Uno de los entrenadores más caballerosos y correctos que he conocido es Jorge Garbey, destacado técnico del voleibol cubano. Hace algunas semanas había tenido el placer de conversar con él y ahora nos hemos vuelto a reencontrar en estos momentos en los que muchos se preguntan qué va a pasar con el deporte mundial cuando ¡al fin! el coronavirus sea un lúgubre recuerdo!
De momento, muchos certámenes futbolísticos han dado fecha de comienzo para finales de mayo y junio, guardando la distancia social, con medidas como no saludarse cuando se anote un gol; incluso, hay quien sostiene jugar a estadio vacío como proponen en la MLB.
Pero ¿qué sucede con esos deportistas que soñaban con Tokio 2020 y ahora trasladan mentes y corazones para el 2021, incluso, teniendo en cuenta que algunos deportes faltan por completar sus torneos preolímpicos?
¿Qué piensa Jorge Garbey al respecto?
Lo primero que hay que tener en cuenta es cómo se están manteniendo los atletas, física y psíquicamente. El estado físico al concluir la cuarentena es fundamental. Recuerda que en Cuba están en sus hogares; en el exterior también, pero dependen de sus clubes y lo que les hayan orientado. En todos los casos, el deportista y lo que ha hecho y hace en esta pandemia, son fundamentales.
No es lo mismo un veterano que un novel, hay que hacer adecuaciones pero eso él lo sabe. El volumen de trabajo y la especificidad en el entrenamiento individual son básicos.
También deben existir diferencias si son deportes individuales o colectivos.
Por supuesto, en los individuales cada entrenador conoce a su discípulo, qué tiene que hacer, la forma física en la que se encuentra. En los colectivos, hay que controlar uno por uno buscando un objetivo común, dándole menos o más volumen de trabajo según sea el caso. Todos no son iguales.
La primera semana yo comenzaría a un 50%, con acciones simplificadas de juego y paulatinamente aumentaría el volumen e intensidad del trabajo. Así lo mantendría cuatro semanas.
A continuación, en el caso específico del voly (f) practicarían juegos pre-deportivos: básquet, fútbol, trabajando resistencia en carreras de 20 o 30 minutos. Velocidad especial en el terreno y con elementos técnicos pero simplificados: muchos voleo de antebrazo y de manos, mucho ataque y defensa, saque - recibo.
Ya sabemos qué haría Jorge Garbey ante esta coyuntura que podría ser la causante de la pérdida de un cuatrienio olímpico.
Ojalá y no suceda. Sería un duro golpe para el deporte universal.
Garbey ¿qué es de tu vida actual?
Vivo en Tampa. Aún sigo vinculado al voleibol impartiendo clases individuales a jóvenes que buscan crecer en su deporte, además soy entrenador del equipo femenino de la Universidad SCF de Florida y poseo la categoría de instructor de la FIV (Federación Internacional de Voleibol)
Estuviste en República Dominicana y Colombia antes de vivir en Estados Unidos pero, indiscutiblemente, fue en Quisqueya donde tu trabajo sobresalió.
Yo fui por Cuba Deportes a Dominicana, dirigí el seleccionado nacional de ese país en los Juegos Panamericanos, el NORCECA y la Copa del Mundo del 2003 y en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004.
Prácticamente fuimos Jorge Pérez Vento y yo los pilares que construimos el buen voly que ahora tienen esas muchachas, ya clasificadas para Tokio.
¿Puede considerarse que el voleibol de las dominicanas es copia fiel de la escuela cubana?
Por supuesto que sí. A Pérez Vento y a mí, súmales otros entrenadores cubanos que se ocupaban de las niñas en edades escolares. Muchas de las que juegan actualmente, que son respetadas en el mundo, comenzaron conmigo.
Ejemplos hay de sobra: las atacadoras auxiliares Bethania y Priscila, la pasadora Niverka; Annerys, central y Mambrú, opuesta.
