¡Mira quien viene por ahí, el Club de París!

A pesar de las críticas al neoliberalismo, a los mercados financieros y al capitalismo, incluyendo el bloqueo/ embargo de Estados Unidos, la dirección comunista de La Habana ha recibido un trato favorable en sus operaciones de deuda por parte del Club de París.

Raúl Castro en París, en 2016 © Marti Noticias
Raúl Castro en París, en 2016 Foto © Marti Noticias

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Este artículo es de hace 4 años

No hay día que el régimen castrista, a través de sus numerosos voceros, no ataque al neoliberalismo, los mercados, el capitalismo y los “engendros” que para el régimen de La Habana son culpables de todos los males de la humanidad.

Ahora, tras la publicación de artículo sobre gestión pública de Díaz Canel, las referencias críticas al neoliberalismo se han multiplicado de forma significativa.


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Fidel Castro, en sus tiempos gloriosos, atacó de forma cruenta al Fondo Monetario Internacional, FMI, y llegó a plantear la creación de una organización de países endeudados para actuar en contra de este organismo. Menos mal que aquellas iniciativas quedaron solo para llenar el papel de los largos discursos en los que se decían tantas cosas, que ciertamente era difícil obtener algo de interés.

El caso es que, a pesar de las críticas al neoliberalismo, a los mercados financieros y al capitalismo, incluyendo el bloqueo/ embargo de Estados Unidos, el gobierno de Cuba ha recibido un trato favorable en sus operaciones de deuda por parte del Club de París, que es el grupo de países que aglutina la mayor parte de su endeudamiento externo.

Un poco de memoria no viene mal. En plena euforia con la apertura de relaciones iniciada por Obama, La Habana consiguió que sus acreedores internacionales le perdonasen nada más y nada menos que ocho mil 500 millones de dólares, de los 11 mil 100 millones que debía desde 1986.

La renegociación, en la que estuvieron presentes todos los países integrantes del Club de París, entre ellos, España, Holanda, Francia, Reino Unido, sirvió para que Raúl Castro despejara del tablón de mandos de la economía una pesada carga que hacía muy difícil la gestión de las políticas públicas.

La deuda restante se reestructuró cómodamente en plazos anuales hasta el año 2033 y una parte realmente importante del monto total se convirtió en proyectos de desarrollo, cuya viabilidad está por ver, y de los que nada se habla, porque no existen. Los analistas y observadores calificaron la operación de “modelo” y con numerosas ventajas para que el deudor pudiera asumir sus compromisos.

Ahora, en plena pandemia de la COVID19, y después del impago del plazo del año 2019 y la solicitud de aplazamiento al Club de Paris, los acreedores de esta entidad han ofrecido a Cuba una moratoria de un año sobre el pago de su deuda.

Una decisión que es, ni más ni menos, que la misma que está aplicando el FMI a los países altamente endeudados para hacerles transitar de la mejor forma posible en esta crisis económica que está sacudiendo al mundo entero.

El problema con Cuba es que, la imposibilidad de pago, llegó ya a finales de 2019, y se ha visto agravada con la COVID19, y lo que es peor, no se sabe cuál va a ser el resultado una vez que se recupere la “normalidad comunista”.

Ya en 2015, cuando se reestructuró la deuda, los acreedores no actuaron correctamente, al no exigir al gobierno comunista un plan de viabilidad y unos compromisos concretos para el pago del principal e intereses.

Consecuencia de ello, uno de los miembros del club, España, que había reducido su deuda a poco más de 500 millones de dólares, ha visto cómo esta cifra se ha disparado hasta 2.000 millones desde entonces, lo que viene motivado por la falta de responsabilidad del deudor para asumir sus compromisos.

La falta de credibilidad que se deriva para Cuba, de estos comportamientos no pagadores, no se traduce en sanciones, tan solo una pequeña multa por impago que -obviamente- no se pagará tampoco.

El régimen de La Habana y el Club de París no tienen claro lo que va a ocurrir con la deuda. Lo que se podría calificar como dejación de funciones por parte del acreedor, se ha concretado en la fijación de nuevas negociaciones para una fecha tan lejana como la primavera de 2021 en la que se abordarían los vencimientos impagos, así como el esquema de pagos futuros.

Ni una sola exigencia más por parte de los acreedores, que están dando al régimen comunista cubano un trato diferencial y exquisito que no guarda relación con el historial del deudor. Nadie entiende porqué estas preferencias tan significativas hacia alguien que no sólo no paga, sino que además, cada vez que puede, ataca a nivel internacional al orden neoliberal y lo culpa de todas las desgracias.

Tal vez cabría pensar que el problema para el Club de París es que, en este momento, con el FMI otorgando aplazamientos a sus deudores, no se vería bien a nivel internacional una eventual exigencia de responsabilidades a La Habana, y por ello se limitan a exigir las multas por el dinero que se debe, a lo que el régimen castrista no ha reaccionado aún, según Reuters.

El generoso acuerdo con el Club de París llevó al perdón de los intereses de la deuda hasta 2020 y a partir de dicho año, tan solo quedaría el 1,5% de la deuda total pendiente. En el acuerdo se establecía que si Cuba no cumplía con el cronograma de pago anual en su totalidad, se le cobrarían intereses de demora por esa porción en mora.

Los últimos años han presenciado una ejecutoria de los pagos que deja mucho que desear. La influencia del COVID19 viene a sumarse a unas prácticas con las que el régimen cubano ha mostrado su desprecio hacia el Club de París.

Llegados a este punto, el principal problema que tienen los economistas para analizar el endeudamiento de la economía cubana es que no existen datos oficiales de importe que alcanza la misma, su composición por países, por plazos, etcétera, etc.; si bien se estima que su magnitud puede ser muy elevada.

En las publicaciones de la ONEI los últimos datos oficiales son de 2016 y entonces, la deuda superaba el 20% del PIB. La dinámica desde entonces ha sido cada vez más negativa.

Con acreedores como el Club de París, muchos analistas piensan que sentido tiene para Cuba integrarse oficialmente en el FMI o el Banco Mundial y resto de organizaciones internacionales.

El régimen comunista de La Habana, gracias al trato favorable recibido de la entidad, donde se encuentran los principales socios comerciales de Cuba, evita las políticas de endeudamiento mucho más comprometidas del FMI o el Banco Mundial, aprovechando esta posición de ventaja diferencial que no tienen otros países endeudados.

Hasta en eso tienen suerte. No hay embargo que valga.

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Elías Amor

Economista, Miembro del Consejo del Centro España-Cuba Félix


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