino porque casi nunca jugaba. Esa sensación ya ha pasado: me parece que se me valora más y pienso que eso se debe a lo que he trabajado para conseguirlo. Todos me miran con ojos diferentes y eso me satisface.
A estas alturas, ¿qué es lo que más te ha aportado aquella pelota?
-Aquí se ha fortalecido mi mentalidad, porque la mala etapa que viví cuando me pasaron por alto me hizo pensar en béisbol 24 por 24 y me obligó a ser un profesional a tiempo completo. Sin ese obstáculo que me pusieron, a lo mejor yo no habría mejorado tanto como lo he hecho. Entendí que debía entrenar y entrenar para ser mejor y me volví adicto al trabajo. Para poder mantenerte tienes que ser superior a los nuevos jugadores que llegan al equipo.
¿Te consideras listo para ser titular en los Dragones?
-Estoy en un gran momento ofensivo y aspiro a poder ser titular; no me veo inferior a los demás catchers del equipo y así lo entienden también algunos coachs.
Hace poco le dedicaste un batazo al recién fallecido Juan Castro...
-Juan Castro era una excelente persona. Un hombre que le dio mucha gloria al país, y las pocas veces que coincidimos nunca dejó de acercarse a mí y darme consejos que jamás voy a olvidar. Su pérdida me dolió mucho, y por eso cuando salió aquel cuadrangular se lo dediqué.
Pasado el tiempo y superados los contrastes, ¿te sientes cómodo en Japón?
-Yo me siento como un japonés más. Mis propios compañeros se refieren a que hago todo “a la japonesa”, cumpliendo con sus códigos de comportamiento y disciplina dentro y fuera del campo. Hasta como con palitos. Sinceramente, en mi tercer año en este país ya me siento como en casa.
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