La Federación dominicana optó actualmente por un técnico brasileño, Marcos Kwiek, quien mantiene la escuela cubana aunque ya no emplean el 4 – 2 (al igual que hace Cuba) y utilizan la líbero pero la concepción del juego es la del maestro Eugenio George.
Yo pasé muy buenos momentos con esas jugadoras. Recuerdo un día, estábamos entrenando y Bethania tenía miedo saltar el cajón sueco. Todas lo hicieron y ella lloraba y decía que tenía clases, que tenía que irse. Yo le dije que hasta que no saltara no se iba y… ¡al fin saltó! Parecía que había ganado una medalla. Hoy día me agradece aquello porque hay que enseñarles a vencer sus miedos, a saber imponerse. Eso lo aprendí con Eugenio y Ñico: ¡no hay nada imposible!
Después de Dominicana, en el 2009 dirigí la selección nacional de Colombia que quedó cuarta en el Sudamericano.
¿Qué te parece si dejamos tu desandar y hablamos de tu quehacer en Cuba?
Soy santiaguero de San Luis, tengo 66 años y cuatro hermanos. Mis padres, Juan Manuel y Silvia me condujeron a ser lo que soy, un hombre de bien. Tengo cinco hijos y una adoptiva y estoy casado con Linda Ibáñez.
¿Tus primeros pasos en el deporte?
Mi primer entrenador era bien conocido, pues preparaba a todos los muchachos de la vecindad, Pablo Hermes Salazar (Tata); después pasé a las manos de Jonás Carbajal y Lázaro Infante, ambos entrenadores de la EIDE. Ya en la ESPA nacional mis preparadores fueron Sergio Gómez, Justo Morales y Nelson Poyato.
A la preselección nacional ingreso en 1972, después de los Juegos Olímpicos de Múnich junto con Raúl Viches, Jesús Cala y Leonel Marshall. Me mantuve en el equipo por diez años. Era atacador auxiliar. Participé en los Juegos Centrocaribes 74, Panamericanos 79, Olímpicos 80, el Campeonato Mundial de 1974, la Copa del Mundo del 77 y en cuatro Universiadas Mundiales de 1973 a 1981.
En realidad esa época resultó feliz para nuestro voly (m); esos muchachos sentaron una sólida base que, aunque no lo parezca, se mantiene, pues Cuba en estos momentos tiene más de tres equipos jugando en clubes extranjeros, por su cuenta o bajo la égida de Cuba Deportes.
Como entrenador abandonaste a los varones para integrar un colectivo femenino de lujo con el maestro Eugenio George, Ñico Perdomo, Jorge Pérez Vento y Luis Felipe Calderón.
En efecto, comencé con las niñas en 1984 y concluí en el 2003, previo a partir hacia República Dominicana. Integré ese elenco de dirección en tres Juegos Olímpicos, Barcelona 92, Atlanta 96 y Sydney 2000, o sea, tuve que ver en la preparación de las muchachas en los tres títulos; además, en los Mundiales de 1994, 98 y 2002 y en las Copas del Orbe y Juegos Panamericanos 91 y 95, Centroamericanos y del Caribe 98 y en todos los Grand Prix de 1993 al 2000.
Lamentablemente solamente viajaban dos entrenadores y una de mis grandes decepciones fue no poder asistir como entrenador a unos Juegos Olímpicos por Cuba, lo que sí logré con Dominicana.
A propósito, te cuento que en Atenas las cubanas caen ante las estadounidenses 0-3 y Eugenio y Calderón estaban muy preocupados pues si las norteñas vencían a Dominicana, las cubanas no avanzaban. Eso fue tema de conversación entre los tres y yo les afirmé: 'despreocúpense que las quisqueyanas se van a imponer' y …¡en tremendo partido, así fue! De esa forma, la Espectaculares prosiguieron su camino a su tercer lugar olímpico.
Mencionaste a Eugenio ¿en tu vida qué significó el padre del voly (f) cubano?
Eugenio fue una persona importante en mi desarrollo profesional, me eligió para su equipo de trabajo, confió en mi potencial y me dio herramientas para desarrollarme como entrenador al más alto nivel; además fue un gran amigo.
¿Cómo valoras tú aquel tremendísimo elenco de las Espectaculares Morenas del Caribe?
Las Morenas del Caribe fue un equipo al que le entregamos toda nuestra pasión por el voleibol; formamos un colectivo de trabajo con mucha disciplina, sacrificio, con personas muy talentosas y con ganas de ser triunfadores. Esos logros son nuestra vida y son la historia del deporte cubano; para mí, sueños alcanzados.
¿Qué recuerdas de esos tiempos? Tú que siempre has sido tan serio, tan recto.
Yo era muy exigente pero al final éramos una familia; muchas de nuestras morenas llegaron al equipo siendo adolescentes y crecieron, y nos manteníamos mucho tiempo unidos entre entrenamientos, viajes, competencias. Lograr tantos éxitos estaba también dado por la gran conexión que teníamos jugadoras y entrenadores, además de que Eugenio era un gran líder que supo mantenernos unidos
Mi función mayormente era el trabajo de terreno y el análisis del contrario para dar información de las estrategias de juego, el conocido escauteo.
Sin dudas una tremenda tarea, base de victorias o derrotas. Pero yo sé que Eugenio te utilizaba para todo lo que hiciera falta, me consta.
¿Te hago una anécdota? En el año 1991 jugamos un torneo en Alemania. Allí estaban China, Holanda, Alemania y nosotros. En el primer partido, que fue frente a las locales, había mucho frío, estaba cayendo nieve y aunque no fue nuestro mejor juego, ganamos.
Cuando salimos de la cancha, Eugenio me dijo que al llegar al hotel las muchachas tenían que correr 40 min en la nieve. Yo me dije, seguro que se le olvida, cenamos y viajamos una hora para el hotel y cuando íbamos llegando, el maestro me lo recordó. Yo le repliqué que estaba haciendo mucho frío y él me respondió: 'Garbey.. ¡ 40 min! En el parque alrededor del hotel'.
¿Y las chicas que dijeron?
Les dije que las chinas que tenían muy buen equipo habían corrido 40 minutos en la nieve y allá fueron las nuestras sin chistar, con ese frío terrible y al otro día vencimos 3-0 a China. Ese día le ganaban al mejor conjunto del planeta.
Para ti, ¿las mejores jugadoras cubanas de todas las épocas?
Centrales: Regla Torres, Magaly Carvajal, Lázara González, Lucila Urgelles, Ana Ibis Fernández y Norka Latamblet.
Pasadoras: Taismary Agüero, Marlenis Costa, Imilsis Téllez, Lily Izquierdo y Ana Maria García.
Auxiliares: Mireya Luis, Josefina Capote, Regla Bell, Mamita Pérez, Mercedes Pomares y Yumilka Ruiz.
Entrenadores: Eugenio George y Ñico Perdomo.
Garbey, tu opinión de la situación actual del deporte cubano. ¿Cómo podemos retomar los sitiales perdidos?
Todo atleta cubano que esté jugando en cualquier liga internacional y tenga el rendimiento adecuado debe ser aceptado en las preselecciones nacionales, independientemente de las formas que han salido a jugar al extranjero. Todos son cubanos, no es un problema político sino económico así como querer medirse al máximo nivel profesional.
La escuela cubana de voly siempre estará aportando talentos pero yo creo que es necesario profundizar en la selección de las jugadoras, en el trabajo físico y estratégico.
El voly a nivel mundial ha cambiado y, por tanto, hay que modificar también las estrategias de trabajo, sin olvidar la fortaleza y experiencia de nuestra escuela, la que nos llevó a alcanzar esos grandes resultados, la que las condujo a ser reconocidas en todo el planeta como el profesor René Navarro las bautizara, las Espectaculares Morenas del Caribe.
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